La Campana

Manolo Rodríguez con su Soledad

Muere Manolo Rodríguez, toda una institución en la Soledad de San Lorenzo.

Muere Manolo Rodríguez, toda una institución en la Soledad de San Lorenzo. / D. S.

EN los últimos meses, Manolo Rodríguez sabía lo que le esperaba. Su última estación de penitencia la cumplió el pasado Sábado Santo. Asistió a su última procesión eucarística de impedidos por las calles de San Lorenzo el domingo 21 de mayo. Su último acto de confraternidad en la Hermandad de la Soledad lo vivió el viernes 30 de junio. Manolo estuvo sentado en una silla de la casa de hermandad y todos sabíamos que el tiempo se nos escapaba. Era el dolor de una despedida temida, que se ha consumado un mes después. Otro viernes, el 28 de julio, Manolo Rodríguez está en San Lorenzo a los pies de la Soledad. Su hermandad, su Virgen, a la que nunca abandonó. Para mí es muy difícil escribir este artículo. Manolo Rodríguez era mucho más que un amigo y un hermano soleano. Era uno de los cofrades de los que más he aprendido. Era un modelo a seguir, una referencia, un ejemplo. A veces, sin necesidad de hablar, con una mirada, ya sabíamos lo que estábamos pensando.

Siempre consideré una injusticia del destino que Manolo Rodríguez nunca fuera hermano mayor de la Soledad de San Lorenzo. A partir de ahí, pensé que el cargo de hermano mayor está sobrevalorado y que lo importante es ayudar a tu hermandad cuando hace falta. Todavía más injusto me pareció que yo, por las circunstancias, llegara a ser hermano mayor de la Soledad y él no. Por eso, cuando se dieron las circunstancias, le pedí que entrara en la Junta de Gobierno como promotor sacramental, que es algo así como el hermano mayor eucarístico. Ya se había retirado de los cargos cofrades, después de sus etapas en la hermandad y en el Consejo, desde la década anterior. Todo el mundo pensaba que Manolo me diría que no, pero yo sabía que me diría que sí. Porque Manolo Rodríguez nunca le dio un no a la Soledad y él sabía lo que pasaba. Fue promotor sacramental desde octubre de 2020 a junio de 2021, en periodo pandémico. Y aportó lo mucho que sabía y su amor por la Soledad.

Manolo Rodríguez vivió una vida de cofrade absoluto, y en familia, junto a su esposa, Isabel Muñoz, y sus hijas, Rocío y Marta. Eso se notaba en las protestaciones de fe junto a sus nietos, la cadena que se enlaza y prosigue. Lo recuerdo cuando nos conocimos por las esquinas y los rincones de Sevilla en Semana Santa, hace muchos años, cuando compartimos un palco, cuando teníamos las mismas aficiones cofrades. Ambos éramos hermanos de la Soledad y del Silencio. Era un gran profesional, que desempeñó importantes servicios en la Abengoa de los buenos tiempos. Y muy bético. Pero su vida estaba en las hermandades de Sevilla. Era un cofrade absoluto y un hombre de Iglesia. La antítesis del kofrade, porque lo suyo respondía a la fe expresada según Sevilla.

En el Consejo, fue delegado del Lunes Santo y de la Madrugada del Viernes Santo. En ambos días dejó grandes huellas, durante los mandatos de Antonio Ríos y Manuel Román. Formó parte de un grupo de consejeros muy baqueteados y competentes, entre los que estaban los manueles y los pepes: Manuel Rivera, Manuel Bermudo, Manuel Díaz Jargüín, José Manuel Peña, Pepe Álvarez… Y también el primer Paco Vélez, entre otros cofrades que protagonizaron una etapa esencial para la Semana Santa.

Pensar en una Semana Santa sin Manolo Rodríguez se me hace impensable. Pensar en una Hermandad de la Soledad sin Manolo Rodríguez se me hace imposible. Pensar que ya no le veré se me hace insoportable.

¡Qué sola se queda la Soledad, detrás de su reja de San Lorenzo! Sin Juan Hidalgo, sin Pablo Chávez, sin Manolo Rodríguez… Y con don Francisco de los Reyes Rodríguez en otra parroquia. ¡Qué sola se queda aquí! Porque el ejemplo y la calidad de esos cofrades es muy difícil de alcanzar. Y, sin embargo, aún brilla la última luz en la oscuridad de la plaza. Ese ejemplo no ha sido en vano. Habrá otros hermanos y hermanas junto a la Soledad, para que no esté sola, y para que el recuerdo de los soleanos ejemplares no se pierda. Manolo Rodríguez se ha ido, pero se queda.

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