Cultura

Manuel León ilumina Santa Clara

  • El pintor regresa a Sevilla, tras triunfar en Bruselas, México y Madrid, con una exposiciónen torno a la estética barroca y la costilla de Adán que crece en las viejas huertas del convento

Manuel León (Villanueva del Ariscal, 1977) es el protagonista de una de las carreras más fulgurantes entre la activa generación de artistas sevillanos nacidos en los 70. Desde que a finales de 2014 inaugurara en el CAC Málaga su primera individual en un museo, Un mundo sin luz, el público español y el coleccionismo internacional han puesto los ojos en la potencia colorista de un pintor irónico y bienhumorado cuyos óleos y acuarelas trasladan siempre sus convicciones cívicas y ecológicas. México, Estambul, Bruselas, Dallas, Madrid o Santander son algunas de las últimas ferias y escalas en el itinerario de Manuel León, quien tras siete años sin exponer en Sevilla lo hace ahora con un proyecto titulado La costilla de Santa Clara que ha comisariado Pedro Jiménez (Zemos 98) y que, organizado por el ICAS, puede verse hasta el 10 de septiembre en el antiguo cenobio de las monjas clarisas.

"En un mundo donde la tendencia natural de lo humano nos está llevando al asesinato de la naturaleza, Manuel León hace un reconocimiento, en clave micropolítica, a una planta centenaria", relata Pedro Jiménez sobre el cuerpo central de la muestra, la semi-trepadora Monstera Deliciosa -conocida popularmente como costilla de Adán-, y en concreto, sobre el ejemplar que crece en el monasterio, en el camino que conduce del claustro hasta la Torre de Don Fadrique.

Para el comisario, "la muestra se propone trascender esa planta olvidada y casi abandonada a la categoría de divinidad". Pedro Jiménez cree que la espléndida costilla de Adán del convento de Santa Clara, que ha servido de base para esta serie, habría sido plantada a propuesta de Juan de Talavera, el arquitecto y paisajista que adecentó las viejas huertas para dar cabida al museo arqueológico municipal entre los años 1920 y 1924 y que diseñó la alberca en la que se reflejaba la Torre de Don Fadrique. Muy cerca, un frondoso laurel que pasa por ser el más antiguo de Sevilla y la estatua de Fernando VII regalada por Francia a Isabel II son otros inquilinos de los jardines que se han infiltrado en el imaginario de Manuel León para este proyecto, como prueba la acuarela El Repudiado. "Es mi visión de esta estatua fundida en bronce que durante tanto tiempo ha estado arrumbada en los jardines de Santa Clara. De Francia llegó a Sevilla en 1861 para colocarse en los jardines de San Telmo pero fue un regalo envenenado. El desprecio popular por Fernando VII era tan grande [El Deseado pasó a ser conocido por el sobrenombre del Rey Felón] que la estatua acabó siendo vendida de saldo en el mercadillo del Jueves y nunca se recuperaron sus brazos", repasa León ante una acuarela sobre papel con la efigie del monarca a la que rodean numerosos estudios de la costilla de Adán sobre fondos de colores impactantes -un azul que recuerda en su intensidad y misterio la Noche estrellada de Van Gogh, un rojo de cadmio oscuro- y otras acuarelas que conectan este trabajo con las series anteriores de los penitentes que le dieron a conocer.

"En mi última exposición, Cultura vegetativa, que acogió en 2016 la galería de Javier Marín, ya comencé a usar la costilla de Adán como metáfora e hilo conductor visual y conceptual para referirme a esas joyas patrimoniales que, a veces, crecen sin control y sin que ningún político repare en ellas. A esa serie pertenece, por ejemplo, la acuarela donde represento a San Justo y San Rufino sobre un fondo vegetal". Estos papeles anteriores, incluido el del nazareno que imita los movimientos de Israel Galván en su celebrada coreografía Arena, apenas tienen color frente a la apoteosis cromática de las nuevas acuarelas y los grandes óleos que centran el proyecto en el Dormitorio Bajo de Santa Clara y donde las raíces estéticas del Barroco están muy presentes aunque el audaz León sustituya las vírgenes y los ángeles turiferarios por estas deificadas costillas de Adán.

"La tradición del naturalismo sevillano me obsesiona y también la pintura holandesa y flamenca del siglo XVI. Velázquez, Murillo, Zurbarán, Valdés Leal... a todos les tengo un enorme respeto. Y Roelas me vuelve majareta, a menudo voy a La Anunciación a extasiarme mirando sus ángeles músicos", repasa sobre las influencias de un proyecto que el Ayuntamiento de Sevilla ha incluido dentro del programa del Año Murillo.

'De noche no puede ser' (2017), titulada en homenaje a una letra de la cantaora Rocío Márquez. 'De noche no puede ser' (2017),  titulada en homenaje a una letra de la cantaora Rocío Márquez.

