Concurso

Ganadores del concurso de la XX Bienal de Flamenco

  • Los comentarios ganadores serán premiados con entradas dobles para asistir a la XX Bienal de Flamenco en Sevilla al espectáculo 'Arena' de Israel Galván

Israel Galván durante un espectáculo en 2004

Israel Galván durante un espectáculo en 2004 / Manuel Gómez

Finalizado el concurso que Diario de Sevilla ha realizado entre sus lectores y en los que se premiaba con 25 entradas dobles para la Bienal de Flamenco de Sevilla, hacemos públicos los comentarios ganadores que recibirán el premio.

Los seleccionados han sido elegidos en base a la originalidad de sus respuestas, gracias a las cuales podrán asistir al espectáculo 'Arena' de Israel galván, en el marco de la XX Bienal de Flamenco de Sevilla.

A la pregunta formulada: "¿Qué palo del flamenco es tu favorito y por qué?", los usuarios ganadores respondieron lo siguiente:

Juan Manuel Rodríguez garcía: La soleá. Por ser un cante que a su dificultad inherente le añade el sometimiento del compás, sin el cual no hay soleá. Es un cante solemne, que canta siempre al amor en sus diversas variantes. Es madre de muchos otros cantes y, además, se enriquece con las muy distintas aportaciones locales: Triana, Alcalá, Utrera, Cádiz, los Puertos y Córdoba como las más importantes.

Antonio Jesús González Sánchez: Sin duda alguna, la bulería. La culpa de ello la tuvo la Paquera aquel 3 de junio de 1997 en el Teatro Central, dentro del ciclo FLAMENCO VIENE DEL SUR. Bien es verdad que mi pasión por la bulería había surgido dos años antes, al ver en casa la película FLAMENCO, del maestro Carlos Saura, en cinta de video VHS. He de reconocer que, con 20 años, me impactó tanto el derroche de fuerza de la Paquera arrancándose en esa ya clásica imagen a contraluz, que no dudé en sacar 3 entradas en primera fila. Llamé a dos amigos y allí nos encajamos aquella tarde. Fue tal la capacidad de seducción del compás de 12 tiempos y la Paquera con una mano agarrada a la silla de enea y con la otra en el pecho, que desde aquel día metí una foto de doña Francisca en la cartera, contando a todas las chicas que aquella era mi abuela, la más grande cantaora de flamenco por bulería que había dado nuestra tierra. A partir de ahí, conocí el amplio elenco de artistas que han sabido llevar a lo más alto este palo flamenco: Camarón, Mercé, Terremoto o de la Morena, la Negra o el Capullo, entre otros muchos.

Manuel Mato Miranda: Las seguiriyas. El flamenco, en la mayoría de sus cantes, habla de la realidad del pueblo, de la clase trabajadora y obrera, que ha constituido siempre el grueso de la población. Y como tal, habla de sentimientos, de las cosas inmateriales que le suceden en el día a día: el amor, el desamor y la miseria económica. Por eso los cantes festeros son los menos. La alegría dura poco en la casa del pobre. Y si la solea es la madre del cante, las seguiriyas son el padre. Puro, jondo y columna vertebral del cante flamenco.

Manuel Alejandro Canela Pineda: ¿A quién quieres más, a mamá o a papá? Trabajo en Asociación Anima Vitae y contamos con un proyecto llamado Flamenco Social, dentro de este proyecto utilizamos el flamenco como método de inclusión para jóvenes en riesgo de exclusión social desde la diversidad cultural. Yo te puedo decir seguidillas, un guitarrista armenio te puede hablar de fandangos y un joven del asentamiento chabolista de El Vacie te puede elegir alegrías... El flamenco es fusión y diversidad, como nosotros, como Israel y no podemos elegir un palo porque si hiciésemos esto alguno se sentiría fuera de este maravilloso mundo que es el flamenco y justo buscamos lo contrario.

Nicolás Pérez LLorente: Aborrecí el flamenco de pequeño por tanto cassette en el coche y tantos discos en mi casa. No imaginaba el tesoro que tenía a mi alrededor. No entendía la tan repetida frase de mi padre: "muero con la bulería y vuelvo a la vida con la soleá". Hoy, conservo aquellos cassettes y vinilos e intento que mis hijos entiendan y vivan el flamenco como algo nuestro. La frase de mi padre la hice mía diciendo "muero con la bulería, vuelvo a la vida con la soleá y vuelvo a morir con los fandangos". Me quedo con la sobriedad de un fandango, soy un millennial clasicorro.

Ramón Majarón Zamora: El martinete es uno de mis palos favoritos. Supone la expresión de sentimientos curso del bagaje de las vidas, los sufrimientos y la comunicación más profunda, es todo quejío y tiene un compás diferente, el sonido de la fragua supone el caminar interminable de nuestros pesares.

