Sólo el travelling del Cachorro merece el primer parón de la cuaresma, los veinte minutos de pie en la plaza alta de las setas envueltos en La Caja de la Semana Santa. Sólo la contemplación del recorrido que hace la cámara desde los pies del Cristo expirante hasta elevarse por las tinieblas de su mirada, vale la asistencia a una proyección audiovisual que se ha convertido en el principal atractivo de la cuaresma. Y sólo la amanecida en la Plaza de San Lorenzo, con la perfecta captación de esa luz inicial de la mañana que corta los cuerpos, bien merece la espera.

La Caja de la Semana Santa va directa al corazón. No verán muchos pasos. Verán imágenes en perfiles poco conocidos. Verán un tratamiento exquisito de las devociones de la ciudad. No hay lugar al frikismo, ni a modas de última hora, ni la sublimación de elementos secundarios o postizos de la principal fiesta de la ciudad. Hay mucha imagen en su altar, muchas miradas limpias de devotos y mucha oración bisbiseada en 160 metros cuadrados delimitados por cuatro pantallas de tres metros de altura y once de ancho. Lo dijo el presentador del acto, el periodista José Antonio Rodríguez Benítez: "Se crea un efecto envolvente que produce en el visitante la sensación de encontrarse en una caja de imágenes, experiencia que lo llevará hasta el pilar irrenunciable que sostiene esta fiesta: la fe". Y lo corroboró Miguel Ángel Moreno, de la empresa promotora: "Queríamos enseñar la Semana Santa con Dios, no sin él". Marcelino Manzano, delegado diocesano de hermandades, calificó la iniciativa de "complemento perfecto para vivir esta cuaresma" al estar concebida "con mucho cariño". Manzano elogió la "extremada hermosura de las imágenes y de las palabras". 

El proyecto tiene la firma del productor audiovisual Antonio Casado y la letra del periodista Diego J. Geniz, que han contado con un equipo técnico que ha hecho posible más de cien horas de grabación en una veintena de templos, en algunos casos desde las cinco de la madrugada para captar la amanecida en la Plaza de San Lorenzo, o en el interior de la habitación de un hospital para ser testigos de las devociones de los enfermos.