Sevilla

Una deuda de 5.000 euros motivó el asesinato del gestor de Rochelambert

  • La Policía detiene al dueño de un taller de motos de Su Eminencia por matar a Joaquín Gómez Borrallo, cuyo cadáver apareció carbonizado en el interior de su coche en Alcalá.

Cuando dos agentes del Grupo de Homicidios se presentaron en la tienda Arimas, una mezcla de almacén de chucherías y droguería de la calle Posadas, en Palmete, el dueño se echó a temblar. Dos semanas antes había sufrido un peculiar robo en su negocio. Dos falsos policías lo habían esposado con unas bridas y se habían llevado 20.000 euros que guardaba en una caja fuerte. El tendero, José, aterrado, les contó a los investigadores de Homicidios lo ocurrido y éstos se encogieron de hombros. De aquello no sabían nada. Lo tranquilizaron y le demostraron que ellos sí que eran policías de verdad. Lo suyo lo llevaba otro grupo, el de Robos, que había detenido días atrás a los ladrones y recuperado parte del botín. Lo que querían saber los de Homicidios era si el vecino de unas casas más allá había comprado unas botellas de lejía en su tienda entre los días 5 y 9 de julio. 

 

Aquel vecino era Félix José Alba Peinado, un joven de 27 años propietario de un taller mecánico de motos en la calle Ingeniero La Cierva, en Su Eminencia. A las ocho de la mañana del viernes 22 de julio, varios agentes del Grupo Operativo Especial de Seguridad (GOES) asaltaron su casa de Palmete, situada a escasos metros de la tienda de José. Mientras dos de los policías, fuertemente armados, golpeaban la puerta con el ariete, otros agentes accedían a la vivienda por el balcón. Alba Peinado intentó resistirse, arrojó una especie de polvo -posiblemente yeso o cemento- contra los policías y les atacó en varias ocasiones. Tres agentes resultaron lesionados pero el sospechoso quedó detenido bajo el cargo de homicidio. 

 

Se le acusaba de haber matado al gestor que llevaba las cuentas y la documentación del taller, Joaquín Gómez Borrallo, de 62 años. Este hombre había salido de su casa de Rochelambert en su coche, un viejo Seat Ibiza de color burdeos, la mañana del 5 de julio. No regresó a la hora de comer. Su familia denunció la desaparición poco después. Uno de sus hijos recordó entonces que su padre atravesaba una profunda depresión y se encontraba de baja en su trabajo. Dos meses antes se le habían frustrado unas expectativas laborales, a lo que se había unido un robo sufrido sólo dos semanas antes de desaparecer.

 

La Policía calificó la desaparición como de alto riesgo. Como establece el protocolo para estos casos, la sala del 091 fue transmitiendo la descripción física y del coche del desaparecido cada dos horas a todos los patrulleros que estaban de servicio en la calle. Así, los investigadores supieron que el gestor había estado la mañana del 5 de julio en el taller que regenta Félix Alba, en el número 119 de la calle Ingeniero La Cierva. Gómez Borrallo fue visto subiéndose a una moto del dueño del taller y saliendo del local.

 

Cuatro días después, la noche del 9 de julio, el coche del gestor apareció ardiendo en un descampado de Alcalá de Guadaíra, muy cerca de la Venta La Liebre. Cuando los Bomberos apagaron el fuego, se encontraron un cadáver en el interior del vehículo. El cuerpo estaba completamente carbonizado y no era posible identificarlo a simple vista. Ni siquiera la Policía Científica pudo extraer ADN de los restos carbonizados del cuerpo, dadas las altas temperaturas que se habían alcanzado en el interior del coche en llamas. La Policía solicitó la colaboración del Instituto Nacional de Toxicología que, gracias a una técnica novedosa y compleja, logró confirmar que el cuerpo hallado en el maletero era el de Gómez Borrallo. La colaboración de Toxicología fue clave para tener listos, en apenas dos semanas, los resultados de un proceso que puede prolongarse varios meses.

 

En ese periodo la Policía ya había investigado a fondo la relación entre el dueño del taller y el gestor. Los agentes habían averiguado que éste mantenía una deuda con el primero, que le reclamaba 5.000 euros. La mañana del 22 de julio, cuando ya la Policía supo con certeza que el muerto hallado en el coche era Joaquín Gómez Borrallo, los agentes de operaciones especiales asaltaron la casa del sospechoso y lo detuvieron. Arrancaba la operación Colmena, llamada así por la afición del padre del presunto autor del crimen.

 

Ese mismo día fue detenido un amigo de éste, Manuel Benjumea Vidal, de 27 años, como presunto cómplice del asesino. Benjumea Vidal confesó ante los agentes del Grupo de Homicidios que había ayudado a Félix Alba a limpiar la casa y a deshacerse de las pruebas del crimen. El homicidio se habría cometido, por tanto, en la vivienda de Palmete donde residía el dueño del taller, y donde la víctima habría estado retenida. Después, introdujo el cuerpo en su vehículo y llevó el coche hasta el descampado de Alcalá, donde le prendió fuego. Para limpiar la casa, compró lejía y otros productos en la tienda Arimas.

 

Limpió tan bien -y el estado del cadáver era tal- que no se ha podido establecer cómo se produjo la muerte. La Policía encontró el viernes un hacha en el registro de la vivienda del sospechoso, pero el arma no contenía ningún resto biológico de la víctima. El presunto autor del crimen no confesó su participación en el asesinato ante la Policía, que le tomó declaración a lo largo del fin de semana.

 

Durante la mañana de ayer, los dos detenidos fueron puestos a disposición del juzgado de Instrucción 2 de Sevilla, que investigaba la desaparición de Gómez Borrallo y mantenía el caso declarado como secreto. Paralelamente, el asunto también estaba siendo investigado por el juzgado de Instrucción 4 de Alcalá de Guadaíra, sobre el que recayó el hallazgo del cuerpo carbonizado. Una vez confirmada la identidad, el caso pasó al juzgado que llevaba la desaparición. El juez de Instrucción 2 de Sevilla, Carlos Mahón Tabernero, decretó el ingreso en prisión de los dos arrestados. Para que no tuvieran contacto entre ellos, uno ingresó en la cárcel de Sevilla y el otro fue trasladado al centro penitenciario de Huelva. 

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