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"Pasé de una vida que creía perfecta a verme con 42 euros en el banco"

Un voluntario de Cáritas da indicaciones sobre el uso de la tarjeta monedero a una beneficiaria.

Un voluntario de Cáritas da indicaciones sobre el uso de la tarjeta monedero a una beneficiaria. / José Ángel García

"Me casé muy joven y, hasta que me di cuenta, pensaba que estaba viviendo una vida muy perfecta", comienza diciendo Carmen (nombre ficticio). "Cada vez que intentaba avanzar, estudiar y formarme, o abrir un negocio, se me apartaban esas ideas porque mi misión allí era cuidar de los demás. No me daba cuenta entonces de lo que eso significa realmente", añade. Fue "al caer mala" -está diagnosticada de una enfermedad crónica en estado avanzado-, cuando se dio cuenta de "lo poco valorada que estaba".

Se armó de valor. Rompió con esa vida. Pero las secuelas de aquello, la sumieron en una depresión que se vio agudizada al verse casi sin recursos, víctima, de nuevo, precisamente, de la que había sido su vida. "Tengo bienes, tengo coche, tenía dinero, eso lo digo en pasado, pero esa situación que atravesaba me hizo hundirme. Vivo con una pensión de 400 euros y de ahí se cobran todos los gatos de vivienda y demás. Llegó un momento en el que vi con 42 euros en el banco, una niña con 18 euros estudiando, muchas facturas por pagar y un descontrol que me llevó a pensar en muchas locuras. No tenía ni un vaso de leche", relata emocionada. Una necesidad extrema de la noche a la mañana que la llevó, incluso, a abandonar su tratamiento por no tener para pagárselo. 

Dice que, "sin saber cómo", levantó un día el teléfono y pidió ayuda a una amiga. Así llegó a Cáritas. "Me he visto ahogada víctima de mi propia vida. Como no estoy separada, a los ojos de la sociedad tengo recursos y bienes gananciales, pero de los que no puedo disponer. Sin embargo, eso me cerraba puertas. No tengo derecho a ninguna ayuda o, simplemente, a poder tener un abogado de oficio por esos bienes que me persiguen y que realmente no tengo", insiste. 

No se arrepiente de esa llamada a sus "angelitos". En Cáritas encontró un balón de oxígeno. "Encontré aquí una ayuda para todo. Un pilar donde sujetarme. No tengo palabras para describirlo. Me han guiado porque yo llegué aquí perdida. Tenía un descontrol del que sola ni hubiera podido salir. Lo tenía todo en mis manos, pero no lo sabía unir. No sabía dónde agarrarme", recalca.

Ahora, apenas unos siete meses después de esa llamada de auxilio, Carmen está encarrilando su vida. Ha "abierto los ojos", dice. La ONG le proporciona ayuda económica, acompañamiento emocional, atención psicológica y recursos de formación y de búsqueda de empleo para abrir nuevos horizontes en su vida laboral. Básicamente, coinciden desde Cáritas, se le ha "empoderado".

"Encontré una guía. Recibo ayuda económica, sí, fue lo primero que obtuve y me permitió recuperar una parte de mi vida que creía perdida, la de poder comprar en mi barrio de toda la vida. Eso es lo material, pero también en el terreno emocional me siento plenamente ayudada. El solo hecho de saber que me toca ir al curso, me motiva a levantarme en esos días grises en los que te taparías la cabeza con una manta", sostiene.

También la intermediación que se hizo con ella desde Cáritas, permitió abrir aquellas puertas que antes se había encontrado cerradas. "Trabajamos en coordinación con otros recursos. La intermediación que hacemos desde Cáritas, con un conocimiento del grueso de la situación, hace que se activen recursos que de otra forma sería imposible porque a veces las personas no cuentan con la fuerza necesaria para hacer frente a una situación determinada porque, precisamente, la situación de vulnerabilidad te pone en un plano distinto y siempre se juega en desventaja", concluye la trabajadora social de Cáritas, Gloria Rivas.

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