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Con el sello de la sutileza

  • Guardado exhibió alguna de sus virtudes, como la elegancia en la conducción o las asistencias milimétricas · Impuso su calidad a la velocidad y el ímpetu de Nelson

La elaboración del buen juego requiere de la combinación de virtudes técnicas y un compendio de las mismas aparecen reflejadas en Andrés Guardado. El mexicano, sin llegar a su mejor nivel, exhibió velocidad, toque y oportunismo para asistir a Riki incluso después de haber errado en la definición, una cuestión que no es precisamente la suya. Tras un duelo equilibrado con Nelson en el primer tiempo acabaría imponiendo su sutileza al ímpetu y la velocidad de Nelson.

Si un jugador es indiscutible en el sistema de Miguel Ángel Lotina ése es Guardado, el único que no rota en la Copa del Rey, la UEFA o en la propia Liga si sus condiciones físicas son las adecuadas. Su capacidad para asociarse con los compañeros facilita la creación del juego y la definición de los delanteros. Que se lo pregunten a Riki, que recibió una asistencia medida para romper el gafe de los delanteros en la Liga.

La actuación de Nelson tuvo, esta vez, más sombras que luces, al contrario de lo que venía ocurriendo en los últimos partidos. El portugués comenzó animado e incluso protagonizó algunas de las mejores internadas del ataque verdiblanco, exhibiendo una de sus mejores virtudes. Pero acabó diluyéndose, como todo el Betis, tras la jugada del primer gol deportivista.

Guardado no es extremo al uso y así lo demostró en Heliópolis. Continuos cambios de banda, sobre todo en el primer tiempo, el trazo de diagonales y los continuos apoyos en corto le convierte en un interior más que en un hombre pegado a la cal. Aunque su mejor versión acabó apareciendo cuando conectó su zurda desde el extremo. Su estilo recuerda al de un símbolo del Súperdepor como Fran y de ahí quizás provenga su buena conexión con los aficionados blanquiazules, que recuerdan en la figura del menudo mexicano al que fue uno de sus ídolos de siempre.

Y decíamos que el partido de Nelson fue de más a menos. Como botón de muestra la jugada del segundo gol, cuando erró en el pase facilitando la posterior galopada de Lafita, que se encontró sin oposición prácticamente sin amagar un regate. El portugués acabó perdido en la precipitación, algo que aparece cuando se quiere aparecer en más sitios de los debidos. Quizás la sutileza de Guardado acabó penetrando en la cabeza de Nelson hasta revertir el comienzo de partido. Un triunfo de la técnica sobre la voluntad.

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