zaragoza - betis · informe técnico

Denle el balón y será de Primera

  • El eje Cañas-Beñat-Salva Sevilla no se dejó discutir la posesión de la pelota tras la ardorosa salida del Zaragoza. Al creciente control en la medular le siguió la paciencia para esperar a que el rival se desnudara.

"Denme un punto de apoyo y moveré el mundo", proclamó el matemático Arquímedes. La escritora Agatha Christie hizo una variante igual de gráfica: "Denme una botella de veneno y construiré el crimen perfecto". Pepe Mel, o más bien Beñat, podrían hacer una variante de la frase: "Denme el balón y construiré un equipo de Primera". Porque está claro como el agua clara que este Betis necesita la pelota para competir. Sin ella sufre, no se reconoce. El Zaragoza salió decidido a quitársela y embotellarlo. No le cabía otra en su romántica aventura hacia una salvación en la que hoy por la mañana ya no creería ni Agustina de Aragón. Pero el Betis no estaba dispuesto a caer en la misma trampa que cayó en aquella gélida tarde de Palma de Mallorca. Respondió a la sacudida mañana con carácter -el de Cañas, que reclama su sitio ante el mismísimo Iriney- y maduró el partido bajo la aguda dirección de Beñat. Qué manera de mover los muñecos la del vasco.

Defensa

Jugar con Nelson como lateral derecho y ubicar por delante a un jugador que huye de la cal, como Salva Sevilla, suponía asumir ciertos riesgos en ese costado derecho de la defensa verdiblanca, por mucho que Cañas tuviera querencia a dejarse caer también por esa banda. Y así lo vio el Zaragoza, que encontró en su lateral izquierdo Obredovic, despojado de muchas tareas defensivas, a un estilete con el que crear superioridad numérica ante el apurado lateral portugués de los verdiblancos. El serbio supo colarse por el pasillo y conectó con Lafita. Pepe Mel reaccionó pasados los primeros 25 minutos y cambió de banda a los volantes, Salva Sevilla y Jefferson Montero. Con la bala ecuatoriana delante, Obradovic se lo pensó más a la hora de buscarle las cosquillas a Nelson: de repente, sus tareas sin la pelota se multiplicaron.

Por dentro, Cañas empezó a barrer con su ya habitual inteligencia táctica y su más que estimable técnica: porque también hay que tener técnica para rebañar un balón con limpieza y procurar una salida limpia de la jugada entre el bosque de piernas que propuso Manolo Jiménez.

Tapado el agujero de la banda de Nelson, el Zaragoza se entregó él solo. Con sus limitaciones, sus urgencias. Y poco a poco, con su desorden. Las entradas de Juan Carlos, Barrera y Dujmovic no hicieron sino fracturar más a los aragoneses por el medio.

Ataque

Mucho tuvo que ver en esa progresiva fractura del Zaragoza por el medio la disposición bética, valiente incluso con el 0-1 a favor. Beñat y Salva Sevilla, lejos de perder metros y acularse, siguieron pisando el campo del rival. Y cada vez con más espacios. Ambos lanzaron con visión y precisión los contragolpes, bien acompañados por los desmarques de ruptura de Rubén Castro y Jorge Molina. Éste jugó muy bien de espaldas a la portería y ejerció de pantalla para devolver la pelota al que veía de cara, cuando no servía él mismo el pase certero al corazón del área. Rubén, por su parte, tocó menos el balón pero apareció en la suerte suprema, que es para lo que está.

Virtudes

Tuvo arredros para evitar que el Zaragoza se adueñara de la pelota y del control. Se la quitó y a partir de ahí tejió el juego hasta que el rival se fuera desnudando, víctima de sus propias urgencias. Beñat sigue creciendo.

Talón de Aquiles

Jugar con Salva Sevilla como falso extremo derecho puede tener sus riesgos atrás. No fue a más.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios