Todo empezó con un corto titulado Invasión travesti y ahora vive el sueño de rodar en Hollywood, donde le llaman el nuevo Tarantino. La pasión del director y guionista Paco Cabezas, de 36 años de edad, por el séptimo arte nace en su pueblo, La Puebla de Cazalla, según cuenta vía WhatsApp desde Los Ángeles, donde está rematando su cuarta película, Mr. Right, protagonizada por Sam Rockwell y Anna Kendrick.

-¿Qué recuerdos tiene de su infancia y adolescencia en La Puebla de Cazalla?

-Había tres videoclubes, que eran muchos para un pueblo tan pequeño, pero cerraban a la hora de la siesta. Entonces, cuando conseguíamos reunir algún dinero, nos íbamos corriendo a alquilar una película y, como no teníamos vídeo, nos íbamos al casino, que era el único lugar del pueblo que contaba con un reproductor VHS. Teníamos que convencer a los señores mayores que estaban jugando al mus de que, por favor, nos dejaran poner Re-Animator. No se me olvidará la cara de esos pobres ancianos mientras veían a unos personajes cortando cabezas y zombies en la televisión. Y yo allí más contento que unas pascuas.

-¿Nació en La Puebla su pasión por el séptimo arte?

-Correcto. Allí pasé mi infancia, rodé tres cortometrajes y la verdad es que, de ver todas esas películas, me viene el amor por el cine.

-¿Qué personas de su pueblo le han marcado más?

-Uno de las que más me han marcado en mi vida y a nivel creativo ha sido mi abuela, Elisa Cabeza (cuando nací, un error en el registro hizo que mi apellido cambiara al plural). Ha tenido que cuidar de mucha gente y siempre tiró para delante, nunca se ha quejado. Ahora está muy mayor, pero siempre ha sido tan fuerte que es sorprendente. Y cuando ibas a comer, fuera la hora que fuera, siempre tenía algo de comer: patatas fritas, carne en salsa... Siempre que voy a La Puebla, voy a ver a mi abuela, porque es un pilar para mí, no sólo emocional sino a todos los niveles.

-¿Qué clase de película le gustaría rodar en su pueblo?

-Justo ahora estoy montando Mr. Right y he podido meter flamenco en una secuencia de acción. Si lo pienso, me gustaría retratar el mundo del flamenco y su cultura, que es fascinante, en un filme comercial y que la gente fuera a verla al cine. Me encantaría rodar una de acción o de terror, con esos elementos de la Andalucía profunda, en La Puebla de Cazalla.

-¿Tiene la sensación de que, al margen de la exitosa excepción de Alberto Rodríguez, los cineastas andaluces tienen que salir fuera para triunfar?

-Si quieres vivir de esto, en España es muy difícil por el 21% del IVA y por la situación laboral existente. Así que tienes que hacer las maletas e irte. Yo siempre he dicho que mi patria es el cine, como si tengo que ir a China a rodar. No me hace especial ilusión contar mis historias en inglés, porque me encantaría poder hacerlo en Andalucía, pero ahora mismo no tengo más remedio. Me haría mucha ilusión poder llevarme a Andalucía una producción de 100 millones con Bruce Willis a la cabeza. En Estados Unidos he podido rodar dos películas en dos años y, si hubiera estado en España, hubiera tardado cinco años en hacer una. Y la vida es muy corta. Pero ojalá la situación cambie en nuestro país, porque echo de menos a mi gente. Recuerdo que mi abuela contrató un autobús para llevar a los moriscos a Sevilla para que fueran al cine a ver Carne de neón. Así que imagínate si les tengo cariño y si tengo morriña de estar allí. Espero poder volver pronto.

-¿Cómo es rodar en Hollywood?

-Una película es una negociación. El nivel de estrés es bastante grande, pero no me quejo en absoluto, porque soy un privilegiado. Es como pintar un cuadro durante un incendio, porque tienes muchísima presión durante el rodaje y durante el montaje. Cada filme es diferente. Quedé contento con Tokarev, pero lo estoy aún más con la que estoy terminando ahora, Mr. Right, porque representa más mi sentido del humor y se parece mucho a Carne de neón.