Francisco Ledesma Brito: Mi palo favorito del flamenco es el martinete, por lo que tiene de puro, de sobrio y de desgarrador hasta la médula. Ese lamento que sale del trabajo, del yunque y el martillo representa a la perfección al pueblo andaluz y su capacidad para hacer arte hasta de lo más duro y adverso.

José Joaquin Marchena Moreno: Los Fandangos. Me crié en un pueblecito de Huelva y mi padre era un enamorado del flamenco. Yo crecí escuchando los fandangos que mi padre me cantaba. Mi padre falleció y yo entré en una edad en la que el flamenco pasó a un segundo plano. Con los años y gracias a Enrique Morente volvió a florecer la semilla que dejó mi padre cuando yo era pequeño. Recientemente, escuché el 'fandango cubista de Pepe Marchena' de El Niño de Elche. Mi padre lo cantaba de la misma forma y me transportó a mi infancia al instante. Eso sólo lo consiguen los fandangos, este último de El Niño De Elche especialmente.

Antonio Zambrano Redrejo: Fandango. Por sus quejíos, sus distintas vertientes, su toque en la guitarra y porque suelen decir cosas que son verdad.

Luis González Borrego: Medias granaínas. Porque cuando era niño, con diez años (ahora tengo ochenta) escuchaba en Radio Sevilla a Manuel Vallejo con unas que decían: "Yo le rezo todos los días, a la Virgen las Angustias, un padre nuestro por ti y otro por la madre mía..." Han pasado más de setenta años y todavía no me he olvidado de ellas. 

Rocío Montoya Moreno: La bulería sin duda, porque creo que aunque tenga su métrica y sus pasos comunes, cada artista y bailaor le da su toque personal. Derrocha tanta energía y compás que cualquier persona que esté viéndolas bailar, aunque no sepa, mueve los pies o taconea y toca las palmas con la llamada... A mí me levantan del asiento. ¡Es difícil de explicar!

Eva Caro: La zambra. Nací en la calle Zambra del Polígono San Pablo de Sevilla hace 46 años y, en una ocasión, no hace mucho, quise saber qué significaba aquello que siempre rotulaba mi casa. Me enamoré de aquellas coplas que cantaba Manolo Caracol. Luego supe que eran tangos y nacieron en El Sacromonte granaíno, me parecía muy enigmático y hasta romántico, por eso que es mi palo favorito. 

José Gálvez Gálvez: Igual que un día le escuché decir a Don Antonio Núñez "El Chocolate" que para cantar bien por seguiriya se tenía que haber pasado "jambre", también supe por boca de mi abuelo José, el tranviario de la Alameda, que no se podía ser cantaor si no se decía bien la soleá. Por eso la elijo. Porque yo vi a mi abuelo asomarse al brocal del pozo para sacar de sus entrañas esa letra poderosa... "Estoy más firme que las cuatro columnas de la Alameda, los Hércules, los leones y el hierro que la rodea." Por eso, porque me gusta sentir los metales de Tomás y de Pastora, de Joaquín el de la Paula, de Juaniqui y de la Andonda, de Tomasa, de Agujetas, Del Arenero y de Fernanda. Y también por mi abuelo José, que me enseñó a amar el flamenco y me sigue hiriendo en la memoria entre lecciones de tabernas y vino blanco de Villanueva. Por eso, prefiero el cante por soleá. La soleá de los tiempos.

Isabel maría Martín: Dentro de todas las variedades del cante flamenco, me quedaría con el que en los últimos años está representando algo muy bonito en mi existir... Me quedaría con la seguiriya. ¿Por qué?... Pues porque vivo en un barrio donde los palos del flamenco son la esencia, vivo en un barrio llamado San Pablo que, a pesar de tener nombre de santo, se identifica muchísimo con este arte. Imaginando que el flamenco fuera un frondoso árbol, puedo vislumbrar cómo sus ramas pueden ser cada uno de los palos del flamenco. De ese gran árbol, en concreto de su tronco, surgen las ramas que forman sus modalidades, y éstas varían según territorio, ciudades, pueblos, barrios y etnias. En mi barrio, el palo a destacar es la seguiriya, calle en la que vivo desde hace años y que me ha abrazado cual hija. Desde mi balcón, se puede escuchar los días de más brisa, el cantar de los cantaores que se dan cita en la peña flamenca del barrio, y donde se pueden escuchar alegrías, caracoles, carceleras... Un amplio rango de variedades que recuerdan al nombre de cada una de las calles de este barrio hispalense. Así es, mi favorito es el palo de de la seguiriya o siguiriya, como lo escribía nuestro adorado y eterno poeta Federico García Lorca. Así, me despido en estas líneas con un poema que no debemos de olvidar, ya que ensalza el palo triste pero intenso que me conmueve cada día: "Entre mariposas negras va una muchacha morena junto a una blanca serpiente de niebla. Tierra de luz, cielo de tierra. Va encadenada al temblor de un ritmo que nunca llega; tiene el corazón de plata y un puñal en la diestra. ¿Adónde vas, siguiriya, con un ritmo sin cabeza? ¿Qué luna recogerá tu dolor de cal y adelfa? Tierra de luz, cielo de tierra."

