Empresas y empresarios

La empresa andaluza, salvaguarda del empleo

  • El III Barómetro de Percepción de la Economía Andaluza muestra unas opiniones empresariales negativas y malas expectativas.

ANTONIO CARRILLO ALCALÁ

Secretario General de la

Confederación de Empresarios

de Andalucía

La grave crisis que domina el panorama me hace reflexionar sobre el importante papel de la empresa privada en el crecimiento económico. En Andalucía se ha producido un profundo y significativo cambio en los últimos años ante el cual los empresarios han dado una lección de serio compromiso. Si volvemos la vista atrás, comprobaremos cuánto hemos avanzado; cuánto se han modernizado nuestras empresas, cómo han adquirido dinamismo, cómo se han internacionalizado muchas de ellas y, sobre todo, cómo la empresa andaluza ha ganado prestigio en los mercados nacionales y extranjeros.

Creo que existen fundados argumentos para reconocer el prestigio alcanzado por el tejido empresarial andaluz; por su esfuerzo inversor y creador de riqueza y empleo. Estoy, por tanto, convencido de que constituye uno de los valores fundamentales con los que cuenta Andalucía para el crecimiento futuro y de que nuestras oportunidades llegarán de la mano de la consolidación y creación de empresas.

El gran problema es que estos empresarios encuentran, hoy por hoy, serias dificultades para desarrollar su actividad. La mayoría de ellos está reduciendo su facturación, su rentabilidad, la inversión en activos; y lo que es peor, la mayoría se ve obligado a reducir el número de empleados. En consecuencia, el pesimismo y la falta de confianza son las notas predominantes; y parece que lo peor está por llegar, ya que la situación económica está empeorando en 2009.

El III Barómetro de Percepción de la Economía Andaluza, recientemente presentado por la CEA, recoge las negativas impresiones de los empresarios ante el panorama económico: el 86 por ciento por ciento de los encuestados consideraron negativa la situación económica de la comunidad, y el 70 por ciento opina que la situación irá a peor. En cuanto a sus expectativas a corto plazo destaca la creencia en el descenso de la productividad, de los precios de venta de sus productos, el número de empleados y los costes de los materiales y suministros.

Este estudio refleja la realidad de las circunstancias empresariales y obliga a reflexionar sobre las medidas que se deben adoptar para afrontar los problemas existentes. Es verdad que el Gobierno central y el autonómico han adoptado algunas iniciativas, pero ninguna de ellas ha tenido todavía eficacia sobre el tejido empresarial. El problema es que entre la manifestación de voluntad política y la adopción de la norma se pierde un tiempo absolutamente necesario para superar la situación en la que estamos. Hay que erradicar, además, la abundante burocracia pública existente y, para ello, se deben establecer procedimientos especiales para la puesta en marcha de esas medidas, ya que las circunstancias económicas también son especiales.

Es obvio, además, que el problema esencial de hoy se llama liquidez y que es un asunto prioritario, porque el crecimiento y el empleo se asientan sobre el normal funcionamiento de las empresas, y éstas no pueden sobrevivir sin financiación.

Es necesario facilitar la actividad de los sectores productivos, impulsarlos y apoyarlos debidamente, porque de ellos depende, en gran medida, la reactivación económica. En este sentido, no podemos abandonar la construcción y el turismo sin una alternativa clara; por el contrario, hay que apoyarlos como los generadores de riqueza que son, sin menoscabo de identificar aquellas actividades que pudieran señalar nuevos caminos.

El mercado de trabajo sigue necesitado de una amplia reforma que refuerce la capacidad de adaptación de empresas y trabajadores y combine flexibilidad y seguridad. La evolución de los costes laborales y la fijación de los salarios deberían ser acordes con las exigencias impuestas por la competencia internacional. Son también necesarias políticas orientadas a reducir las cargas sociales y políticas fiscales que fomenten el ahorro y la inversión.

Y hay que apoyar también a otros sectores con potencial de crecimiento como la industria agroalimentaria, el sector aeronáutico, los servicios medioambientales, las energías renovables, la biotecnología, el ocio, el deporte y las actividades complementarias al turismo, todos ellos claves para configurar nuestra región como un territorio competitivo y dinámico, capaz de generar y mantener empleo.

Pero para que la industria y las actividades de alto contenido tecnológico puedan tener un crecimiento estable y duradero hay que eliminar las trabas que dificultan su desarrollo. No podemos pretender impulsar un sector de energías renovables cuando el periodo de maduración de un parque eólico se acerca a los ocho años. No podemos aprovechar las energías solares cuando no se dan concesiones de agua necesarias para su refrigeración. No podemos pretender consolidar un sector aeronáutico propio sin contar con nuestras propias empresas ante expectativas que no terminan de cumplirse. No se pueden autorizar campos de golf de excelencia turística y limitar el consumo de agua o no facilitar el agua reciclada exigida. No se pueden potenciar los puertos deportivos y reducir al 50 por ciento las concesiones, haciendo inviables las inversiones de futuro.

Es necesario también promover el conocimiento como fuente de innovación. En este sentido, hay que incrementar la inversión en I+D y además rentabilizarla, ya que hasta ahora no se está traduciendo en mayor productividad y competitividad. Uno de los principales retos que afrontamos es ayudar a las empresas a que puedan asumir el alto riesgo que supone la innovación y la investigación.

También, hoy más que nunca, Andalucía necesita nuevos emprendedores. La CEA considera que éste es uno de los retos más importantes y el gran objetivo es volver a la senda de las 20.000 nuevas empresas anuales, para lo que hace falta una buena dosis de confianza, flexibilización, una burocracia más ágil y dinámica y una correcta financiación.

En definitiva, los empresarios estamos convencidos de que la solución y la reactivación económica vendrá de la mano de la inversión privada, pero para ello es imprescindible que las administraciones públicas faciliten la labor de los empresarios.

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