Dos chicas a la fuga | Crítica

Sándwich de caviar y mantequilla

Margaret Qualley y Geraldine Viswanathan en una imagen del filme de Ethan Coen.

Margaret Qualley y Geraldine Viswanathan en una imagen del filme de Ethan Coen.

Ahora ya podemos intuir cuál de los hermanos Coen era el que mantenía viva la llama más salvaje, gamberra e iconoclasta de la pareja, o al menos el que está dispuesto a seguir en modo menor por la senda de una industria donde ni siquiera ellos, pioneros del indie americano en los ochenta, tienen ya demasiado predicamento entre las nuevas generaciones.

Después de despachar la vida musical de Jerry Lee Lewis a velocidad de crucero y sin hacer prisioneros, Ethan Coen se lanza a las carreteras americanas en un viaje de Norte (Demócrata) a Sur (Republicano) con un par de jóvenes lesbianas salidas de una fiesta de instituto de los noventa cruzada con una screwball de los años treinta para acompañarlas en uno de esos enredos marca de la casa donde la confusión impulsa el relato de persecución y cada parada en el camino es un pretexto para agitar la lujuria sáfica o el esperpento criminal.

En Dos chicas a la fuga se lee a Henry James o se baja al pilón con alegría como si de una misma rutina deportiva se tratara. Nuestras dos heroínas antagónicas, extraordinarias Margaret Qualley y Geraldine Viswanathan en el tempo y los acentos, se dejan empujar siempre hacia delante por un guion más interesado en los golpes de efecto, las transiciones y el ritmo interno de las escenas que en la coherencia narrativa del conjunto, sobre todo para satirizar a ese viejo Sur racista, patriarcal y conservador donde un consolador de látex en las manos equivocadas puede truncar una carrera presidencial con el rostro familiar de Matt Damon.

Rápida y veloz en sus diálogos afilados, generosa como siempre en tipos y tipejos secundarios, lisérgica y experimental en sus salidas por la tangente y repleta de buenas ideas de montaje, Dos chicas a la fuga se quita peso e importancia como feliz divertimento retro y políticamente incorrecto de quien ha sido uno de los cineastas más determinantes de las últimas décadas del cine norteamericano. No es poca cosa aunque pueda parecerlo.