Lleva 45 años vividos y asegura que lo mejor del Rocío es eso, el Rocío, y ver a la Virgen cuando el peregrino entra en la aldea y llega a la ermita. Lo peor, el exceso de generalización: "El que no conoce el Rocío lo usa para generalizar y parece que todo el que va va para eso mismo...". Pero asegura que hay más devoción que diversión, que no puede faltar en algo que es una romería, donde se come, se canta y se baila.
Su hermandad es Triana y su primer recuerdo, su tía María descalza detrás de la carreta del simpecado por la calle Castilla. Sus padres le hicieron rociero y él le pide a la Virgen por los que le quieren y por los que no también.
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