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Tercer aniversario: La alargada sombra del asalto al Capitolio de EEUU

Imagen de la entrada en el Capitolio de EEUU de los simpatizantes de Trump.

Imagen de la entrada en el Capitolio de EEUU de los simpatizantes de Trump. / EFE

La sombra del asalto al Capitolio de Estados Unidos, del que este sábado se han cumplido tres años, se cierne sobre la contienda para las elecciones presidenciales de noviembre, habiéndose convertido en un arma arrojadiza entre el actual presidente, Joe Biden, y su antecesor, Donald Trump, acusado de instigar dicho ataque.

Aunque es pronto para saber con certeza cómo el ataque influirá en los votantes cuando acudan a las urnas, las narrativas divergentes de Biden y Trump reflejan cómo ese suceso es percibido de manera diferente según la afiliación política.

La realidad es que, el 6 de enero de 2021, simpatizantes de Trump irrumpieron en el Capitolio con el objetivo de interrumpir la sesión parlamentaria en la que se iba a certificar la victoria de Biden en las elecciones de 2020, obligando a los legisladores a esconderse y a la policía a enfrentarse a los intrusos. El asalto se produjo después de que Trump, en un mitin fuera de la Casa Blanca, instara a la multitud a dirigirse al Congreso y a “luchar con todas sus fuerzas”.

Cinco personas murieron entonces, cuatro agentes de policía se suicidaron posteriormente, 1.250 personas han sido imputadas y ya se han dictado 890 condenas.

El suceso podría influir en la participación de Trump en las presidenciales ya que este mismo viernes el Tribunal Supremo de EEUU admitió a trámite el caso sobre la expulsión del ex presidente de las primarias republicanas del Partido Republicano en Colorado.

La decisión coloca al tribunal en la posición de establecer una postura a nivel nacional sobre si Trump puede participar en los comicios o si, por el contrario, el papel que jugó en el asalto al Capitolio lo hace inelegible. Uno de los imputados por el asalto es el propio Trump, quien enfrenta cargos penales en una corte federal en la capital estadounidense por interrumpir el traspaso pacífico de poder hacia Biden mediante la difusión de teorías falsas sobre un posible fraude electoral.

Afronta un caso similar en Georgia, donde la fiscalía ha llegado a describir a Trump como una especie de jefe mafioso que utilizó todo tipo de tácticas para intentar sin éxito que las autoridades electorales del estado cometieran fraude.

Trump, quien se ha declarado no culpable, también encara la posibilidad de ser excluido de las primarias del Partido Republicano. Maine y Colorado, dos estados que probablemente votarán por Biden en noviembre, ya le han descalificado y es ahora el Supremo, de mayoría conservadora, quien decidirá.

La expulsión se basa en la Sección Tercera de la Enmienda 14 de la Constitución, aprobada en 1868 después de la Guerra Civil en Estados Unidos con el objetivo de evitar que los alzados sureños de la Confederación que habían jurado la Carta Magna y luego la traicionaron pudieran llegar al poder.

A pesar de la gran cantidad de casos contra Trump, su base se mantiene fiel y se hace eco de teorías conspiratorias que, de manera infundada, sostienen que un grupo de manifestantes antifascistas o incluso el propio FBI instigaron el asalto al Capitolio. Trump ha calificado como “hermoso” el día del ataque y ha llamado “grandes patriotas” a quienes participaron. En algunos de sus mítines ha hecho sonar una versión del himno nacional supuestamente interpretada por manifestantes encarcelados.

En contraste, Biden ha caracterizado a Trump como una amenaza para la democracia y actualmente su campaña está invirtiendo medio millón de dólares en la emisión en estados clave como Arizona, Nevada y Pensilvania de un anuncio que incluye imágenes del asalto.

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