Hacia fines del siglo XVI, la frase "Todo vale en el amor y la guerra" comenzó a ser utilizada en diversas formas.
Mientras que el amor aún no tiene un libro de reglas universalmente aceptadas, a la guerra sí se le dieron leyes: las Convenciones de Ginebra, que cumplen ya sesenta años, limitan la forma en que se libran las guerras y constituyen la piedra angular del derecho internacional humanitario.
Las reglas de la guerra comenzaron a existir antes de aquel 12 de agosto de 1949, en que se revisaron y ampliaron las convenciones, porque los sucesos de la Segunda Guerra Mundial, que llevaron a la muerte de unas 70 millones de personas, en su mayoría civiles, ya habían generado un cambio sustancial en el punto de vista de los líderes mundiales.
Las convenciones hicieron foco en los soldados heridos y prisioneros de guerra y por primera vez quedaba claro cuánto necesitaban los civiles de protección y normas.
"Miren el sufrimiento humano en la guerra", dijo Knut Dormann, líder de la división legal del Comité Internacional de la Cruz Roja, al hacer un listado de atrocidades como violaciones, asesinatos, torturas y desapariciones forzadas. "La ley dice que están prohibidas. Si las leyes fueran respetadas, esto haría una tremenda diferencia para la gente".
En opinión de Nicolas Vercken, de Oxfam France, el trabajo real durante los conflictos consiste en aplicar los principios establecidos en las Convenciones de Ginebra. "Desde nuestra perspectiva, la principal cuestión es hacer efectivo el derecho internacional en el campo de batalla".
"La regla más básica es que no se puede herir a civiles. Esto es esencial, el estándar más bajo que todos deben atender en todas partes".
Pero en paralelo, los combatientes han ingresado a una nueva fase, en la medida en que los conflictos armados involucran cada vez menos a dos ejércitos peleando uno contra otro y se plantean más como movimientos de guerrillas.
El momento de borrón y cuenta nueva fue, según los observadores, el 11 de septiembre, cuando los ataques terroristas en Estados Unidos hicieron caer en picada el derecho internacional. "La 'guerra contra el terrorismo' ha minado realmente las convenciones y su aplicación", considera Vercken.
Un poder global dominante y una gran democracia estaban cuestionando la relevancia del derecho internacional, y bajo los ojos de muchos expertos, violándolo también, al recurrir por ejemplo a torturas junto con tácticas militares que pusieron en tela de juicio la creación del derecho internacional.
Es difícil definir a grupos como Al Qaida, que con orgullo atacan a civiles, mediante los moldes del derecho internacional. No son un ejército, ni tampoco los grupos de liberación de mediados o fines del siglo XX.
El anuncio de Barack Obama en su primera presentación como presidente de Estados Unidos de que cerraría la prisión de Guantánamo y la sensación de que los líderes militares tenían el objetivo de reducir las bajas civiles en Irak y Afganistán entusiasmó a activistas de Oxfam y de otros grupos similares.
Dormann, un optimista, señala que aún en los peores momentos, el derecho internacional nunca fue arrojado por la ventana. "Ningún Estado dirá jamás que está bien matar a civiles (...) A lo sumo, tratará de justificarlo", diciendo por ejemplo que los civiles no eran inocentes o que las conquistas militares justificaban la muerte de no combatientes.
Es la implementación, no la letra de la ley, lo que es problemático, opina Dormann. De hecho, en la década pasada se añadieron dos nuevos e importantes instrumentos al canon de la ley: la prohibición de minas terrestres y la prohibición de bombas racimo consiguieron la firma de muchos países.
Con la Corte Internacional de La Haya actualmente en funciones y dando a supuestos criminales de guerra y víctimas su turno en un juicio, la justicia institucional tiene una posibilidad de hacer que la cuestión no quede en un libro de códigos sin un sistema en consonancia.
De todas formas, la administración de esa justicia determinará la legitimidad a largo plazo del tribunal. Ya hay quienes alegan una "justicia selectiva", según la cual algunos líderes débiles son juzgados, mientras que otros quedan en libertad.
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