ROSS/JUVENTUDES MUSICALES DE SEVILLA | CRÍTICA

Sumando esfuerzos por la excelencia

Carlos Martínez y la Sinfónica.

Carlos Martínez y la Sinfónica. / Guillermo Mendo

Por más que pueda parecer lógico y casi natural lo contrario, en Sevilla aún resulta bastante complicado poner de acuerdo a dos o más instituciones para abordar proyectos comunes. El individualismo y el deseo de no compartir protagonismo viene desde hace años lastrando las posibilidades de abordar iniciativas globales pensadas desde la ciudad y para la ciudad.

Algunas señales se ven despuntar de que esto comienza a cambiar y muestra de ello es este concierto en el que se dan la mano de tú a tú la Sinfónica y Juventudes Musicales de Sevilla para construir un cauce por el que los emergentes valores hispalenses de la música puedan ser conocidos en el escenario por excelencia de la ciudad. Y a la vista del resultado puede aventurarse una feliz trayectoria para el futuro inmediato.

Álvaro Mur abordó una de los conciertos más dramáticos de Mozart, con esa densa y precursora introducción orquestal que al director se le escurrió entre las manos y que no alcanzó a sonar con toda la profundidad y energía de ataques que necesita. Se limitó toda la obra a marcar una compañamiento plano y sin acentuaciones, para dejar que Mur pusiera de su parte la articulación clara y el fraseo más expresivo.

Martínez (aquí acompañado con mayor brío) se adentró en Bruch con plenitud de facultades técnicas y expresivas, con brillo y pasionalidad en ataques y frases.

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