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Crítica de Jazz

Intenso diálogo entre campeones

Si el público que el martes acudió a ver tocar a Chucho Valdés y Gonzalo Rubalcaba hubiera estado compuesto exclusivamente por ejemplares de la cotorra de Kramer -especie de las llamadas invasoras que todos ustedes conocerán-, la algarabía habría sido menor. Coro de toses, enconados papelitos de caramelo y el tono del teléfono móvil de rigor estorbaron el disfrute del concierto, sobre todo en sus momentos más sutiles, como aquella tan hermosa First Song que Rubalcaba se marcó a solas, y con las que el aficionado, ya en casa, puede reencontrarse en varias versiones a cada cual mejor: por ejemplo, la de sus discos Discovery: Live at Montreux o, más recientemente, Charlie.

Los dos pesos pesados del jazz afrocubano exploraron todas las posibilidades de un instrumento que dominan de manera tan distinta como complementaria. El formato -dúo de pianos enfrentados- resulta idóneo para apreciar el contraste. Todo en ese cuadrilátero que forman los dos pianos está medido para que los virtuosos actúen a discreción y entreveren sus extensos y fogosos fraseos en un juego de llamadas, citas y respuestas.

El reparto de temas también es equitativo: composiciones propias o que han hecho suyas Rubalcaba (Joan, su ya citada First Song) y Chucho (Mambo influenciado, Punto Cubano o ese Concierto de Aranjuez que para su banda arreglara Leo Brouwer). La versión de Caravan a los postres nos lleva al recuerdo de la actuación de Chucho en 2015 sobre estas mismas tablas, de la que escribimos: "anda entre lo pugilístico y la delicadeza, impulsado siempre por una riqueza rítmica y armónica que hacen olvidar lo que en otro músico podría pasar por efectismo". Volví a echar de menos algo más de esa delicadeza de matices en tan intenso diálogo llevado al paroxismo.

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