Construcción

La debacle inmobiliaria

  • El hundimiento de algunas inmobiliarias es el símbolo del fin de una época, la del auge del ladrillo, y del agudizamiento de una crisis que desde la construcción se iría contagiando a lo largo del año al sector financiero.

Como una señal de mal augurio de lo que sucedería más tarde, 2007 terminó con un sonado terremoto inmobiliario. Colonial, hundida en la bolsa, se enfrentaba a una crisis inimaginable pocos meses antes. Los principales accionistas ponían a la venta sus títulos y el sevillano Luis Portillo abandonaba la presidencia del consejo. El año prometía ser duro, y lo fue. Como pasó con todas las grandes inmobiliarias, sus activos, valorados en miles de millones de euros, sufrieron una caída impensable de su valor. El mito del ladrillo se hundía.

Con todo, Colonial no fue de las peor paradas en 2008. Sus activos han caído en manos de las entidades financieras, y la inmobiliaria ha conseguido un crédito sindicado para refinanciar su deuda por 7.000 millones de euros. De momento, ha conseguido sobrevivir a un concurso de acreedores, que no es poco. Y no pueden decir lo mismo otros gigantes, como Martinsa-Fadesa y Habitat. El hundimiento de estas dos inmobiliarias es el símbolo del fin de una época, la del auge del ladrillo, y del agudizamiento de una crisis que desde la construcción se iría contagiando a lo largo del año al sector financiero.

El pistoletazo de salida ocurrió a mediados de julio. Martinsa-Fadesa, presidida por Fernando Martín, fugaz presidente del Real Madrid, protagonizaba el mayor crack de la historia empresarial española. El grupo arrastraba una deuda de 5.100 millones de euros y antes de la fatídica decisión había conseguido un acuerdo con 45 bancos para refinanciar 4.000 millones. Con una condición: que obtuviera un crédito de 150 millones para dotarse de liquidez. Ni siquiera el Instituto de Crédito Oficial le concedió el préstamo y sólo quedó una salida: el concurso.

A finales de noviembre llegó el segundo batacazo. La quinta mayor firma del sector, Habitat, presentó también un concurso de acreedores al no poder soportar su nivel de deuda, de 2.300 millones de euros. La empresa presidida por Bruno Figueras pasó a convertirse en un gigante en 2006, cuando compró a Ferrovial su división inmobiliaria y para conseguirlo asumió un volumen de deuda de 2.200 millones. La operación resultó fatal, ante el brusco cambio de ciclo inmobiliario.

El camino de Martinsa y Habitat ha sido el mismo que han seguido, con menor repercusión, otras inmobiliarias como Tremon, Llanera, Jale, Lovipro, Lábaro, Seop, o Contsa, ésta última, radicada en Sevilla, en suspensión de pagos e inmersa en un proceso judicial por estafa y delito societario. Entre las grandes, sobreviven a base de refinanciaciones bancarias la mencionada Colonial, Metrovacesa y Reyal Urbis. Al cierre de esta publicación, Nozar estaba en una situación muy delicada al tener que enfrentarse de forma inmediata a una demanda de concurso presentada por uno de sus acreedores.

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