VÍA CRUCIS

El Cristo de las Misericordias se reencuentra con Santa Cruz en su vía crucis

Resumen del vía crucis de la Hermandad de Santa Cruz / PABLO LASTRUCCI

Un recorrido único e incomparable. El Cristo de las Misericordias recorrió el Barrio de Santa Cruz dos años después. Estuvo a punto de no hacerlo, tras haber llovido con fuerza durante la tarde, pero finalmente el cielo permitió que este culto externo se celebrase con normalidad.

La primera estación se leía en el interior de la parroquia, pronunciada desde el altar por el hermano mayor de esta cofradía del Martes Santo, Juan Jiménez Gómez. Sin potencias ni corona de espinas, el Crucificado era portado a hombros por sus hermanos, flanqueado por cuatro faroles y antecedido por los acólitos.

Sonaba la música de capilla y el rezo del vía crucis. El público asistente arropaba la desnudez de este Cristo atribuido al escultor Pedro Roldán.

Por la calle Ximénez de Enciso llegaba el Crucificado al Convento de las Teresas, donde permaneció unos minutos, para después continuar por la Plaza de Santa Cruz, Plaza Alfaro, Callejón del Agua, Vida, Judería y Patio de Banderas.

En la Plaza de la Alianza el giraldillo se asomaba sobre la fachada de la calle Joaquín Romero Murube, por donde subía el Cristo hasta detenerse en su azulejo, lugar en el que se rezó una de las estaciones. En ese momento, cuando comenzaba a sonar una coral, una tímida llovizna hizo que la cofradía acelerase sus pasos para buscar refugio en su templo.

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