Opinión

Luces y sombras de la Semana Santa de 2023

  • El autor, cofrade de reconocido prestigio, analiza las novedades que podremos apreciar en la calle a partir del Domingo de Ramos

Un nazareno del Miércoles Santo.

Un nazareno del Miércoles Santo. / (Sevilla)

Va pasando una Cuaresma más y en su devenir no solo se ha hablado de los cultos, funciones y Vía Crucis que proliferan cada vez en mayor número por los distintos rincones de Sevilla. También se han comentado y mucho las propuestas de la junta superior del Consejo de modificar el orden de las cofradías en determinados días de la Semana Santa. Y cuánta tinta y opiniones se han vertido al respecto. Independientemente de ello, cabe admitir que ésta ha querido intervenir en un asunto largamente aplazado y con seguridad, que lo ha hecho con la mejor intención, pero tal vez, eso no sea suficiente.

Sabido es que las Hermandades en el pasado, sobre todo el siglo XIX, tan convulso, se vieron obligadas a suspender a veces durante varios años sus estaciones penitenciales a la Catedral, pero ello no les impedía, cuando volvían a hacerlo, recuperar su puesto en el orden establecido. Igualmente, esto no era obstáculo para cambiar de día, si así lo determinaban sus juntas de gobierno. Ejemplos hay pues alguna, como es el caso de la Hiniesta, llegó a salir todos los días de la Semana, excepto el Viernes Santo. Otras, como la del Santísimo Cristo de la Expiración y Ntra. Sra. de las Aguas, renunció a su penúltimo lugar el Viernes Santo, antecediendo a la Soledad de San Lorenzo, para pasar a afianzarse el Lunes en concreto hace un siglo, en 1923. Pero es de notar que una vez asignados sus lugares, no solían alterar la prelación. Esta norma se empieza a romper casi a finales de la pasada centuria, como es el fuera caso aún irresuelto hoy, del Miércoles Santo.

El Cristo de las Misericordias con la Giralda al fondo. El Cristo de las Misericordias con la Giralda al fondo.

El Cristo de las Misericordias con la Giralda al fondo. / (Sevilla)

Es recientemente cuando se acomete una dinámica de cambios que llegan incluso a modificar todo un día como el Martes Santo para ir en primer lugar a la Catedral, como se hiciera en los finales de los 50 y la década de los 60 con el recién estrenado Sábado Santo, y culminándola en la Campana. Este tipo de experimentos que cuenta con opiniones algunas favorables y otras decididamente contrarias, lo que hacen es provocar desconcierto, sobre todo en los sufridos cuerpos de nazarenos, cada vez más numerosos en los últimos años, pese a que se empieza a notar un freno, aunque éste aún no sea muy palpable. Ahora, el andar de los pasos sigue unos ritmos a veces inadecuados en lo que calificaríamos una verdadera estación de penitencia, repitiendo modas ya superadas que tanto se criticaron a los llamados costaleros profesionales.

Y ejemplos notorios hay de esos retrasos debidos a esas interminables chicotás. Basta ver algún programa de aquellos deliciosos de El Correo de Andalucía. Y sin ánimo de querer señalar a nadie en particular, solo a modo de ejemplo, vemos a una Hermandad como la Macarena, que en 1943, tenía su salida a la 2,15 y se recogía a las 9,30 (7,15 h.) Esa misma Cofradía, en 2022. salió a las 0,00 y debía entrar a las 13,00. (13 h.). Se podrá argumentar que lleva muchos más nazarenos, por supuesto, pero no deja de ser un dato revelador que los tiempos son distintos.

Este año disfrutaremos del llamado Santo Entierro Grande y lo verdaderamente preocupante es que, incluso, una efeméride como ésta ha provocado tensiones y disgustos entre las Cofradías partícipes, llegando al extremo de afectar hasta a alguna cuadrilla de costaleros. Motivos hay para reflexionar.

El paso del Duelo de la Hermandad del Santo Entierro. El paso del Duelo de la Hermandad del Santo Entierro.

El paso del Duelo de la Hermandad del Santo Entierro. / (Sevilla)

Y ya siguiendo el hilo de las reflexiones, cómo no analizar el paso al llegar a la Catedral de esas representaciones, civiles, militares, académicas que se integran en el cortejo. ¿Alguien ha reparado en su comportamiento en el templo metropolitano? En su mayoría, abandonan su puesto nada más acceder, cuando debiera ser precisamente allí a donde culminasen con toda solemnidad la razón de ser de su participación. Habría que preguntarse por qué se permite esa diáspora. Sin duda es el resultado de esa falta de compostura que muchas Hermandades, por desgracia, le prestan al momento culminante de su paso por la Catedral. Como decimos un hondo motivo de meditación cuando tanto hablamos a lo largo del año de la “Estación de penitencia a la Santa y Metropolitana Iglesia Catedral”. En la mayoría de los casos, allí, salvo un relato histórico de cada Corporación, desgranado en un micrófono, poco más se hace y se permite, excepto en la Madrugada.

Este año como otros anteriores excepcionales, determinados Misterios acompañarán al Santo Entierro con carácter extraordinario, centrándose en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, cuando el verdadero trasunto de la Semana Santa es la Pasión, la Muerte y la Resurrección, pero esta última, verdadera razón de ser del cristiano, ni está ni se la espera en este cortejo. Bien es verdad que aparecerá radiante unas horas más tarde, al amanecer, pero ya casi nada será igual.

Mientras, el Sábado Santo, la carrera oficial estará repleta y no cabrá un alfiler, incluidos los palcos. Estos a la mañana siguiente, serán ocupados, como queriendo tapar la vergüenza de su abandono por los abonados de días anteriores, por ese pueblo anónimo, pero de onda convicción, que con su presencia cubrirá sus largas hileras a las que tendrán acceso porque ya no hay guardas que les impidan la entrada. Ese mismo pueblo de Sevilla que durante siglos supo y quiso mantener la llama viva de sus hermandades, que nunca habrá podido asistir a un pregón de la Semana Santa, ni tan siquiera sabrá que la imagen de su devoción celebró función solemne tal día y por supuesto, tampoco ha tenido ocasión de asistir a una comida de Hermandad. A lo más que pudo aspirar es a portar un cirio en un tramo innominado sin atisbar siquiera a la Imagen de su devoción.

Sí, el Domingo de Resurrección, veremos la carrera oficial sin sillas, abandonada por sus abonados, pero repleta de esa multitud que ha sabido aguardar el momento culminante colmatando sus calles y plazas, acompañando a Cristo Resucitado hasta los confines de su templo y en pos de su Aurora. Al menos este testimonio habrá merecido la pena.