Cardenal carlos amigo

"Las líneas de acción nos las marca la necesidad de la gente"

  • Recalca que la Iglesia no está preocupada en el aplauso: "Si la caridad hace ruido, no es mucha caridad". El Papa Francisco, la fe, la educación, la corrupción..., el cardenal habla de la actualidad.

Deja huella sin querer. Habla de forma pausada, con voz grave. No le importa reír durante la conversación, recordar anécdotas y reconocer que no le importa la ciudad en la que está, sino las personas a las que puede conocer. Sus palabras hipnotizan. Premio Manuel Clavero por sus méritos humanos, sociales y culturales, el cardenal Carlos Amigo -Arzobispo de Sevilla entre 1982 a 2009- ha estado en Jerez para arropar las Jornadas de la Pobreza de Cáritas. Ante él, todos callan. Es momento de escuchar y reflexionar.

-Ha participado en la Semana de la Pobreza con una ponencia sobre cómo conjugar fe, esperanza y caridad. Tarea difícil...

-Estamos viviendo un tiempo nuevo por muchas circunstancias, con una crisis que nos ha abierto los ojos a muchas cosas que teníamos olvidadas. Además, tenemos un nuevo Papa que nos está marcando un nuevo estilo de hacer las cosas. En este tiempo nuevo no podemos continuar con actitudes viejas, sino que tenemos que unir valores fundamentales como la justicia, el derecho, y también, para nosotros como creyentes, las virtudes fundamentales como la esperanza en un momento en el que parece que se derrumba muchos 'monumentos'; la caridad, como respuesta a situaciones de injusticia; y por supuesto, la fe, porque no somos una simple ONG, sino que tenemos las motivaciones de dar respuesta al mensaje que hemos recibido.

-Ya en 2009 pedía a las administraciones públicas que atendieran a las familias en apuros.

-La familia nos pertenece a todos, más allá de las ideas, de las personas que gobiernan o de los beneficiarios de estas acciones. La familia es algo fundamental, algo que tiene que estar en primer lugar en las preocupaciones de los gobernantes. Nos cansamos de discursos con 'la familia', 'la familia', y después, en las leyes no aparecen como algo que hay que proteger.

-¿Cree que las administraciones actúan como se necesita? ¿O recae todo el peso de la asistencia social en organizaciones como Cáritas?

-Hay que reconocer que las administraciones públicas han hecho un gran esfuerzo y es justo decirlo. No me meto en ideas ni en colores. Pero a a veces nos duele porque pueden ser unas labores interesadas, una labor que, quizás se decanta para un sector u otro según interese. También se habla de ayudas sociales, o llamadas así entre comillas, que no siempre atienden a los verdaderos problemas de los ciudadanos. Hay inversiones que son más de cara a la galería, que para beneficiar a la persona. La Iglesia no está preocupada por los estandartes, por pancartas, por las estadísticas..., la Iglesia está preocupada por las personas, lo que quiere es ser fiel al mensaje que ha recibido de Jesucristo. No está preocupada por el aplauso. La caridad cuando hace 'ruido', tiene uno la sospecha de que no es mucha caridad.

-Ya lo ha dicho antes, hay un nuevo Papa. Un nuevo Papa que además está despertando sensaciones muy especiales...

-Los que conocemos al Santo Padre desde hace muchos años sabemos que en su ejecutoria no es algo nuevo. Es su estilo. Tiene un lenguaje que comprende absolutamente todo el mundo, porque es el lenguaje del acercamiento a la persona. También son gestos que nos están diciendo 'mira, nosotros los cristianos tenemos que actuar de esta manera', una manera muy seria en cuanto a la defensa de la justicia de las personas. Y también tenemos que actuar con bondad, con misericordia y, como él ha dicho, con ternura. Y ciertamente es un estilo. Por otra parte, Dios en cada momento envía a la Iglesia el Papa que la Iglesia necesita. Uno no pensaba que después de Pío XII, iba a llegar Juan XXIII, nadie. Ni que después de Juan Pablo II, desbordado en todo, tendríamos a Benedicto XVI, que por cierto, ha realizado, por así decirlo a la chita callando, una extraordinaria labor de acercamiento, de solución de problemas. Bueno, ¿y después de Benedicto XVI qué? Pues Dios nos envía a este nuevo Papa que toma el nombre de Francisco, que ya ha cambiado algo, con un estilo nuevo de hacer las cosas, y que va avanzando con unos gestos que vemos y otros que no apreciamos, y que van a ser muy eficaces.

-Uno de sus gestos muy comentado ha sido no desprenderse, por ejemplo, de sus zapatos...

-Efectivamente. Lo de menos son los zapatos, que sea de un color u otro. Mire, siempre hay preparadas en la Sacristía de la Capilla Sixtina varias sotanas de varios tamaños, conforme a los cardenales..., y bueno, el Santo Padre necesitaba estar cómodo con sus zapatos, quería estar a gusto para poder caminar. El gesto es 'con lo que puedo caminar'.

-¿Es una de sus pequeñas 'revoluciones'?

-Exactamente (ríe). No es tanto el color, sino que quiere continuar con lo que camina, con estos zapatos de todos los días.

