Aljarafe

“A mi hijo le robaron la vida, quiero tener fe en la Justicia”

Entrevista con Mari Carmen Jiménez Cifuentes / José Luis Montero

María del Carmen Jiménez Cifuentes sigue anclada en la madrugada del 1 de noviembre de 2022, en el momento en que mataron a golpes y a puñaladas a su hijo mayor en la puerta de su casa, en Palomares del Río. Es allí, en un acogedor salón de la vivienda repleto de fotos de sus hijos, donde recibe a este periódico. Es la primera entrevista que concede desde que ocurrieron los hechos. El próximo 26 de abril se inicia el juicio contra el menor de edad implicado en el crimen. Luego tendrá que ser juzgado también, en otra vista distinta para la que aún no hay fecha, un joven mayor de edad, que tenía 18 años en el momento del asesinato. Por las lesiones que presentaba la víctima y el escaso tiempo en el que ocurrió todo, el crimen tuvo que ser cometido por al menos dos personas.

"Quiero tener fe en la Justicia, en que la Justicia haga bien su trabajo y se esclarezca bien todo lo que sucedió esa noche", explica la madre de la víctima, Jesús Rosado Jiménez, cuya vida fue arrebatada en menos de tres minutos cuando volvía de estar con su novia y unos amigos en Sevilla. Acababa de cumplir 18 años, estaba empezando sus estudios universitarios de Turismo y estaba "pleno". "¿Sabe usted lo que es tener 18 años y sentirse pleno, que no le preocupe nada? Pues así estaba Jesús". 

La madre de la víctima de Palomares, con una foto de su hijo. La madre de la víctima de Palomares, con una foto de su hijo.

La madre de la víctima de Palomares, con una foto de su hijo. / José Luis Montero

A los dos acusados se les considera presuntos coautores del crimen, pero ambos formaban parte de una pandilla de al menos cinco miembros. Los otros tres no se sentarán en el banquillo de los acusados e irán simplemente como testigos, aunque siempre quedará la duda sobre su participación en los hechos. "Cinco personas empezaron a perseguir a mi hijo desde el principio", explica, y relata que la pandilla siguió a Jesús durante un recorrido de unos 13 minutos a pie, desde el parque en el que éste se encontró con su hermano Ángel para pedirle las llaves hasta la puerta de su casa, donde lo mataron sin explicación aparente. Por puro azar. Por el puro placer de matar, quizás.

Dice que se ha leído todos los informes del caso, incluido el de la autopsia, y que ha visto los vídeos de las declaraciones de los acusados y de los testigos. "Como soy su madre, tengo que pelear hasta el infinito para defender a mi hijo". En esas declaraciones, "ellos mismos confiesan que los cinco desde un principio sabían a lo que iban, eligieron a quien eligieron azarosamente, ya que no lo conocían de nada ni tuvieron una conversación".

Jesús Rosado Jiménez, en una fotografía de su graduación en el salón de su casa. Jesús Rosado Jiménez, en una fotografía de su graduación en el salón de su casa.

Jesús Rosado Jiménez, en una fotografía de su graduación en el salón de su casa. / José Luis Montero

"Sabían que iban armados y llegaron hasta la puerta de nuestra casa. Los cinco estaban presentes. Dos de los que hoy son testigos dicen que vieron a mi hijo convulsionar en el suelo, y la juez le preguntó a uno de ellos por qué no llamó a Urgencias. Eso lo he visto en vídeo, he visto la expresión y el lenguaje corporal. El chico le responde que no tenía batería en el móvil. La juez le dice que podría habérselo dicho a su amigo. Y la respuesta fue... '¿quién soy yo para decirle a mi amigo lo que tiene que hacer?".

