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Tribuna Económica

gumersindo Ruiz

Impulsar una nueva política económica

La economía y el empleo en Europa, España y Andalucía no van a crecer sólo por la magia del BCE, sino por una política fiscal que aproveche la oportunidad de financiar proyectos a coste cero y mantener el equilibrio presupuestario.

VIVIMOS sedados por la política de tipos de intereses negativos y la compra de deuda pública y privada por parte del Banco Central Europeo (BCE). En cada intervención del presidente Mario Draghi hay dos mensajes nítidos: uno, que la política monetaria actual va a seguir pese a las críticas, y otro, que es urgente que los países y regiones europeas actúen contundentemente, de forma individual y colectiva, con políticas públicas que saquen a la economía y el empleo del marasmo en que se encuentra. Si miramos el área del euro, el desempleo del 10% es excesivo, y la situación se agrava en España, que duplica a la media europea, y en Andalucía, que la triplica.

Hasta ahora la única acción decidida ha sido la del Banco Central, que cobra -0,4% a los bancos por depositar su dinero, los financia sin coste e incluso está dispuesto a prestar a tipos negativos, y compra todos los meses 80.000 millones de euros de deuda pública y de empresas. La justificación del BCE es que con ello persigue que los precios al consumo se acerquen al 2%, desde los niveles negativos a que llegaron en lo más profundo de la crisis. No estamos acostumbrados a movernos con tipos de interés negativos, pero hasta ahora -ésta es la opinión del BCE- han hecho más bien que mal a la economía. Han reducido la carga de deuda a empresas y familias, sobre todo de hipotecas, liberando renta para el consumo, favoreciendo el crecimiento (en un 0,5% anual desde 2014) y animando los precios (un 0,3%); el crédito nuevo ha ido creciendo paulatinamente, y las diferencias en el coste de financiación entre países de la Unión Europea y entre empresas grandes y pequeñas se han reducido espectacularmente. El coste de esta política la soportan los ahorradores, sin ninguna opción libre de riesgo para obtener rentabilidades, y las entidades de crédito a las que se les han estrechado los márgenes financieros. Según el BCE, gracias a esta descomunal inyección financiera la economía europea crea empleo, consume, crece algo, y sobrevive a los shocks de los conflictos cercanos, la inmigración, el terrorismo y otras incertidumbres como la salida de Gran Bretaña, o la debilidad de la demanda internacional.

Pero la economía y el empleo en Europa, en España, en Andalucía, no van a crecer sólo por la magia creada por el Banco Central, sino, entre otras, por una política fiscal que aproveche la oportunidad de financiar proyectos futuros a coste cero, y al mismo tiempo cuide de mantener el equilibrio presupuestario. Esta política no puede hacerse sólo desde un territorio porque sus efectos pueden ir al exterior en forma de importaciones, por lo que se requiere una coordinación en Europa. Con la economía sin inflación y la empresa privada necesitada de estímulo, el espacio que abra la inversión pública -infraestructura, educación, investigación- tendrá un efecto multiplicador sostenido en el crecimiento a largo plazo. Esto no es teoría, sino una realidad, y tanto en Europa como en Estados Unidos. ¿Seremos capaces de encontrar también en lo más cercano a nosotros las palancas fiscales que nos saquen del estancamiento?

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