Real madrid-sevilla

Tuvo miedo a ganar (1-0)

  • Un digno Sevilla cae por la mínima en prácticamente el primer tiro entre los palos del Madrid, que apretó tras la expulsión de Carvalho. El equipo tuvo menos salida jugando con uno más

Una pizca de ambición le hubiera bastado al Sevilla para lograr lo que nadie ha hecho en casi nueve años, derrotar en su propio feudo a un equipo de José Mourinho. El más digno Sevilla de los últimos partidos ligueros concatenó la quinta derrota en el campeonato nacional por temblarle el pulso en los momentos en los que se decidió el partido, en una segunda parte que pudo encauzar si Negredo, tras un magnífico servicio de Luis Fabiano, no hubiera lanzando al limbo la mejor ocasión de todo el partido por parte de los dos equipos. Pero la expulsión de Carvalho, por un codazo al propio Negredo, envalentonó al Real Madrid, el técnico portugués acertó con los cambios y el Sevilla dejó de mirar de frente a su poderoso rival para acabar cediendo y lamentando la ocasión perdida.

Y fue una gran ocasión porque pocas veces se verá a un Madrid que, ante los suyos, tenga menos profundidad y tan escasas ideas ofensivas. De hecho, el gol de Di María, tras un rechace que no supo defender bien nadie, desde Palop, que se resbaló, hasta una defensa que no tapó la portería vacía, fue prácticamente el único disparo entre los tres palos de los blancos, si se exceptúan un par de golpes francos de Cristiano Ronaldo que el meta sevillista atajó sin problemas.

La atrevida apuesta de Manzano de disponer a Negredo junto a Luis Fabiano arriba sirvió para que el Sevilla, sin llegar a tener mucha salida, asustara durante la primera mitad, pisando incluso más área que el Real Madrid. Se podía intuir que al Sevilla le iba a faltar cohesión en las líneas, pero la idea de adelantar éstas para intentar robar el balón lo más lejos posible de la portería de Palop fue efectiva y provocó el atasco madridista. En esa tarea, el trabajo de Konko en la banda derecha, ayudando a Dabo y también en la presión hacia dentro, fue clave para que el Sevilla se fuera al descanso no sólo indemne, sino incluso pisando más el área que el conjunto de Mourinho.

Al Madrid le faltó continuidad en el juego, entre otras cosas porque, sin Xabi Alonso y con Özil demasiado adelantado, le faltaba esa pieza que engarzara con el taque. La defensa sevillista, con ese adelantamiento de líneas, estuvo firme pese a los desmarques de Benzema, que casi vivía en fuera de juego. De esa forma, en pocas ocasiones tuvo que intervenir Palop, muy pocas para estar defendiendo una portería del Santiago Bernabéu.

Bajo ese patrón de la presión y las ayudas, al Sevilla le faltaba salir un poco más, conectar algún contragolpe, o que Luis Fabiano se quedara con alguna pelota. Sin tener mucha salida, el lanzamiento en largo de Romaric permitió que el equipo se desahogase, sobre todo gracias a los desmarques de Negredo, que tuvo una pugna constante con los dos centrales blancos. Incluso Carvalho tuvo que agarrarlo en el alargue del primer periodo para evitar que su control orientado de cabeza lo dejase solo ante Casillas. Al saque de la falta Romaric le pegó a la pelota fuerte y raso, Casillas rechazó en corto y Konko estuvo a punto de llegar al remate. Pepe, como en otra gran ocasión anterior de Negredo, estuvo muy atento y ejerció de apagafuegos justo antes de que Clos Gómez decretara el final del primer periodo, en el que los ánimos empezaron a crisparse en el Bernabéu ante la desazón que empezaba a sufrir un Real Madrid que sólo atacó a arreones y en el que faltaban las ideas ofensivas.

El Sevilla continuaba bien plantado y el runrún empezó a correr por el graderío de Chamartín, que no comprendía por qué su pegador equipo apenas inquietaba a Palop.

En esas estaba el choque cuando llegó la gran ocasión de Negredo, en la única acción de mérito de un Luis Fabiano que apenas participó en el juego. Pero sí tuvo la clarividencia para ver al vallecano. El problema es que éste es zurdo cerrado y, obligado por un central, no pudo batir a Casillas con su pierna mala. La ocasión perdida hacía barruntar lo peor, por aquello de que quien perdona al Madrid lo acaba pagando. La cosa parecía ponerse de cara para el Sevilla con la expulsión de Carvalho, pero el Real Madrid, habitualmente, es incluso más peligroso cuando está herido. Además, Mourinho le dio más profundidad a los suyos con el ingreso de Pedro León y Granero, dejando a Di María fijo en la izquierda. El argentino comenzó a percutir hasta que, tras un disparo de Pedro León, cantó bingo. Y el Sevilla se descompuso.

Con tiempo por delante aún, aunque sólo quedaba un cuarto de hora, se perdió en un quiero y no puedo. La salida de Acosta, por ejemplo, sólo sirvió para comenzar una tángana absurda que agradeció el Madrid a esas alturas. Luis Fabiano seguía perdido y sin conectar con nadie, los centros de Capel eran cada vez más inocuos... Y el Sevilla acabó perdiendo ante el peor Madrid que se recuerda, al que bastó una jugada individual y el miedo que inspira en los rivales.

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