José Manuel del Río Álvarez: Me gusta todo en el flamenco pero mi debilidad es la bulería. Cuando era joven trabajé en Inglaterra tenía que caminar al trabajo media hora cada día. Me ponía los cascos con un disco que grabé sólo por bulerías e iba dando saltitos por la calle hasta el trabajo a las siete de la mañana. Si paraba en un semáforo me ponía a jalear y cantar, ante la mirada de todo el mundo. Estuve así cada día durante un año y medio. Ese paseo de media hora era el mejor momento del día porque la bulería me alegra la vida. Ahora toco la guitarra, canto, toco las palmas y me encanta...

Lola López García: Los tanguillos, porque fue lo primero que conocí en mi primer taller de flamenco inclusivo, impartido por José Galán, el año pasado en el Festival de Jerez. Son alegres, con un ritmo bonito que te hace moverte y bailar. Yo bailo en silla de ruedas junto a él. 

Antonio Pérez Cotán: La Soleá de Alcalá. Viene motivado por ese decir tan pausado y esa cadencia tan elegante que imprime este cante, que al parecer, procede de una que era todo lo contrario, la Soleá de Triana y que debido quizás a una merma de facultades de su creador, Joaquín el de la Paula, supo llevar este cante a su terreno y crear o recrear esta maravilla de cante.

Antonio Pérez Barrera: El Fandango. Tratado en muchas ocasiones como cante chico, no deja de maravillarme este palo del flamenco en el que en una sola estrofa cabe toda la sabiduría posible para que los sentimientos afloren de manera instantánea. Por otra parte le encuentro una semejanza muy particular con el refranero español a la hora de transmitir en pocas palabras toda una lección de vida.

Manuel Fuentes Rodríguez: La Soleá, porque te traslada sin darte cuenta a las entrañas de Andalucia. Te seduce, te abraza y te adentra en su pena hasta hacerla tuya.

María Teresa Lozano Martos: El Martinete. Ese sonido metálico entremezclado con el quejío del hombre. Evoca todo lo que no has vivido, algo desconocido en estos tiempos y, a la vez, tan cercano.

Carmen Pombo Fuentesal: Para mí, el flamenco se resume en unos fandangos. Desde muy pequeña, mi padre solía escuchar este palo, y otros muchos, cuando éramos emigrantes en Bélgica y, después, en Santander. Era una forma de estar más cerca de su Huelva querida.

Arantxa Badiola Tejada: Las alegrías de Cádiz, ¡muero con ellas! Aunque no soy andaluza, no he escuchado ni sentido más que con éste palo flamenco fiestero y alegre... Hay que reseñar el nacimiento de las alegrías de Cádiz, que tienen su origen en mi tierra (Navarra), por la reminiscencia de la jota navarro-aragonesa... Pero no se puede tener más arte que unas alegrías cantadas por Pericón, La Perla, Rancapino o mi inconfundible Chano Lobato. 

Carlos Rivas Bastante: Lo tengo clarísimo: la bulería. Y por dos razones. Mi primera novia vivía en el barrio de Santiago de Jerez y pasábamos horas en las plazas del barrio con el sonido de fondo de las reuniones de gitanos cantando por bulerías. Y la segunda razón es esa letra de Javier Ruibal que dice "y todo el que diga que mi gente tiene la sangre dormida, no ha escuchado una guitarra tocando por bulerías".

Ana Valenzuela García: Podría decir que me gustan todos los palos del flamenco, pero si tengo que decidirme por uno, este sería la bulería. No hay un cante que me alegre y me transmita tanta pasión y pureza como éste. Para mí, el estilo de la bulería de Jerez es único y tiene un sello tan personal que, cada vez que lo escucho, se me ponen los pelos de punta.

Francisco José Hevia Franco: El palo del flamenco que más me gusta son las colombianas. Quizás no sea el palo más difícil de ejecutar, ni el cante más puro, pero es el que más me conmueve. No entiendo de flamenco, por eso mi opinión solo se basa en lo que el cante me hace sentir y escuchar unas colombianas, sencillamente, me desarma por dentro.

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