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Ese remate con el pie derecho...

  • El vallecano, que se fajó casi en solitario en la parte de arriba, desperdicia ante Casillas la mejor ocasión del Sevilla · Su trabajo desquició a Ricardo Carvalho, a quien acabó por sacar del partido por tarjetas

Seguro que Álvaro Negredo le dará mil vueltas a la acción del minuto 58. Luis Fabiano, casi desaparecido durante toda la noche, saca a relucir su calidad para asistir al vallecano a la espalda de la zaga madridista y éste, solo ante Iker Casillas, dispara con el corazón en forma de pie derecho y el balón se marcha por encima de la meta merengue. Por ahí, cuando todavía se disputaba un partido de once contra once, pasó el triunfo sevillista, focalizado en un delantero con sello de La Fábrica.

Y es que Negredo sí compareció a la altura que demandaba el encuentro. Con Luis Fabiano como pareja de baile, algo que no se repetía desde hace mucho tiempo y que nunca otorgó rédito alguno, el delantero formado en las categorías inferiores del Rayo Vallecano -al Madrid llegó para jugar en el filial- se fajó ante la defensa madridista, obteniendo petróleo casi en cada acción.

El vallecano se mostró crítico con la política del club de Concha Espina en unas recientes declaraciones. "A mí no me dieron la oportunidad de poder jugar, entonces no sé si se equivocaron o no. El caso de Mata es el que peor vi. Todos sabíamos las condiciones que tenía jugando en el Real Madrid Castilla y no pensaron en renovarlo ni nada. En ese caso es en el caso que veo que más se han equivocado", explicaba Negredo hace unos días. Y con ese cierto aire de revancha se empleó durante el encuentro, como queriendo reivindicar a una cantera maltratada ahora que la del Barcelona aparece tan elogiada. En el equipo dirigido por José Mourinho únicamente Arbeloa y Casillas, y posteriormente Granero, aparecieron con el sello de la casa, algo en lo que muchos quieren señalar su principal hándicap respecto al el Barcelona de Guardiola.

Y ayer Negredo, otrora tantas veces criticado, exigió la máxima atención de los centrales madridistas, que no eran precisamente noveles. Tanto apretó el vallecano que acabó por desquiciar a Ricardo Carvalho, algo hasta ahora inédito en la Liga española, a quien sacó del partido por doble amonestación. La primera tras un excelente control con la cabeza que obligó al portugués a derribarlo cuando era último hombre y jugándose la roja directa; la segunda, cinco minutos después de aquella ocasión errada, tras recibir un codazo del central en disputa en el aire. El trabajo oscuro de Negredo obtenía recompensa y el Sevilla disponía de media hora de juego con un jugador más.

Pero, como le ocurriera al resto del equipo, Negredo se diluyó en esos minutos de superioridad numérica. Quizá la respuesta desde el banquillo no fue la mejor para aprovechar una ventaja que en pocas ocasiones se consigue en el Santiago Bernabéu, pero también el Madrid de Mourinho puso en liza su versión más canchera, con Di María como mejor exponente.

Negredo expuso en su antigua casa las dos caras de su fútbol. La mejor, ésa que le hace rebelarse ante la inferioridad y obtener recompensa en situaciones complicadas; la otra, la más negativa, ese remate con el pie derecho que seguro que no le dejó dormir.

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