Cuenta María del Carmen, Mamen para sus amigas, que no cree que los cinco sean coautores de los hechos, de "robarle la vida" a su hijo, "pero sí colaboradores necesarios". Tuvieron que intimidarle todos de alguna forma, pues no es lo mismo enfrentarse a dos personas que a cinco. "No pienso que sean meros testigos casuales. Testigos casuales fueron los que encontraron a Jesús, que gracias a ellos nos alertaron para intentar socorrerlo. Para mí eso es un testigo, no una persona que está allí viendo lo que está sucediendo y actuando como actuaron tras esa persecución". 

María del Carmen Jiménez toca el monolito en homenaje a su hijo, en el parque Jesús Rosado Jiménez de Palomares del Río. María del Carmen Jiménez toca el monolito en homenaje a su hijo, en el parque Jesús Rosado Jiménez de Palomares del Río.

María del Carmen Jiménez toca el monolito en homenaje a su hijo, en el parque Jesús Rosado Jiménez de Palomares del Río. / José Luis Montero

"Todo hace entender que a mi hijo lo cercaron y en solo algo más de tres minutos y medio recibió una brutal paliza. Esas lesiones que tenía por delante y por detrás no pudieron causarlas dos personas solas, tuvo que haber una colaboración necesaria de otras. Ellos argumentaban que lo abordaron con intención de robarle, claro, ¿Quién iba a decir que tenían otra intención? Pero a él no le robaron nada. Le toqué la mano, que estaba aún caliente, y tenía su reloj, su pulserita, y en el bolsillo tenía su cartera y su móvil", continúa el desgarrador relato de los hechos que hace la madre de la víctima. 

Destaca que su hijo era un chico sano, que no fumaba ni bebía y que la autopsia revela que lo único que llevaba en el cuerpo era lo que había cenado con ella unas horas antes. "Jesús estaba bien físicamente para haberse podido defender ante una o dos personas". Un vídeo de una cámara de seguridad de una vivienda captó a Jesús caminando por la calle. "Lo adelanta un chico con una bicicleta y luego los otros cuatro en dos grupos de dos. Mi hijo iba por la acera de enfrente y luego cambió de trayectoria a la otra acera, todo sucedió entre dos coches en la acera de enfrente de mi casa". A juicio de la madre, con este movimiento extraño porque se dirigía a su casa, que está en la misma acera por la que iba andando, Jesús debió intentar esquivar a sus agresores, que lo acorralaron entre los vehículos aparcados. Luego intentaría levantarse y llegar hasta su casa, cayendo muerto en la puerta. 

María del Carmen Jiménez, durante la entrevista. María del Carmen Jiménez, durante la entrevista.

María del Carmen Jiménez, durante la entrevista. / José Luis Montero

Su mente vuelve una y otra vez a aquella noche de Halloween de 2022. Se ha preguntado mil veces por qué no lo llamó, por qué no fue a por él. Recuerda todo con mucho detalle. "El último audio que tengo de Jesús es a las diez menos veinte de la noche, cuando él estaba en la parada del Metro de Ciudad Expo. Iba a ir a una fiesta en Sevilla, que fue suspendida por no cumplir una serie de requisitos, y decidió quedarse con su novia en la zona de los jardines del Cristina. Le dije que si volvía en el Metro, yo iba a por él. Como soy tan miedosa, le decía que no fuera en coche ni en moto, que cogiera un Uber. Esa era su intención, pero como era la noche que era, no había ninguno. Jesús se volvió andando solo, después de dejar a un amigo que estaba con una muchacha".

Sus hermanos, Bruno y Ángel, ambos más jóvenes, habían salido por el pueblo. "Sobre la una y media volvió Bruno, al que trajo la madre de un amigo. Lo primero que preguntó fue por sus hermanos. Le dije que no habían llegado todavía. Entre que se cambió y tal, nos fuimos a la cama a las dos o dos y algo. A día de hoy todavía me quedo con esa cosa de no haber llamado, pero bueno, eso no se puede cambiar. Me acosté con el móvil con sonido en mi mesita de noche, y me dormí".

