Wert

Con Cataluña camino de la independencia, el ministro de Educación, Cultura y Deportes, José Ignacio Wert, defendió la necesidad de españolizar a los escolares catalanes. ¡Toma ya! El lío que se ha montado ha llevado al PSOE a registrar una petición de reprobación del susodicho en el Congreso de los Diputados y a la Generalitat a tachar sus manifestaciones de puro franquismo. En vez de enfriarlo con algo de sentido común -reclamando prudencia, diálogo, consenso, etc.- optó por echarle gasolina al problema catalán. Como pirómano político no tiene precio este sociólogo dicharachero. Su pasada de frenada la empeoró el viernes cuando se ratificó con otra gracieta: Estic molt orgullos del que he dit (Estoy muy orgulloso de lo que he dicho).

Padre intelectual

Por cierto, aunque ya lo he contado alguna vez, no está de más recordar que Wert fue el padre intelectual de la sutil pregunta planteada en el referéndum andaluz del 28-F. El derroche de cinismo y poca vergüenza fue el siguiente: "¿Da usted su acuerdo a la ratificación de la iniciativa prevista en el artículo ciento cincuenta y uno de la Constitución a efectos de la tramitación por el procedimiento establecido en dicho artículo?"

Problema catalán

Pese a que con estas declaraciones ha ganado muchos puntos para continuar en el vagón de cola del Gobierno, Wert no es el máximo responsable del desbarajuste territorial que empieza a vivir España. Tal como señaló el pasado miércoles el diputado socialista Ramón Jáuregui, el principal artífice de esta ceremonia segregacionista en el Gobierno es el titular de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, que, obsesionado con el cumplimiento del objetivo déficit, se olvidó de construir una auténtica política territorial. Dicho esto, el malo de esta película no es otro que Artur Mas, que está utilizando el soberanismo para que CiU gane las elecciones y para sacar más tajada del modelo de financiación autonómica para Cataluña. Pero el Gobierno también tiene mucha culpa de que la inestabilidad territorial esté cotizando a la Bolsa.

Escudo antimisiles

Los ministros de Asuntos Exteriores y Defensa, José Manuel García-Margallo y Pedro Morenés, comparecieron juntos el pasado miércoles ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados para informar sobre el nuevo acuerdo alcanzado con Estados Unidos para modificar el convenio bilateral en materia de Defensa con España. Gracias al mismo, cuatro destructores norteamericanos y 1.100 militares llegarán a la base de Rota como parte del sistema antimisiles de la OTAN. Cuando fue interpelado sobre los beneficios que reportará este acuerdo, Morenés anunció que se crearán más empleos en la base roteña y se mostró convencido de que Navantia alcanzará acuerdos con la Marina norteamericana para la reparación de los barcos. Ante las críticas vertidas por el portavoz de IU, José Luis Centella, el ministro le respondió con mucha contundencia: Primum vivere deinde philosophari (primero vivir, después filosofar).

Griñán

Ante la queja formulada por la diputada gaditana Mamen Sánchez, García-Margallo reveló que informó el pasado 8 de octubre, a través de una carta, al presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, del nuevo convenio. Morenés dejó entrever el escaso interés del Gobierno andaluz en el asunto. Por cierto, Griñán parece tener cada vez más agenda nacional. El martes próximo almorzará con el líder de los socialistas valencianos, Ximo Puig, en Madrid. Hay quien le ve ganas de iniciar la aventura política nacional, sobre todo ahora que Carme Chacón está casi desaparecida. Si los socialistas le cogen el punto, algo cada día más difícil, todo es posible.

Foro Parlamentario

Los presidentes del Congreso de los Diputados y del Senado, Jesús Posada y Pío García Escudero, presidirán el VIII Foro Parlamentario Iberoamericano, que se celebrará en Cádiz los días 25 y 26 de octubre, para conmemorar el Bicentenario de la Constitución de Cádiz de 1812.

El desfile militar del Día de la Hispanidad del viernes estuvo marcado por los recortes. Económicamente, con un 70% menos de fondos que en 2011, no hubo tanques, ni blindados, ni aviones (salvo la Patrulla Águila, que dibujó en el cielo madrileño los colores de la bandera nacional). En fin, la mayoría de los 2.600 militares que desfilaron lo hicieron a pie. Protocolariamente, la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín no asistieron y la infanta Elena estuvo en el palco de invitados. Por no haber, no hubo ni abucheos a los políticos, habituales en tiempos de ZP. Quien no se cortó fue el Rey, que tuvo unas palabritas con Rajoy sobre la españolización de Cataluña.