Real Betis-Celta de Vigo · La Crónica

Un Betis de aluvión (3-3)

  • Los verdiblancos responden al Celta, remontan un 0-1 pero se dejan empatar dos veces para sumar un amargo punto.

  • El anfitrión perdió más en el juego desbocado que provocó el aguacero.

De la zozobra a la esperanza. De la esperanza al orgullo. Del orgullo a la desazón... El Betis empató ante el Celta un partido de idas y venidas, en el que forjó con ardor la remontada y que se le escurrió de los dedos dos veces bajo un aguacero de tintes bíblicos. El punto sabe amargo porque un equipo que reacciona y que se pone por delante dos veces en la segunda mitad ante su público debe ganar. Pero la evolución del Betis con Víctor Sánchez del Amo es un hecho. Su trazo está ahí. Su plan, también. Y sus jugadores comprometidos. Ayer el Betis fue como el mediodía, un Betis de aluvión.

Cuando el fútbol se libera de los corsés y se desboca, los entrenadores sufren, los defensas se desesperan y el corazón de todos los actores se acelera. Fue lo que pasó en la segunda parte a medida que arreciaba la lluvia en Heliópolis. El Celta se acabó de destapar y el Betis dio el paso adelante que su gente esperaba tras el pitido inicial. Y ya fue imposible de sujetar aquello.

A cinco minutos para el final Roncaglia aprovechó un córner para cabecear a placer, hacer el empate a tres definitivo y acallar a un graderío que, eso sí, se fue satisfecho por la entrega de los suyos.

Y eso que la puesta en escena, que distó mucho de la noche ante Las Palmas, despertó las peores sensaciones entre la parroquia verdiblanca. Esta vez, Petros y Dani Ceballos se alinearon cerca de Donk, quien a su vez se ancló por delante de los cinco defensas. Porque fueron cinco los zagueros. Álvaro Cejudo y Durmisi, que relevaron a al sancionado Piccini y a Álex Martínez, se atornillaron en sus rincones.

Rubén Castro recibe las felicitaciones de sus compañeros por el primer tanto. Rubén Castro recibe las felicitaciones de sus compañeros por el primer tanto.

Rubén Castro recibe las felicitaciones de sus compañeros por el primer tanto. / Antonio Pizarro

El Betis se enroscó. Sin noticias del expansivo estreno con Víctor. Y el Celta, como en su día Las Palmas, es un peligroso enemigo si le das el balón. Él lo acepta de buen grado y empieza a tejer su juego sin prisa pero con precisión y limpieza. Marcelo Díaz y Radoja recibieron el balón con metros y tiempo. Lo que necesitan, visto su tibio ritmo. Y los olívicos empezaron a tantear el terreno en busca de la zona blanda de los verdiblancos. La detectaron.

Fue Bongonda el que desestabilizó el entramado de Víctor. Se coló a la espalda de Cejudo en varias ocasiones. La primera vez tuvo que aparecer Bruno, en otra ocasión Donk. Tanto insistió, que en una de sus acometidas conectó un fuerte centro raso, que viajó de un costado a otro del área entre Adán y su zaga. Wass apareció y le pegó tal como venía. La pelota se iba lejos del palo derecho, pero irrumpió el más astuto de la clase, Iago Aspas, para empujarla a la red.

El Celta marcó al cuarto de hora y esa sacudida no sirvió para despertar al Betis, que hizo poco por ponerle buena cara y ardor a una mañana de perros.

La confusión de Donk, el gran rescatado por Víctor, venía a reflejar la de toda la tropa. Vio una tarjeta amarilla a los once minutos y siempre estuvo fuera de sitio.

¿Quién podía darle un giro al guión? Y de nuevo fueron Dani Ceballos y Petros, como la noche ante Las Palmas, los que aceleraron los latidos del equipo. El utrerano provocó el chispazo con una arrancada que acabó en el primer tiro a portería, de Sanabria (29’).

Marcelo Díaz y Radoja, los pivotes célticos, empezaron a dudar a poco que los verdiblancos dieron ese primer paso invitado por la clarividencia de Ceballos. Y una cesión de cabeza errónea y arriesgada del propio Marcelo Díaz, más hostigado ya, acabó en una penetración de Durmisi y el penalti que, con picardía, provocó Petros al adelantarse a Fontás. Corría el minuto 41, empató Rubén Castro y los béticos se fueron a la caseta convencidos de que había que enseñar más el colmillo arriba.

Así fue tras el intermedio y el partido terminó de volcarse a favor del Betis. Yendo a forzar el error más arriba, los célticos se descompusieron. Radoja empezó a tener problemas físicos, Marcelo Díaz con sun motorcito llegaba siempre tarde a tapar y afloraron todas las carencias de Roncaglia –central reconvertido a lateral– y de la pareja Cabral-Fontás, muy insegura ayer.

Un jugador del Celta no acierta a rematar. Un jugador del Celta no acierta a rematar.

Un jugador del Celta no acierta a rematar. / Antonio Pizarro

Tan destapado estaba el Celta en la corona de su área, que Rubén Castro recibió con toda la comodidad para filtrar un letal pase a Sanabria. En su recorte, el balón le rebotó en la pierna contraria y quedó a merced para el remate a puerta vacía. Así lo hizo el paraguayo anticipándose al defensor que venía en auxilio (2-1, 52’). El Celta estaba groggy y la grada se encendió a pesar del diluvio.

Víctor trocó a Rafa Navarro por Bruno para la segunda parte y mantuvo el esquema 5-3-2. Recurrió a la rapidez del primero para frenar a Bongonda. Pero éste volvió a colarse y centrar, con el balón sobre la línea, un balón que Aspas volvió a desviar a la red (62’).

Falta media hora de pleito y quedaba claro que aún quedaría mucho que anotar en la libreta. Víctor metió a Joaquín por Sanabria y el portuense le buscó las vueltas a Roncaglia, el lateral derecho, con la ayuda de Durmisi. Por ahí gestó el Betis una falta que remató Pezzella para forzar el córner que originó el 3-2 (73’). El argentino cabeceó sin marca. Tres minutos después, en pleno aguacero de locura, Durmisi habilitó a Rubén, que falló la sentencia tras un frío recorte en el área.

Berizzo, que ya antes había tirado de Orellana, sacó también del banquillo a Sisto y Rossi en busca de pescar al menos un punto en el aguacero. Lo hizo porque el Betis, un Betis de aluvión, fue incapaz de ponerle ya bridas al partido.

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