Crítica 'El mundo es nuestro'

'Moranquismo 2.0'

El mundo es nuestro. Comedia, España, 2012, 87 min. Dirección y guión: Alfonso Sánchez. Fotografía: Daniel Mauri. Música: Maravilla Gypsy Band. Intérpretes: Alfonso Sánchez, Alberto López, Alfonso Valenzuela, Joserra Leza, María Cabrera, Maite Sandoval, Daniel Morilla, Olga Martínez.

Convertidos en todo un fenómeno popular de la red 2.0 gracias al corto Esto ya no es lo que era, primera entrega de una trilogía paródica sobre varios estereotipos de la sevillanía profunda a la que seguirían Eso es así y Aquello era otra cosa, El Cabesa y el Culebra, creaciones de Alfonso Sánchez y Alberto López, se han venido arriba para traspasar la frontera de internet gracias al crowdfunding y aterrizar en la pista del cine-de-verdad (sic), tal vez convencidos de que su pequeño mundo, su tipología cani de chándal brillante y oro falso, su jerga chisposa e iconoclasta y su continuo juego de réplicas a ritmo podían encontrar en los cines el caché que, además de populares, los convierta al fin en un fenómeno más lucrativo.

Ahí está tal vez el primer error o el principal problema de El mundo es nuestro, enésimo intento de sevillanizar la comedia sainetesca a partir de un modelo que funciona mucho mejor en corto, sin demasiadas pretensiones narrativas, apenas como sketch desarrollado, que como una historia de mayores vuelos encorsetada en las obligadas hechuras genéricas de un largo comercial de metraje estándar.

A tal efecto, Sánchez, responsable del guión y de la funcional y discreta dirección de la cinta, nos remite al clásico secuestro (a lo Tarde de perros), a apenas un par de escenarios (el interior de una sucursal bancaria de barrio y el exterior donde se despliega el operativo policial e institucional de rescate), para desplegar su teatrillo de caricaturas, su circo humano con pretensiones de sátira social, diluyendo el atractivo de sus dos protagonistas en larga una serie de tipos (el señorito, el político y el banquero corruptos, la parejita de novios en crisis, el empresario arruinado, el parado, la periodista sin escrúpulos, la policía chapucera, el inmigrante chino, el marica, el cofrade con patillas...) sacados de la picaresca callejera que consiguen a duras penas encontrar un mismo tono para su estirada función de media tarde con reparto all-star de la escena sevillana.

Y es que El mundo es nuestro quiere ser demasiadas cosas a la vez sin encontrar el empaste entre ellas: una comedia plagada de guiños locales pero de vocación universal, una (ingenua) sátira con mensaje sobre la crisis, un retrato coral de la tipología popular reconocible en su perfil más esperpéntico (y, por desgracia, políticamente correcto), una cinta de timing de acción con vocación de contentar a todos los públicos.

Y es ahí, en el centro de su pista de circo en plena calle San Jacinto, donde la película no se sostiene, ni crece, ni progresa, secuestrada por su excesiva autocomplacencia, donde la gran farsa apenas deja ver otra cosa que no sean los gestos y los chistes de siempre (unos mejores que otros) a cuya mecánica dictadura apenas escapan el gracejo natural de Mari Paz Sayago, torpe reportera de televisión de verbo libre, o la indomable vis cómica de estirpe corporal de un Alberto López posmoranquiano que se come a surmano en cada escena.

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