Sevilla

Sevilla y Málaga negocian optar juntas al campus internacional

  • El proyecto conjunto de ambas instituciones universitarias gira en torno al turismo, biotecnología, transporte, comunicaciones del futuro y sostenibilidad

Las universidades de Málaga y Sevilla quieren probar ahora suerte juntas. El año pasado ninguna consiguió el marchamo de campus de excelencia internacional, que se repartieron Madrid y Barcelona. La Hispalense llegó a la final, pero no ganó, y la Universidad de Málaga (UMA) quedó en el escalón anterior y únicamente obtuvo una mención como campus excelente en investigación y transferencia.

Esta convocatoria de los ministerios de Educación y de Ciencia contempla una línea de financiación excepcional para un pequeño número de universidades españolas, de modo que puedan mejorar su competitividad y, en definitiva, ganar puestos en las clasificaciones internacionales de universidades. Después del descalabro de 2009, la universidad sevillana y la malagueña negocian un proyecto conjunto. De esta forma, ganarían en masa crítica en investigación y, al tiempo, hacen un guiño a lo políticamente correcto: la cooperación. El proyecto se centra en cinco campos de especialización denominados como biotech, turismo, transporte, comunicaciones del futuro y sostenibilidad.

La Universidad de Málaga concurrió el año pasado al Campus de Excelencia Internacional con una iniciativa centrada en el turismo y la biotecnología verde. La idea trataba de enganchar con los sectores productivos más dinámicos e identificadores de la provincia malagueña. En este sentido figuraba el instituto de investigación de cultivos subtropicales en alianza con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ya en marcha, y la creación de una incubadora de institutos universitarios. La valoración económica del plan que realizó la Universidad de Málaga entonces sobrepasaba los 200 millones de euros.

La Hispalense, por su parte, planteaba en su proyecto ahondar en la innovación docente, rehabilitar sus sedes históricas y, en el apartado de investigación, fomentar la transferencia de tecnología a través de un centro específico (Centrius) y poner en marcha un instituto de estudios americanos. Estimaba las inversiones necesarias en más de 300 millones.

Sin embargo, las aspiraciones andaluzas a la excelencia universitaria internacional se vieron frustradas. Los proyectos de Sevilla y Granada quedaron fuera en la fase final de la convocatoria. Sólo Córdoba logró parcialmente sus propósitos con una iniciativa agroalimentaria en la que también participaban las universidades de Almería, Cádiz, Jaén y Huelva. Este proyecto fue designado de excelencia, pero en la categoría regional, no en la ansiada internacional, por lo que Andalucía no obtenía la tan ansiada califiación universitaria.

En realidad, siete universidades de Madrid y Barcelona que formalizaban cinco proyectos de campus internacional coparon la convocatoria de 2009 y lograron los casi 140 millones en préstamos con tres años de carencia dispuestos por el Gobierno para alimentar este selecto club. Madrid y Barcelona copaban el liderato.

Estos resultados encendieron los ánimos de varios rectores en todo el país. Entre los más críticos se situó el de la Hispalense, Joaquín Luque, que cuestionó el criterio aplicado por el comité de selección para elegir a los ganadores.

En este sentido, Luque se quejó durante un claustro de que las candidaturas se evaluaran a partir de una página web, un vídeo y el "show mediático" organizado durante el día de la presentación que, por cierto, recibió grandes elogios en el caso del proyecto de la Hispalense. El nuevo proyecto, tanto para Málaga como para Sevilla, aborda más áreas de conocimiento, algunas de gran transversalidad en la investigación, a lo que se suma el valor añadido de la cooperación.

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