Patrimonio industrial La factoría es obra de José Espiau, autor también del hotel Alfonso XIII

Los 'okupas' sí usan sombrero

  • Los ocupantes de la Fábrica de Sombreros presentan ante el juez 1.240 firmas para evitar su desalojo y reclaman al Consistorio que cumpla su promesa de expropiación

La antigua Fábrica de Sombreros de la calle Heliotropo (en el entorno de San Luis) es desde hace un año el último frente abierto por el colectivo okupa una vez que fue desalojado por orden judicial del centro Casas Viejas a finales de 2007.

Esta factoría, ocupada en mayo de 2008, un conjunto de edificaciones en las que durante 124 años se fabricaron sombreros de prestigio internacional (desde los de ala ancha negros para los judíos neoyorquinos hasta los de copa dirigidos a la oligarquía británica), está considerada por los especialistas como uno de los ejemplos de arquitectura industrial más importantes del Casco Antiguo de Sevilla, algo que reconoce el Plan General de Ordenación Urbana, que obliga a proteger las "naves centrales" debido a su "alto valor patrimonial". Aunque estas naves están reservadas para equipamientos socioculturales, el PGOU también permite a sus actuales propietarios, el grupo inmobiliario Tempa, la construcción de viviendas, un aparcamiento subterráneo y locales para artesanos, algo que denuncian los colectivos okupas, quienes reivindican un uso exclusivamente público y vecinal y señalan la "especulación" a la que está sometido este espacio sin uso desde 2003.

Los propietarios ya han puesto ante el juzgado de instrucción número 20 una demanda de desalojo de la fábrica, algo a lo que ayer respondieron los ocupantes con la presentación ante el juez de 1.240 firmas de ciudadanos que apoyan sus acciones, un manifiesto firmado por 70 organizaciones y un dossier acerca de la historia de la fábrica y las actividades desarrolladas durante este año por el colectivo. Próximamente, también se presentará un informe sobre "el incumplimiento del deber de conservación del inmueble por parte de la propiedad y de las administraciones", a lo que obliga la actual Ley del Patrimonio Histórico.

Este extremo lo niega la empresa propietaria. Según su portavoz Luis Miguélez, "la fábrica no ha sido en ningún momento abandonada. Prueba de lo cual es el personal de vigilancia que teníamos destinado en el inmueble, que fue retirado una vez que fue ocupado". Miguélez afirma que, actualmente, están a la espera de la orden de desalojo y de las negociaciones con Urbanismo para desarrollar un proyecto que "tendrá un 20% de viviendas de protección oficial" en una zona donde hay carencia de las mismas. En cualquier caso, la empresa asegura que el proyecto, "como no podría ser de otra forma, respetará los elementos protegidos por el PGOU".

Por su parte, el colectivo okupa denuncia el "expolio" al que ha sido sometida la fábrica, de la que ha desaparecido material industrial antiguo de alto valor etnológico. Además, hace valer su actuación en el edificio. "Lo hemos limpiado y adecentado y le hemos dado un uso público y ciudadano con multitud de actividades gratuitas que van desde talleres de acrobacia a ciclos de cine", indica un portavoz del movimiento. También critican al Ayuntamiento por "no cumplir su promesa realizada en 2006 de expropiar la Fábrica de Sombreros y dedicarla en exclusiva a usos y equipamientos públicos".

Sobre el tapete, la forma en la que se transmitirá a las generaciones venideras uno de los edificios más destacables del arquitecto regionalista José Espiau Muñoz (1879-1938), autor entre otros muchos inmuebles del hotel Alfonso XIII. Las instalaciones, proyectadas en 1917 por Espiau, son de los pocos ejemplos vírgenes que quedan de la arquitectura industrial de principios del XX, una tipología muy valorada hoy en día en las ciudades europeas y norteamericanas. Como construcciones principales se encuentran las tres naves protegidas por el PGOU y la gran chimenea de ladrillo que rivaliza en altura con la cercana cúpula de la iglesia de San Luis.

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