José Antonio Fortes | Profesor e investigador

“El franquismo nunca prohibió a García Lorca”

José Antonio Fortes.

José Antonio Fortes. / DS

El profesor, ya jubilado, de Literatura Española Contemporánea de la Universidad de Granada José Antonio Fortes, ha publicado un nuevo libro de unas 700 páginas con el resultado de su investigación sobre el poeta Federico García. Lo ha llamado ‘Lorca: Otra mirada. Fraude y leyenda’. A través del libro y un código QR pone a disposición de los lectores los documentos que ha utilizado en su investigación. No es la primera vez que el profesor publica un trabajo desmontando muchas creencias que se tienen sobre García Loca.

–Ha dedicado usted 30 años a investigar sobre la vida de García Lorca. ¿Qué ha descubierto?

–Por lo pronto he descubierto un complejo entramado durante la República que nada tiene que ver con la realidad histórica. Y aún menos si esa realidad genera la mitificación de Federico García Lorca, ya sea de su vida como de su obra literaria.

–¿Quiere decir que el trabajo de García Lorca ha sido magnificado?

–Bueno, su poesía estaba en las últimas filas de las encuestas. Su teatro comienza con una farsa gestionada por Rivas Cherif y el fracaso de Bodas de sangre llega tras el estreno ante el Ministerio en pleno de Fernando de los Ríos. En cuanto a Yerma, apenas tuvo público cuando se estrenó. A la tercera representación fue suspendida. De su poesía sólo socializa el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, libro comprado masivamente por los aficionados a los toros.

–El título de su libro casi lo dice todo: ‘Lorca, otra mirada. Fraude y leyenda’.

–Con mi libro quiero demostrar el fraude y la falsedad con la que aún hoy se exalta la vida y obra de Lorca. Por ejemplo, en el año 2010 me acerqué de nuevo al Archivo de la Administración y solicité que me enviaran todo el historial de censura de Federico García Lorca. La sorpresa fue constatar que el franquismo no prohibió nunca a Lorca. No hubo persecución a Lorca. La única obra prohibida por la censura fue La casa de Bernarda Alba, cuyo manuscrito tenía el falangista Tomás Borrás. Este dato resulta curioso, como también es sorprendente pensar que yo sea el primer investigador que descubre estas tensiones entre jefes falangistas. Más bien, soy el primero en decidir publicarlas.

–¿Cuándo empieza a mitificarse a García Lorca?

–Su leyenda y mitificación son inexorables, desde que Alberti y los estalinistas exhibieron sus ignorancias al atacar las manifestaciones de dolor que le dedican a Federico sus amigos y camaradas de Falange Española y de las JONS, cuando todavía no era aquella Falange traicionada por el decreto de Unificación.

–¿El asesinato de Lorca fue un asunto de familia, un ajuste de cuentas o política?

–Nunca fue un asunto político, ni tuvo que ver nada con deudas de dinero, sino con la criminalidad social e individual. Fue muerte pactada y cumplida. Luego el estalinismo utiliza su asesinato bajo la falsa bandera de que García Lorca era rojo. Y tanto el Gobierno Militar en Granada, como luego el nuevo estado franquista dan su beneplácito. Y hasta se asumen responsabilidades compartidas respecto a su muerte. Y así hasta hoy, cuando las complicidades de clase y de Estado siguen renovando sus añejos pactos.

Quiero demostrar el fraude y la falsedad con la que aún hoy se exalta la vida y obra de Lorca

–En el libro dice usted que La Barraca fue un invento en el que la República perdió mucho dinero.

–No sólo fue invento, fue un desfalco y un despilfarro reincidente y millonario de los dineros públicos. Recordemos, por ejemplo, que un alto funcionario de Estado, catedrático de Derecho ganaba al año 6.000 pesetas netas. Con la llegada de los señores republicanos, el sueldo anual lo duplicaron. Mientras tanto, sin concurso público, sin exigencia posterior de informe de gastos ni facturas, el señor ministro de Bellas Artes dona a Federico García Lorca y a fondo perdido la regalía reiterada de 100.000 pesetas cada año. En 1932, 1933 y 1934. Cantidades consideradas minucias por el propio Ministro de don Fernando de los Ríos.

–¿Sabe que con su libro va a herir la sensibilidad de mucha gente apegada al poeta?

–Pues no lo pretendo, no es el objetivo de mi obra. En ella se recogen hechos que yo he investigado durante más de 30 años. Y ello me permite ofrecer esta otra mirada sobre Lorca. Pienso que no he de callarlos. Como otros desinvestigadores (es su nombre exacto), que han preferido ser políticamente correctos para escalar lugares preeminentes. Aquí los expongo y razono, sin acusar a nadie. Quien esté en desacuerdo, sólo tiene que demostrar su investigación y sus posiciones. Y sin insultos.

–¿Qué opina de lo que está pasando en el Centro García Lorca?

–Forma parte de ese montaje creado y alimentado durante décadas, que no se puede sostener más que con un continuo aporte de dinero público. Fíjese usted que la dueña de todo, Laura García Lorca, se autoexpulsa para que en honor y gloria se le exalte y proclame como la piedra angular del universo Lorca, exclusivo y excluyente del resto de poetas granadinos. Tan falso como la casa que todavía hoy hacen pasar por su casa natal. El propio Federico nos dice cuál es su primera casa, dónde nace, en la calle de la Iglesia.

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