Vivir en Sevilla

Tres generaciones de altura

  • Fernando Berral es el propietario de la noria que estos días reposa en el Prado junto a la demandada pista de hielo Su abuelo ya instalaba esta atracción hace medio siglo por la Feria

25.000 pesetas, el dinero que pretendía gastar durante sus vacaciones, desembolsó hace más de medio siglo Andrés Berral para la compra de la que sería su primera noria. "Mi abuelo ya tenía casetas de turrón y viajaba por toda España", comenta su nieto, Fernando Berral, tercera generación de feriantes de la familia que estos días tiene en el Prado, en el mismo lugar donde su padre y su abuelo montaban la atracción para la Feria de Abril, una noria de 40 metros de altura que preside el mercado navideño que allí se celebra junto a otras atracciones que, por cuarto año consecutivo, son un verdadero éxito de público, como es el caso de pista de hielo de 900 metros cuadrados que, cada día, concentra a numerosas personas.

Con tan sólo 10 años, este sevillano de 38 ayudó a su padre a decidirse por la adquisición de una nueva noria. "Lo curioso es que a mi padre le daba miedo subirse -tenía una altura de unos 12 metros- y optó por que yo la probara. La compró, la trajeron en un camión de alquiler hasta Sevilla y se instaló en La Barzola".

Una decena de estos cacharritos fueron adquiridos por este clan de feriantes que, en la actualidad, viaja por el mundo con dos de estas ruedas gigantes. "La que tenemos en el Prado es la que se monta en la Feria. En estos momentos, también tenemos instalada otra, de 30 metros, en Cascáis (Portugal)", detalla Fernando Berral.

Si bien es cierto que hace unos años se dio el boom de las norias, -en Las Vegas se encuentra la más grande del mundo con 180 metros de altura-, los Berral decidieron mantener los tamaños que más se adecuaban a sus necesidades y posibilidades. Con la de 40 metros, han viajado por todo el mundo y han participado en eventos como Rock in Río (en Río de Janeiro), festivales musicales de Portugal o Francia o la regata de Cádiz, entre otras citas de relevancia internacional.

Dar movimiento a esta noria no siempre resulta fácil, y a sus "engorrosos" transportes en barcos se suman las anécdotas surgidas durante los mismos. "Por ejemplo, al regreso de Rock in Río, en Helsinki (Finlandia) se perdió parte de la estructura de la noria; pasaron 48 horas hasta que se localizó. Los desplazamientos son complejos, sobre todo por la aduana, puede llegar a tardar hasta unos 30 días desde que se carga la estructura hasta que se descarga".

Acompañado de un equipo técnico de cinco personas, Fernando Berral siempre viaja junto a su familia, su mujer Estela y sus hijos Bruno (10 años) y Elsa (3 años). "Los padres de mi mujer eran feriantes. Ella era azafata de vuelo y, no sé si será el destino, pero, cuando nos conocimos, decidió cambiar las alturas del avión por la de la noria". Así, viajan por todo el mundo en tráiler, "una caravana de 75 metros cuadrados que nada tiene que envidiar al mejor hotel; de hecho, estoy más cómodo que en mi propia casa", confiesa el feriante.

Para Berral, su profesión tiene mucho de positivo. Gracias a ella, ha viajado por muchos países que, de otra manera, "no hubiera conocido". Tanto le gusta lo que hace que reconoce que no le importaría que sus hijos siguieran la saga familiar y se dedicaran a ello, "siempre con una formación académica antes, por supuesto".

Éste es el cuarto año que su noria se instala en el Prado por Navidad. Una estructura que, insiste, pasa todos los controles de seguridad cada vez que se monta y se desmonta. "Desde la primera noria que montó mi padre hasta la actualidad, ha habido un cambio brutal en los sistemas de seguridad... Cinturones, puertas de las cabinas, doble cierre acristalado, etcétera". A ello se suman revisiones anuales de estructura por ingenieros que certifican que está en buen estado para su uso. "La verdad es que nunca hemos tenido un accidente en todos los años que llevamos", afirma Berral, un feriante de altura.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios