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Como a media luz los dos

  • Ideario El Betis recibe a un Valencia sumido en una crisis que lleva camino de asemejarse a la suya Actitud La grada debe diferenciar que una cosa es el palco y otra la hierba

Corren malos tiempos para la lírica verdiblanca cuando llega esta ida de octavos de final ante otro que tal anda, el Valencia dubitativo de Ronald Koeman. Es un choque en el que uno va a saltar a escena con un ojo en otra parte mientras que el rival sabe que la Copa es el clavo que menos quema al que agarrarse. Pero entre unas cosas y otras, la verdad del cuento es que se trata de un choque amortiguado por sendas caóticas situaciones y como si fuese a dilucidarse a media luz, a media luz los dos.

Llega el Valencia a un avispero y eso puede beneficiarle de forma decisiva, por lo que bien haría la fiel infantería bética en definir con precisión los campos de tiro. Se trata de que no se empastelen las críticas al palco con la predisposición hacia el equipo. Se trata de que cada palo aguante su vela, claro que sí, por lo que una cosa es la crítica al que tanto tiempo lleva mereciéndola y otra el Real Betis Balompié, que esta noche será representado única y exclusivamente por los jugadores que van a saltar al campo.

Y es que como resulta que perder ante el Valencia no garantiza que el beticismo se deshaga del culpable principal de la situación que atraviesa el club, pues convendría insistirle a la grada en que una cosa es arremeter contra el palco una vez que ha terminado el quinario al Señor de Sevilla y otra la actitud con ese equipo que es el que hay, el único existente para sacar al Betis de la situación en que se halla.

Y al otro lado del río, uno que tal baila, ese Valencia sumido en una crisis tan gratuita como impensable a principios de temporada. Una crisis que lleva camino de derivar a un proceso degradatorio similar al que está padeciendo el Betis, sobre todo por las circunstancias que lo han generado y que coinciden en que es por una dirección errática. Direcciones erráticas ambas aunque los medios hayan sido muy distintos.

Será, por otra parte, un encuentro lleno de ausencias aunque por diferentes motivos. Mientras que en el Valencia, las más llamativas lo son por motivos extradeportivos, en el Betis son por una nueva repoblación de la enfermería. En esa dinámica de repoblación tenemos las últimas incorporaciones, las que dejó el derbi, las de Rivas hasta no se sabe cuándo y la de Mark González, que es la quinta o sexta que sufre desde que firmó compromiso con el Real Betis Balompié.

Con el panorama de esta guisa y teniendo en cuenta que Paco Chaparro no ha dado la lista de dieciséis futbolistas que admite el acta copera, puede darse como seguro que será Casto Espinosa quien guarde la portería nuevamente. El balance de imbatibilidad que ofrecía el extremeño influye decisivamente para que haya rotaciones en la portería. También es previsible el cuarteto defensivo mediante Ilic, Zamora, Juanito y Toni; continuando con las especulaciones, un centro de campo con Somoza guardándole las espaldas a dos con más vocación ofensiva como son Rodri y Caffa. Para formar la delantera y con puesto seguro para Sobis y Pavone, José Mari se postula como el tercer hombre del ataque.

Un equipo experimental y compuesto, sin duda, con un ojo en el compromiso del próximo domingo, también en Heliópolis, ante el Getafe. Un equipo que sólo con el apoyo de la grada podría dar una medida aceptable, ya que el Valencia, aun en horas muy bajas, no va a hacer rotación alguna y Ronald Koeman pondrá en escena a lo mejor de que dispone. Es el primer asalto de octavos de final de Copa del Rey y que va a librarse en un ambiente enrarecido que no debiera llegar a la cancha porque sería el Betis, aún Real Betis Balompié, el único perdedor. Todo va a librarse a partir de las ocho de la noche y bajo la dirección del tolosano Miguel Ángel Pérez Lasa, pero es un duelo de venidos a menos y a media luz, todo a media luz.

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