Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Encantadores

EN Telecinco lo que haría falta es un encantador de contertulios, un domador de fieras ordinarias. Y un buen análisis de alcoholemia también cribaría la presencia de algún patoso, como Jimmy Giménez Arnau el otro día. Este Jimmy lleva treinta años viviendo simplemente de su caradura y, en su momento, de su breve parentesco con los Franco. Si les sirve la curiosidad para algún concurso de preguntas, en el verano del 82 creó un canalillo de televisión que emitía desde un barco en aguas baleares. Aquella tele, perseguida por la guardia civil, tenía un alcance más corto que la información económica en El hormiguero, pero a estas alturas fue la primera célula que terminaría evolucionando hacia los brontosaurios de Sálvame y La noria.

Durante este puente uno de los temas más comentados en twitter ha sido el papelón que ha tenido que encarar el auténtico encantador de perros, César Millán. El mexicano, tipo tan educado como inteligente, no salía de su asombro y no disimulaba su cara de circunstancias ante las preguntas indiscretas (¿qué opinaba de la zoofilia?, le disparó con ademanes estropajosos el tal Jimmy) o las continuas interrupciones por motivos comerciales o banales. El encantador, fajado en la televisión norteamericana, sabe aplacar a los rottweilers cabreados, pero no está acostumbrado a lidiar con seres de ese pelaje y Jordi González no movió ni un músculo para reconducir el desastre. Lo sucedido en La noria no difiere de lo que les sucede cualquier sábado, de lo que pasa cualquier tarde en esa cadena . Pero todavía hay espectadores que se sorprenden de la vulnerabilidad que puede sufrir una persona normal, sensata y no avisada, si la arrojan ahora mismo a un plató de Telecinco. ¿Quién cree aún que el periodismo no ha muerto en la televisión del entretenimiento?

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