CUANDO se destapó el escándalo de los ERE, el ex presidente Chaves dijo que el suceso carecía de importancia, porque era cosa de tres o cuatro sinvergüenzas. El entonces consejero Pizarro, para mostrar que él estaba con Chaves, repitió la frase en varias ocasiones. Pues bien, ya han declarado ante la juez Ayala los tres primeros sinvergüenzas, y conocemos sus nombres y apellidos, lo que cobraron y lo ajenos que eran a las empresas que tenían concedidas las ayudas para regulaciones de empleo. Tienen los tres en común que son militantes del PSOE y también que ninguno había pertenecido a las empresas subvencionadas. Extraña que las "ayudas de supervivencia", como las llamó el director general, que las concedía fueran tan generosas, porque hoy la pensión de jubilación máxima es de 2.020 euros mensuales y ellos cobraban, ya en 2003, 2.500 euros

Tanto Chaves como Pizarro, que son personas inteligentes, estarán de acuerdo conmigo en que no son suficientes tres o cuatro sinvergüenzas para dar lugar al atraco de las arcas públicas que están suponiendo los ERE. Esos tres o cuatro sinvergüenzas no se han podido colar, ellos solitos, en los expedientes, porque no estaba en sus competencias incluirse. Han necesitado de tres o cuatro sinvergüenzas más que los han hecho figurar en empresas en las que nunca habían trabajado. A su vez, como en la Administración Pública existen muchas instancias, cada uno de estos tres o cuatro ha necesitado de otros tres o cuatro, con lo que la progresión da muchos sinvergüenzas, y no sólo los tres o cuatro que anunciaron Chaves y Pizarro. Y conste que no soy yo, sino ellos, los que los calificaron de sinvergüenzas

Aunque haya muchos culpables, la jueza que instruye el caso ha hecho que nos fijemos en el que ha podido dar lugar, por omisión, al quebranto de las arcas públicas. Y éste no es otro que el que era a la sazón, consejero de Hacienda, don José Griñán, al que la Intervención General de la misma Junta puso de manifiesto -según la juez- de forma reiterada y explícita que, con la utilización del convenio entre la Consejería de Empleo y el IFA, luego IDEA, se estaba prescindiendo total y absolutamente del procedimiento administrativo adecuado. Parece claro que si el entonces consejero de Hacienda hubiera atendido el reparo de la Intervención ni siquiera hubieran existido esos tres o cuatro sinvergüenzas a los que Chaves y Pizarro reducen el caso. En la entrevista que publicó este periódico, el señor Griñán, a la pregunta del periodista, niega que hubiera sido advertido por la Intervención. Como ésta repara por escrito, el expediente administrativo nos sacará de dudas.