Detalle de las manos de María del Carmen y la foto de Jesús. Detalle de las manos de María del Carmen y la foto de Jesús.

Detalle de las manos de María del Carmen y la foto de Jesús. / José Luis Montero

"No sé a qué hora (debían ser las tres y media de la mañana según los informes posteriores) escuché una moto y me asomé al balcón, que da justo a la calle. Estaban empezando a ladrar mis perros. Mi preocupación era que fueran a despertar a los vecinos. Yo veía a dos chicos de un lado para otro con un móvil. Pensé que se les había estropeado la moto. Bajé para ver si les podía ayudar. Salí descalza y en camiseta. Abrí la puerta de la cancela. Yo veía a los chicos en la acera de enfrente, pero me di cuenta que había algo justo a mis pies. Miré hacia abajo y vi unos botines. La mirada va subiendo, ves un pantalón, una camiseta... y ves una cabecita doblada... Y dije Jesús.... Y los chicos me preguntaron '¿ah pero lo conoce?'... Claro, es mi hijo. Volví a subir para coger el móvil y llamar al 112. Ellos ya habían llamado también, eso era lo que estaban haciendo con el móvil".

Al bajar, los dos testigos que intentaron socorrer a su hijo le habían dado la vuelta, siguiendo las instrucciones telefónicas de los servicios de emergencias. Estaban intentando reanimarlo, sin éxito. "Cuando bajé, ya le habían dado la vuelta a Jesús. Vi a mi hijo ya boca arriba. Él iba con una camiseta blanca. Yo no vi sangre, por eso pensé que se había desmayado, que algo le había sentado mal. Le vi una herida en la nariz, que pensé que era de que se había caído y se había dado contra el suelo. Estaba tumbado con los brazos hacia atrás. Los chicos estaban todo el rato haciéndole la reanimación. Le cogí la mano a mi hijo. Como era tan reciente, no vi los golpes ni el pecho... Inmediatamente, después de llamar al 112, llamé a mi hijo Ángel y a las personas más cercanas. Ángel llegó corriendo y nada más que sabía preguntar si había alguna cámara. Yo no había caído en eso, no podía pensar que le hubieran hecho algo a mi hijo". Claro que Ángel había visto antes a la pandilla, porque su hermano Jesús, al llegar al parque a recoger las llaves y ver a ese grupo, le había preguntado a Ángel si los conocía de algo. A Jesús no le gustaron… e incluso hay testimonios de esa noche que aseguran que el menor implicado iba comentando que tenía "sed de sangre".

Entrada al parque Jesús Rosado Jiménez de Palomares del Río. Entrada al parque Jesús Rosado Jiménez de Palomares del Río.

Entrada al parque Jesús Rosado Jiménez de Palomares del Río. / José Luis Montero

La ambulancia tardó mucho. "¡Cuánto tardó!... Yo no era consciente del tiempo. Sí sé que tardó... Era la noche que era. Cuando vinieron llegaron dos. Ahí estuvieron haciendo todo lo posible. Ya salieron mis vecinos, llegó su padre... Y ya cuando el médico, o alguien de los servicios sanitarios, me dijo dónde tenía mi hijo la herida... que ahí no podían hacer nada... Y yo sólo pude darle las gracias. Me salió darle las gracias. Todavía no era consciente de lo que estaba pasando". 

Jesús presentaba una gran cantidad de lesiones. "Tenía una brecha en la parte posterior de la cabeza y un hematoma en la undécima vértebra. Luego tenía heridas en las manos de haberse protegido. Él no sabía atacar, nunca había tenido ningún tipo de conflicto. Y la herida del corazón... Cuántas veces he pensado si tendremos sitio en el cuerpo para hacer daño... Y me decía a mí misma que pensara que todo fue muy rápido... Pero yo he visto las fotos y eso no fue un pinchazo. El tipo de herida que tenía mi hijo es de haberla sabido asestar, le clavaron hasta el mango de la navaja. Intento no pensar en eso ahora. Tengo una imagen que no es bonita. Tenía los ojos enormes y estaba como mirando hacia arriba, pensé que no llegó, que no tuvo fuerzas para llamar al timbre. Se cayó desplomado. Sus llaves estaban al lado". Jesús murió, según la autopsia, por varios navajazos, en el antebrazo y en el corazón, que fue la definitiva.

