Los once ascensos anteriores: Temporada 2010-11

Ascenso al estilo Betis

  • Tras un mal partido en Tarragona, el equipo regresa a Primera cinco horas después tras la victoria del Alcorcón sobre el Granada. El Nàstic aprovechó la baja intensidad del juego bético.

Al más puro y genuino estilo Betis. Así, de forma algo sui géneris, celebró el Betis su regreso a Primera División dos años después del último batacazo. Montado en un AVE y, como a la vieja usanza, pegado a un transistor. No había podido ganar cinco horas antes al Nàstic, pero la ventaja sobre el Granada era tal que se sabía que en cualquier momento le iba a llegar. El equipo había dejado hace unas semanas de dar pedales, pero la inercia ya lo conducía solo hacia la meta.

Se trata del ascenso más temprano de su historia. Por mucho que se haya hecho rogar, o que ha parecido, los libros reflejarán si el comité no dice lo contrario que éste se produjo a falta de cuatro jornadas, ya que tras ganar al Tenerife aventajaba en 13 inalcanzables puntos al Granada.

Es un ascenso, además, excepcionalmente meritorio. Pocos pensaban cuando los calores y con un okupa al frente de la nave que la cosa iba a acabar como lo hizo ayer poco antes de las siete de la tarde. Apenas, Pepe Mel creía en la empresa.

Y es que el entrenador verdiblanco ha sido la pieza clave del logro. Su fe y, sobre todo, su método para aislar a la plantilla de todo el entorno que se había generado han facilitado, incluso habría que decir que posibilitado, la faena.

Quien ya fuera uno de los héroes del ascenso del 90 con sus goles, lo es aún más de éste que suena a liberación por muchas razones. Si Mel parecía ayer que se había quitado un peso de encima, la losa que ha dejado atrás el Betis también es de consideración.

Ha costado más de lo que pudiese parecer desde fuera y por eso le supo tan bien al equipo, que además tuvo la fortuna de borrar pronto de sus mentes el partido perpetrado poco antes.

Porque el Betis, como así ocurrió, llevaba ya tiempo pensando que el ascenso no es cosa de él, que se lo faciliten otros. Que el Granada está a 13 puntos y él ya ha hecho su trabajo. Y fue en ésas, que debería haber dejado en la caseta, saltó al césped. Ni dos mil béticos en la grada ni nada de nada. El equipo de Pepe Mel está ya con las chanclas harto de competir y su comportamiento lo evidenció no más el malísimo Sureda Cuenca hizo sonar por vez primera su silbato.

El Nàstic pareció olerlo e impregnó su fútbol de un dinamismo imposible para los verdiblancos. La figura de Álex Bergantiños se agigantó en un mediocampo en el que Salva Sevilla apenas apareció. A Beñat se le abrió un latifundio y debió acordarse un millón de veces de los dolores de espalda que impidieron jugar a Iriney. Era un partido claro para el amazonense, aunque con un árbitro así nunca se sabe, y el Betis notó su ausencia más que ningún otro día.

Por ahí, por la vía de la intensidad, comenzó el Nàstic a ganarle la partida al Betis. Por ahí y por una retahíla temprana de tarjetas que se cebó, sin aparente motivo, en los dos centrales y en los dos medios centro. Como para pensar que no es casualidad.

Así, los verdiblancos acabaron por irse del partido, máxime cuando entre ésas el infortunio se cebó con su suerte en forma de autogol de Roversio. Nunca tuvo el control del partido, pero tampoco es que el rival lo sometiese para que llegase ese tanto dañino e inmerecido. El azar, además, quiso que el propio Roversio tuviese la opción del desquite en sus botas, pero falló el gol del empate con todo a su favor y hasta Jorge Molina dispuso de otra ocasión para haber llegado con tablas al intermedio.

No obstante, Mel se había guardado una carta en la bocamanga y ésta respondía por Emana. Cuando nadie contaba con la presencia del camerunés, el técnico madrileño lo incluyó en la lista definitiva y cuando peor pintaban las cosas para el Betis apeló a él. Su entrada al terreno de juego resultó estelar y, acompañado de un Ezequiel muy activo, fue parte principalísima del tanto del empate bético, una auténtica obra de arte.

Tras la combinación de los recién aparecidos, Salva Sevilla dejó el balón servido de tacón para que Rubén Castro anotase un gol de Primera. Fue lo mejor y casi lo único del Betis en un partido para olvidar que se le fue luego a la cloaca con las expulsiones de los dos centrales y el penalti que enjaretó la victoria de su adversario.

Pero todo dio igual. Apenas cinco horas duró ese sinsabor por la derrota sufrida. Sergio Mora y Quini se encargaron de certificar lo que todo el mundo sabía desde hace semanas en todos los lugares del mundo, que el Betis es equipo de Primera División.

Un traje que le sienta como ninguno, porque cuando se habla del Betis se hace de un campeón de Liga, de un bicampeón de Copa y de un club que arrastra seguidores allá donde va. Ayer inundó de alegría un AVE para ascender al más puro estilo Betis. De forma atípica, anormal si se quiere, pero de Primera.

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