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rafael / sánchez Saus

La pifia del PIAF

CUÁLES no serán los aprietos del PP ante la cita con las urnas del próximo domingo que, a la busca desesperada de ese voto mayormente católico y de derecha no vergonzante que ayer mismo despreciaba, el Gobierno ha aprobado en el último Consejo de Ministros el mal nombrado PIAF o Plan Integral de Apoyo a la Familia. Me maravilla eso de llamarlo PIAF, que naturalmente nos suena a ¡plaf!, como cuando a alguien le sueltan un guantazo y, al mismo tiempo, a pifia. Poco debe apreciar su trabajo un equipo que se las arregla para que su proyecto cargue con el ingrato acrónimo de PIAF. El caso vale por todo un estudio sobre la incapacidad del PP para comunicar y, de paso, para tomarse mínimamente en serio a sus sufridos votantes de otrora.

Supongo que mezclar a la familia, por devaluada que esté, en algo que se llama PIAF es muy del PP de hoy, de ese desconocido PP que un mal día abdujeron Arriola y señora ante la mirada espantada y displicente de un Rajoy que, sin la barba, parecería un Borbón escapado del retrato de la tropa de Carlos IV. Ante un plan que es una pifia sólo se puede responder con un ¡plaf! Y eso es lo que de inmediato han hecho las grandes organizaciones sociales que desde hace años vienen reclamando, frente al silencio y desprecio de los políticos, las medidas urgentes que la familia necesita en España para seguir cumpliendo sus fines. El primero de todos, no lo olvidemos como si fuéramos ministros, el de procurar el mero repuesto generacional sin el que, por muchas estadísticas que truquemos, todo se irá al garete en mucho menos tiempo de lo que pensamos. Con toda razón Benigno Blanco, presidente del Foro de la Familia, ha tachado al PIAF de ser "más una medida electoralista que un compromiso con las familias".

El PIAF es el duro hueso sin carne que el Gobierno ha echado a todos los que se la tienen jurada después del esperpéntico espectáculo proporcionado con el escándalo de la abortada Ley de Protección del Concebido. El corto, raquítico alcance del plan y la broma añadida de que no sea aplicable hasta 2017, muestra a las claras que estamos ante otro intento de tomadura de pelo hacia esa derecha social que el domingo tendrá que distinguir de nuevo la papeleta amiga de la papeleta con anzuelo. Y donde los amigos falten, siempre habrá una playa o una alta sierra que disfrutar. Con la familia, por supuesto.

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