Piedras de recuerdo a Jesús en el parque que lleva su nombre. Piedras de recuerdo a Jesús en el parque que lleva su nombre.

Piedras de recuerdo a Jesús en el parque que lleva su nombre. / José Luis Montero

Además de ver a su hijo muerto en la puerta de su casa, ahora tendrá que enfrentarse a dos juicios, a escuchar las versiones de los implicados y a tener que revivir de nuevo el brutal asesinato. Y, aunque haya condena, en unos años el menor quedará en libertad, pues con la ley actual lo máximo que le puede caer es una pena de ocho años de internamiento. "Tengo cierto temor, no tanto por mí sino también por mis otros hijos y los demás jóvenes que andan tranquilos por las calles cuando salen de sus casas. Es poco el tiempo en el que están fuera en libertad según la Ley del Menor, e inevitablemente esta persona se tendrá que cruzar con otras por la calle. Tengo inseguridad y temor desde esa noche, por los jóvenes, por mis hijos".

María del Carmen asegura que es partidaria de una reforma de la Ley del Menor para que se endurezcan las penas en casos de tanta gravedad, "y que las medidas que se tengan que tomar fueran con más contundencia". "Pero tengo fe en la Justicia. No tengo prisa. Quiero que se hagan las cosas bien. Me da igual que se tarde uno, dos o x años, pero que salga lo mejor posible. Evidentemente el daño nunca se va a reparar por muchos juicios que haya. Pero espero que por lo menos se celebren bien y empezar a andar. Yo todavía estoy en el día 1 de noviembre de 2022. A veces hablo con amigas y no soy consciente de que pasan los meses. Yo siempre tendré roto el corazón, pero me da mucha pena por mis otros hijos, porque siempre hemos estado muy bien. Nos gustaba hacer pequeñas cosas juntos y ahora no tengo esa ilusión. Me cuesta incluso hacerme una foto con mis hijos, porque me falta uno. Siempre me faltará, pero espero que al menos, por mis propios dos hijos, puedan dar un pequeño paso en esta vida".

Detalle de la ventana de la habitación de Jesús Rosado Jiménez. Detalle de la ventana de la habitación de Jesús Rosado Jiménez.

Detalle de la ventana de la habitación de Jesús Rosado Jiménez. / José Luis Montero

A los hermanos, dice, "se les ha roto su triángulo". "Era el pilar, el mayor de los tres. Con Ángel se lleva 20 meses, prácticamente iban a la par, y para Bruno era su hermano mayor. Siempre menciona a Jesús. Ángel es más reservado. Es un niño sobresaliente en sus estudios y sus deportes, pero no rinde igual, no tiene la misma energía. Intenta sonreír y sensibilizarse, pero hay que tener en cuenta que él vio a su hermano esa noche. Bruno no salió del dormitorio. Ángel sí vio a Jesús y no pudo ni acercarse a él".

El año pasado, el día del cumpleaños de Jesús, se celebró un bellísimo homenaje en el parque que ahora lleva su nombre. "Siempre buscaremos algún momento especial para recordarlo. En su club de remo le han hecho homenajes, sus hermanos cada vez que compiten lo recuerdan. Igual que su padre o sus abuelos... Él quería ser policía, y su abuelo materno, que lo es, le contaba sus historias. Han roto un proyecto de vida, tanta lucha, tanto esfuerzo, tanta ilusión... ¿Cómo es posible que se vaya eso en tres minutos? Sin un por qué, sin un para qué, sin sentido...".

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