El Palquillo

La advertencia del arzobispo de Sevilla sobre la Navidad

  • Monseñor Saiz recuerda que es la fiesta del amor de Dios y pide que no quede reducida al denominado "ambiente navideño"

Monseñor Saiz durante una entrevista.

Monseñor Saiz durante una entrevista. / Juan Carlos Muñoz

Una vuelta a lo esencial. El peligro de prescindir de los importante y quedarse en lo anecdótico. En su última carta pastoral, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz, desgrana lo que significa la Navidad para un cristiano, "la fiesta del amor de Dios recibido y compartido por nosotros", y recuerda que es necesario huir de lo prescindible para adentrarse en el misterio del nacimiento de Jesús buscando la autenticidad.

Monseñor Saiz explica en la carta en la que felicita la Navidad a la Archidiócesis, que ésta no puede quedar reducida al ambiente navideño: "Luces en las calles principales, intercambio de felicitaciones y de regalos, comidas familiares un día sí y otro también, y algún detalle de solidaridad con los desfavorecidos". Advierte el prelado del "consumismo que nos envuelve" creando una falsa felicidad e insatisfacción. "Se trata de un fenómeno envolvente que engloba factores de índole personal, cultural, económica, etcétera, y que incluye elementos de imitación, de autoafirmación y de ostentación. Quizá esta sea ésta la época del año en que se da un mayor consumo por parte de todos. Por eso urge volver la mirada a lo esencial", sentencia Saiz.

¿Qué es lo que celebramos?, se pregunta el arzobispo, para explicarlo: "Celebramos el nacimiento de Jesucristo, que se hace hombre, que entra voluntariamente en la historia humana para compartir nuestra vida. Jesucristo, la Palabra eterna del Padre que se ha encarnado, ha asumido una naturaleza humana y nos ofrece la plenitud de la vida, porque Él es la vida que brilla y que ilumina al mundo con su luz. Un año más contemplaremos el nacimiento del niño-Dios, que es motivo de alegría y de esperanza. El Hijo eterno de Dios se hace hombre para compartir nuestra vida y para elevar a los hombres a categoría de hijos adoptivos de Dios. El Señor tenía desde el principio en Él la vida, y esa vida es la luz de los hombres y mujeres de ayer, de hoy y de siempre. Y su luz resplandece en la oscuridad, y su luz ilumina la noche del mundo (Cf. Jn 1, 1-5). El don de su vida y de su luz nos ayudará a captar el valor de la vida de todo ser humano. Aquí radica nuestra alegría y nuestra esperanza, tan profundas e intensas, que no pueden ser apagadas por las penas o por las dificultades".

El nacimiento de Jesucristo, abunda el arzobispo, llena de sentido el nacimiento de cada ser humano y fundamenta a su vez el gozo que produce la vida de cada niño que viene al mundo. Monseñor Saiz insiste en que la Navidad "es un misterio muy grande y profundo". Pido al Señor que ayude a los fieles a profundizar en él. E indica que para ello es necesario el silencio, la oración, el recogimiento, la contemplación. "No puede pasar la Navidad en medio de las prisas y el jolgorio sin que nos paremos a pensar, a penetrar en el misterio. No podemos malgastar así el tiempo que Dios nos da, un tesoro precioso que hemos de hacer rendir al máximo. Navidad es la fiesta del amor. Es la fiesta del amor de Dios recibido y compartido por nosotros, sus hijos. Es la fiesta de la reconciliación y de la paz. Dios ha salido al encuentro del ser humano, dejemos que su luz entre hasta el fondo de nuestra vida. Vayamos al encuentro del Señor que viene a salvarnos y vayamos al encuentro de nuestros contemporáneos con un mensaje de amor, de paz, de alegría y de esperanza".

El arzobispo concluye deseando a toda la familia diocesana una Santa y Feliz Navidad.

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