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Un colofón con 'lleno'

  • La Catedral se quedó pequeña para la eucaristía de la bendición de la imagen de la nueva beata sevillana

A las 10:00, las campanas de la Giralda daban la bienvenida a las hermanas de la Cruz que llegaban a la Catedral para la misa de acción de gracias por la beatificación de Madre María de la Purísima, celebrada el sábado en el Estadio de la Cartuja. La de ayer fue una mañana de alegría y gozo para las religiosas. Durante la eucaristía presidida por el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, quien estuvo acompañado por el arzobispo Castrense, Juan del Río; los eméritos de Huelva y Mérida-Badajoz, Ignacio Noguer y Antonio Montero; el obispo de Almería, Adolfo González, el obispo de Jerez de la Frontera, José Mazuelos; el obispo auxiliar de Caracas (Venezuela), Fernando Castro; y un arzobispo argentino vinculado a las hermanas de la Cruz, se bendijo la nueva imagen de la beata.

La Catedral se llenó por completo de fieles y devotos para una acción de gracias que sirvió como reconocimiento a la figura de Madre María de la Purísima y al Instituto que durante 22 años dirigió. En un lugar preferente ocuparon Ana María Rodríguez, la niña del milagro, según el proceso, junto a sus padres; y los familiares de Madre María de la Purísima. Olga Salvat, sobrina de la religiosa, mostró su alegría tras la ceremonia. "Estamos muy contentos y emocionados por nosotros, pero sobre todo por las hermanas de la Cruz. Ser testigos de la admiración que les tiene la gente es impresionante", señaló a este periódico minutos antes de volver a Madrid.

Fue una eucaristía muy solemne. Se cantó la Misa en do de Gounod. Al órgano estuvo el siempre bien ponderado padre Ayarra, quien ha estado aquejado en los últimos días de una dolencia en la mano que lo mantuvo en vilo hasta la víspera de la beatificación, aunque, finalmente, tanto el sábado como ayer pudo deleitar a los asistentes con su magisterio musical. "Eso ha sido gracias a la intersección de la nueva beata", comentaba una veterana plumilla.

Al comienzo de la eucaristía, el arzobispo Asenjo procedió a la bendición de la talla de la beata, realizada por el imaginero sevillano Juan Manuel Miñarro, y que en adelante se venerará en la Casa Madre de la compañía de la Cruz.

El arzobispo destacó en su homilía la figura de la beata: "Quienes testifican en su proceso de beatificación nos dicen que fue modelo de vida para sus hijas, la plasmación viviente del carisma de su Santa Fundadora, su mejor intérprete y la defensora más esforzada de sus más puras esencias en momentos difíciles, cuando desde diversas instancias se le pedía una mitigación de las exigencias de las Reglas para acomodarse supuestamente al espíritu del Concilio Vaticano II". El prelado también dio las gracias al Cabildo Catedral, a los concelebrantes, a los delegados episcopales, y los voluntarios, por contribuir a realizar una ceremonia y una eucaristía "brillantes".

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