-Las elecciones sindicales en la enseñanza se celebran a menos de un año de las generales. ¿Puede quedar caduco el mensaje de los sindicatos?

-De ninguna manera. Hay cuestiones básicas en las que siempre se trabaja para mejorarlas. Quedan reivindicaciones históricas: restituir lo que le han quitado al profesorado estos años y establecer un estatuto docente previsto desde 2007.

-Por cada Gobierno, nueva ley de enseñanza. ¿Los sindicatos son los convidados de piedra? ¿Puede cundir el desánimo entre los docentes?

-Es cierto que resulta incomprensible que la clase política haya hecho oídos sordos a nuestra opinión. Los sindicatos no tenemos capacidad legislativa, pero cumplimos una función primordial al trasladar la opinión de los docentes a los dirigentes. Algunas veces se consigue y otras no. De todas formas, el desánimo del profesorado obedece al deterioro de su imagen pública, los recortes salariales y la falta de autoridad que padece.

-¿Es tan mala la Lomce como la pintan? ¿Han influido en su contra más razones políticas que educativas?

-En CSI-F no han influido motivos políticos. Hemos criticado la Lomce por causas justificadas: no hay consenso para aplicarla, no hay garantías presupuestarias para desarrollarla y consolida los recortes ya aplicados. A ello se une que potencia la enseñanza concertada en detrimento de la pública y no apuesta por el Bachillerato de tres cursos, como le propuso este sindicato.

-A CSI-F se le ha acusado de "tibieza" contra la Lomce. ¿Cuál es la pauta a seguir ahora?

-Hemos hecho aportaciones al Ministerio de Educación y cuando no fueron tenidas en cuenta, nos movilizamos. Lo que nunca hemos pretendido es politizar este asunto. No ha existido tibieza, sino responsabilidad. Al profesorado nunca se le debe involucrar en guerras partidistas.

-Devolver la autoridad al docente ya no es una quimera...

-Para este sindicato ha sido una reivindicación histórica. Nos sentimos orgullosos de que el artículo 124.3 de la Lomce recoja la autoridad del profesorado. Un principio que ha de aplicarse en todo el Estado. Otra cosa es que las comunidades autónomas, que tienen transferidas las competencias educativas, lo desarrollen y lo amplíen. El profesorado andaluz no ha de olvidar que tiene derecho a que se aplique.

-¿Está devaluada la figura del docente en España? ¿Qué parte de responsabilidad tienen las administraciones en ello?

-Lamentablemente sí. Esta apreciación se relaciona con la baja valoración que tiene la educación en la sociedad española. El acoso a los docentes, la intromisión de los padres en la labor del profesor y la pérdida de su poder adquisitivo en un 30% constituyen una falta de respeto a esta profesión. El Gobierno y la Junta son responsables de que la figura del docente esté devaluada. Hace falta que al profesorado se le reconozca como piedra angular del sistema educativo.

-¿El traspaso de las competencias educativas a las autonomías ha incrementado las diferencias como constata el informe PISA?

-El informe PISA, aunque no es un dogma de fe, señala que la educación española es mejorable. En este país existen 17 sistemas de enseñanza distintos con grandes diferencias en los resultados académicos. Navarra aventaja en 56 puntos a Extremadura en rendimiento matemático.

-¿Quiénes han recortado más? ¿El Estado o las autonomías?

-Los dos. El Estado ha puesto la base con la tasa de reposición del 10%, el aumento de la ratio y la eliminación de las extras. La Junta se ha frotado las manos con estos recortes y ha suprimido el complemento autonómico de las pagas extra de 2013 y 2014.

-Hágame una radiografía de la educación española

-Un sistema educativo inestable desde el punto de vista normativo, con una financiación insuficiente que se refleja en la reducción de las plantillas y los deficientes recursos materiales. A ello se une que la FP sigue siendo la cenicienta de la enseñanza, pese a la gran demanda que tiene, y que las enseñanzas de régimen especial están poco valoradas.

-Con este panorama, ¿qué aporta CSI-F?

-El movimiento sindical vive un momento complicado por casos de corrupción, de los que CSI-F está a salvo. Somos un soplo de aire limpio en el sindicalismo.