'De noche no puede ser' (2017), titulada en homenaje a una letra de la cantaora Rocío Márquez. / Celia Macías

"Es cierto que en el Tríptico, la pieza principal de esta muestra, hago referencia a la Inmaculada de Murillo que robó de Los Venerables el mariscal Soult a través de elementos iconográficos como la media luna pero también pueden encontrarse en la sala guiños a otras obras del pintor, como Santo Tomás de Villanueva repartiendo limosna. Hay muchas influencias porque también cito cosas de los pintores de la generación anterior a la mía que más me interesan, como Curro González, Salomé del Campo, de la que encuentro un eco en el modo sobrio de componer, y Patricio Cabrera, que además de sentirlo como un maestro es casi vecino mío porque vive en Gines y siempre fue el ejemplo de que 'sí se puede' ser pintor y abrirte al mundo sin dejar tu pueblo".

Villanueva del Ariscal ha estado muy presente en la preparación de estos monumentales óleos. El Ayuntamiento de la localidad aljarafeña cedió a Manuel León un antiguo espacio en desuso, El Lagar, para que lo usara como estudio "e incluso me prestó los andamios que he necesitado para poder pintarlos. Todo han sido facilidades por su parte".

La inspiración primigenia partió también desde Villanueva, porque en la casa que León comparte con su pareja, la fotógrafa Celia Macías, y su hijo Darío, crece una costilla de Adán que ella había comenzado a fotografiar años atrás, como prueba la imagen que seleccionó el comisario Sema D'Acosta para la muestra del CAS Que vienen los bárbaros. Polaroids de Celia Macías, retratista además de la cantaora Rocío Márquez en sus últimos discos -Firmamento y el anterior El Niño-, se incluyen a modo de homenaje en una vitrina, junto a bocetos, dibujos y fetiches personales que desnudan la trama de afectos y complicidades -el grupo musical Pony Bravo al que asesora visualmente, Zemos 98, el colectivo Intervenciones en Jueves del que es miembro...- que ha tejido León a su alrededor y que desbordó las salas durante la inauguración la noche del viernes. Ese día quedó también abierta al público la iluminación que ha diseñado junto a Benito Jiménez para la costilla de Santa Clara. Como colofón, el 17 de junio Rocío Márquez y Raúl Cantizano protagonizarán una acción-concierto (entradas por invitación) y, el día 29, se presentará el catálogo de la muestra, que incluye aportaciones de Semíramis González, Esther Regueira y Celia Macías donde se abordan también cuestiones de género vinculadas al proyecto.

Manuel León se licenció en Bellas Artes en la Universidad de Sevilla pero su carrera cobró impulso en Málaga. "En 2013 hice una exposición en la galería de Javier Marín, En el vicio y la virtud, comisariada por Fer Francés, y para mi sorpresa o por mano del demonio se vendió toda la obra, que era de gran carga simbólica y donde estaban ya presentes los nazarenos y la reflexión sobre la cultura del Siglo de Oro. Poco después se me propuso montar una gran muestra en el CAC Málaga y aceleramos todo el proceso para que mi padre pudiera tener constancia de ella antes de fallecer. La titulé Un mundo sin luz en homenaje a mi tío Rafael, hermano de mi padre, que fue cantante del grupo Los Payos y escribió temas como Un mundo sin luz y aquella célebre María Isabel. Creo que hay algo en cada uno de nosotros de esa costilla de nuestros padres y madres, de quienes nos antecedieron. Yo ahora estoy muy implicado en mi pueblo y en el colegio de mi hijo, creo que se están dando pasos atrás en la sociedad en temas esenciales como los valores cívicos y, al menos a través del AMPA, quiero implicarme de forma activa y ser útil", afirma León.

Cuando se clausure en Santa Clara, y de la mano de la galería Javier López & Fer Francés de Madrid, que representa su obra, esta muestra viajará a Shanghai. En el mercado asiático el nombre de Manuel León cotiza alto desde que en la feria ARCO Madrid de 2014 protagonizara un inesperado éxito: "Un coleccionista judío nos compró la pieza más potente a los cinco minutos de abrirse la feria y aquello tuvo una enorme repercusión en los medios", recuerda. También le espera en los próximos meses en Córdoba la exposición individual por el premio de la Fundación Botín que se inaugurará en el primer semestre de 2018.

En todas esas citas, León quiere desarrollar los audaces fondos de color que ha pintado para Santa Clara y que desbordan en la última obra creada ex profeso, Ni contigo ni sin ti, donde deja constancia de su obsesión actual por la pintura de Rothko. "Aunque para mí el grande-grande sigue siendo Claude Monet, con ese gesto de resistencia personal de inventarse la naturaleza al diseñar el jardín de Giverny y utilizar esos nenúfares como motivo para seguir pintando cuando está quedándose ciego. En sus estremecedores relatos al óptico que le operó de cataratas, Monet escribe que sabe que existe el azul porque lo tiene en la paleta pero no lo ve y así, casi ciego, pintó las Ninfeas que se conservan en el Museo de la Orangerie, cuadros que son una instalación y obsesionaban a Rothko por el modo en que penetraba la luz en ellos. Nunca dejo de visitarlos cuando voy a París de un modo casi religioso", confiesa el pintor sevillano.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios