copa del rey

De vodevil a vergüenza (3-5)

  • El Cádiz endosa otros cinco goles a una caricatura de Betis para remontar el 1-2 de la ida en el Carranza

  • La noche de Éibar que no se volvería a repetir sucede ahora en el Villamarín

Los jugadores béticos abandonan el césped cabizbajos al terminar el encuentro.

Los jugadores béticos abandonan el césped cabizbajos al terminar el encuentro. / Antonio Pizarro

Un vodevil. Un sonrojo. Una vergüenza. Un bochorno. Busquen el calificativo que deseen para este Betis diseñado por ese área deportiva que encabeza el presidente, Ángel Haro, que continúa el vicepresidente, Lorenzo Serra Ferrer, y que culmina en un Quique Setién al que definitivamente se le ha caído el equipo. El Cádiz, plagado de suplentes, le endosó otros cinco goles a los verdiblancos para remontar el 1-2 del Carranza. Un esperpento para la historia: es la primera vez que el Betis cae eliminado en la Copa del Rey tras vencer en la ida como visitante. Y todo esto lo tuvieron que sufrir los casi 25.000 béticos que asistieron al Villamarín en esa primera noche de frío polar. Y helados se quedarían en sus asientos al comprobar que lo que sucedió ante el Getafe o el Girona no fueron dos malos días. Sin tensión defensiva en la mayoría; sin nivel para ponerse esa camiseta y defender ese escudo en otros casos, el Betis necesita un bisturí que restañe esas heridas que le hace cualquiera sin apenas despeinarse.

Los primeros 45 minutos retrataron lo que, hoy por hoy, es el Betis de Setién. Sin capacidad para imponer el ritmo del partido y con numerosas pérdidas en la zona central, los verdiblancos se quedaron a merced de un Cádiz que explotó sus armas. La salida rápida tras recuperar la pelota desarboló a los de Setién, desubicados e incapaces de frenar las acometidas rivales. Únicamente la calidad individual de Tello y Boudebouz mantuvo al Betis con cierta vida en el partido, tras ese circo sobre el césped que encendió a la grada.

El Cádiz ya enseñó en el minuto tres lo que aguardaba después. Una pérdida de Mandi con un mal pase a la zona central acabó en un simple pase de Abdullah a la carrera de Barral, en posición correcta, que superó a Dani Giménez con un tiro cruzado.

Reaccionaron los verdiblancos, aunque con ayuda arbitral. Una falta muy dudosa sobre Nahuel señalada por Trujillo Suárez la envió a la red Boudebouz, que contó con la colaboración de Nahuel, que desvió el lanzamiento para que fuera imposible para Yáñez. En cualquier conjunto normal, trabajado o como se quiera definir, ese gol hubiera supuesto la calma. Pero este Betis de Setién tiene los papeles perdidos, más allá de esa esencia a la que remite el técnico.

El 1-2 llegaría a balón parado como también luego la sentencia, para enseñar esa otra deficiencia del sistema defensivo bético. Moha peinó en el primer palo para que Romera, en la boca de gol en el segundo y con Durmisi y Mandi contemplándolo, pusiera de nuevo en ventaja a los cadistas.

También reaccionaron con celeridad los verdiblancos a esa nueva ventaja visitante. Esta vez el turno de la individualidad le tocaría a Tello, que abusó de la falta de conceptos defensivos de Nico Hidalgo, para abrirse espacio y disparar de rosca al segundo palo. Un golazo. Pero tampoco el Betis supo revertir la dinámica para adueñarse del partido.

Al contrario. A partir de ese momento, el Cádiz sacaría a relucir todas las vergüenzas verdiblancas. Moha avisó primero tras un pase atrás de Romera, aunque Dani Giménez desvió la pelota. Apenas segundos después, el meta, tras un mal pase atrás de Rafa Navarro, derribaría a Barral y en el consiguiente penalti Aitor hizo el 2-3.

El extremo, que desquició al lateral canterano, no saldría de su asombro cuando minutos después Trujillo Suárez le anulaba un gol por un inexistente fuera de juego. Tampoco le importó. En otra acción por la banda en la que se marchó como quiso de Rafa Navarro, Aitor puso el balón atrás para que Romera empujase a la red. Incluso antes del descanso, otra llegada del extremo pudo colocar el quinto.

Setién introdujo a Barragán y Guardado nada más salir de la caseta para adecentar lo que sucedía sobre el césped. El Betis, manejado por el mexicano, pareció enderezar el rumbo. Un disparo de Barragán y otro de Tello avisaron al Cádiz, hasta que el extremo, tras otro pase de Boudebouz, puso el 3-4. Sólo un gol le faltaba a los de Setién para al menos salvar la eliminatoria cuando todavía quedaban 25 minutos. Pero era un espejismo. El enésimo error defensivo, en otro saque de esquina, dejó el remate franco de Kecojevic que puso el 3-5, con el que ya sí los verdiblancos bajaron los brazos.

Así es imposible. El Eibar ya le metió cinco, como bien pudieron hacerlos el Girona o el Getafe. Ahora los recibió en el Villamarín. La peor historia reciente del Betis se repite. Aunque algunos no se den por aludidos.

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