La tribuna económica

Gumersindo / Ruiz

Daños colaterales

LA coincidencia de una catástrofe natural, el peligro de un desastre nuclear y una guerra abierta en el norte de África introducen una gran incertidumbre económica cuando a duras penas se iban encontrando equilibrios en la deuda pública, el comercio exterior y la recuperación del crecimiento y el empleo.

Es obvio el impacto en los intercambios comerciales, incluido el turismo. Andalucía es la tercera comunidad autónoma en volumen de exportaciones a Japón, por importe de unos 300 millones de euros; 315 empresas andaluzas son exportadoras a ese país, aunque sólo 136 lo hacen regularmente. También el turismo de Japón tiene su importancia, pues aunque no supone más que el 5% del total, su capacidad de gasto duplica esa cifra. Y lo más significativo es el esfuerzo que se ha hecho durante años para estimularlo y consolidarlo, principalmente en Granada, Córdoba, Sevilla y Málaga, a través, entre otras cosas, de la cultura y la lengua española. Prácticamente todas las reservas para los próximos meses se han cancelado y el comercio va a sufrir las consecuencias lógicas de lo que está ocurriendo. Pero estas referencias de pérdidas y ganancias son relativas porque, como ocurre casi siempre en economía, los fenómenos suelen compensarse, y en este caso hay cambios desde otros destinos turísticos, que nos favorecen.

Las compensaciones se dan también con la energía, pues la apreciación del euro permite comprar menos caro el petróleo y el gas. La energía nuclear será más cara en el futuro puesto que los costes de reparación, construcción y seguridad aumentarán sobre los ya existentes. Nuestra apuesta por las energías renovables necesita clarificar algunas cuestiones en relación a la generación, distribución y almacenamiento, así como las subvenciones y el precio que da lugar al llamado déficit de tarifa, pero nos proporciona independencia y es una alternativa que ganará con los hechos actuales. Deberíamos ser capaces de desarrollar tanto la tecnología como la producción de componentes y aparatos, pues al final esto es lo que genera empleo, y siempre acaban haciéndolo en China o en Alemania.

La volatilidad de los mercados coge en una situación delicada a las entidades financieras que tienen que acudir a ellos para capitalizarse. Si los bancos cotizan en promedio a un 80% de su valor en libros, no se va a pagar en bolsa mucho más de un 40% ó 50% del valor contable de una caja de ahorros. Sin embargo, las colocaciones de deuda pública y privada salen bien porque los inversores buscan el refugio aparentemente más seguro de la renta fija que la variable. Hemos visto la emisión de deuda pública española a treinta años a sólo un 5,8%, y el Banco Central Europeo (BCE) seguramente retrasará la subida de tipos hasta que se normalicen los mercados.

La conclusión ante tanta incertidumbre es que la diversificación productiva, exportadora, sigue siendo la mejor estrategia; la industria manufacturera es la única capaz de generar el empleo que necesitamos; las entidades financieras van a continuar restringiendo el crédito, y los mercados financieros seguirán indecisos ante sucesos que desconciertan a los operadores, sin criterios ante la evolución de los acontecimientos.

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