-Muy pocas veces se había conocido con tanta antelación la celebración de un cónclave. ¿Cómo ha vivido estos últimos meses?

-Cuando un Papa fallece todos los cardenales tenemos que acudir lo antes posible a Roma. En este caso, se nos anuncia la renuncia, pero no tenía eficacia hasta el 28 de febrero a las ocho de la tarde. Es decir, que hasta las ocho y un minuto no se podía hacer absolutamente nada. Podía pasar, por ejemplo, que el Santo Padre por la mañanita del día 28 se levantara y dijera 'queridos amigos, de lo dicho nada, continúo'. El tiempo de preparación ha sido un tiempo muy peculiar, porque era una situación en la que no nos habíamos encontrado ninguno de los cardenales. Por decir una anécdota, recuerdo que llegué al convento donde tengo un despacho y me encontré con un grupo de frailes en el pasillo. Era raro, a esa hora solían estar en sus despachos u ocupados. Y me dicen que ¡ha renunciado el Papa!, 'va, estos juerguistas me van a tomar el pelo y tal', pensé.

Llamé a la Nunciatura y me lo confirman. Fue una sorpresa enorme, enorme. A todos nos descolocó, ¿y qué hacemos ahora? Ha sido una situación completamente nueva e insólita, lo cual tiene también sus ventajas, y es el saber adaptarse a situaciones nuevas.

-¿Pensó en algún momento que podría usted 'caminar' con sus zapatos siendo el Santo Padre?

- No, no, no, en absoluto. Nunca se te pasa por la imaginación. Me lo han preguntado mucho y siempre he contestado dos cosas, con cierto sentido del humor: la primera, es que había hablado con el Espíritu Santo y me había dicho que no me preocupara, que no estaba entre los nominados; y la segunda, que de salir elegido, lo primero que haría sería morirme del susto.

-Como todo organismo vivo, la Iglesia evoluciona, ¿hacia dónde?

-Lo importante es estar siempre preguntándose qué es lo que Dios quiere. No podemos hacer unos planes pastorales de laboratorio. Es ver cómo el espíritu de Dios habla. Si  hay personas que están pasando hambre, en el Evangelio lees: dales vosotros de comer. Pues a ver qué podemos hacer para paliar la necesidad. ¿Por dónde van estas líneas? Pues por donde nos va marcando la humanidad. Las líneas de acción de la Iglesia son las que va marcando la necesidad de la gente.

-También ha dicho que uno de los problemas de la Iglesia es la indiferencia entre creer y no creer.

-Es el gran problema del relativismo. Días antes del cónclave comiendo en Roma con el cardenal Bergoglio (hoy Santo Padre) y otros latinoamericanos,  hablamos del relativismo. Y dije que ellos, los argentinos, tienen un tango que es como la bandera del relativismo. Creo que se llama Cambalache y lanza un mensaje tal que así: aquí da lo mismo ser San Juan Bosco que un artista frívolo; aquí da lo mismo ser un honrado que un pinta; aquí da lo mismo ser una persona que utilice la verdad, que otra que miente todo lo que puede... Pues no señor, de ninguna manera vale todo. El relativismo es como la carcoma, nada vale nada. Da lo mismo la corrupción que la integridad. Por ejemplo, y como aquí en Andalucía se diría, una cosa es una persona cabal, auténtica, y la corrupta es su antítesis. El corrupto es el que ha dejado de ser auténtico.

-Hablando de corrupción, ¿cómo vive los últimas noticias relacionadas con políticos?

- Con mucha preocupación, pero hay que decir que, gracias a Dios, son una minoría. Hay muchas personas en la vida política a las que tenemos que estar enormemente agradecidos. Fíjese, escuchaba por la radio a unas personas gritando 'fulano, sal al balcón' con ciertos tacos, imagínese cuáles, y estaba allí su hijo de 6 años llorando. Hombre por Dios, los políticos pagan unos precios familiares muy duros, muy duros. Pero bueno, ante los casos de corrupción, el mejor camino es el de la justicia. He vivido en África muchos años y he visto que un país que tenía una clase política medianamente decente iba para arriba, y el que no, se hundía.

-Ha defendido la necesidad de un Pacto de Estado para la Educación. Hace unos días, padres, alumnos y profesores convocaron una huelga general. ¿Vamos para atrás?

-Creo que la educación es una de las cosas intocables, que como todo, se tiene que renovar. Pero es aquello en lo que no cabe la ideología, sino que sólo buscar lo mejor. Pero me temo que esta convocatoria es una protesta de un grupo, para unas cosas..., ya sabemos quiénes van a ser los paganos de ella. Que si la enseñanza concertada, que la pública..., cuando la concertada es tan pública como la llamada pública, porque los fondos de los que proceden son públicos, lo que pasa es que una es de iniciativa estatal y otra social.

-La actualidad manda, ¿se esperaba la imputación de la Infanta Cristina?

-Mire, lo peor que puede ocurrir en casos tan importantes como éste es que se reduzca el tema a un capítulo más del revisteo del corazón. Hay que actuar con justicia y no se pueden zarandear a las personas. Los jueces son los que tienen que decidir, pero no podemos nosotros tomar a la persona y zarandearla continuamente. Y en esto último, no sólo me refiero a la Casa Real.

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