Nick Lowe es un tío grande y personal. Una vez que el Pájaro le dejó el ambiente calentito, salió al escenario con su acústica y nos ofreció un luminoso People change para pasar enseguida a desgranar los villancicos que dan cuerpo a estos conciertos, empezando por el animado A dollar short of happy escrito con Ry Cooder. Y la diversión se disparó al salir con él los cuatro enmascarados de Los Straitjackets, la guinda del pastel.

Pensamos que las canciones navideñas son tristes y sólo se bailan si los gitanos les meten duende, pero cuando cuatro calcos de Santo el Enmascarado de Plata, capitaneados por un señor venerable con el pelo también de plata, le metieron caña al Winter Wonderland allí no había quien se quedase quieto. Y no sólo le insufló vida nueva a villancicos clásicos -Let it snow, Sleigh ride- sino que los propios que compuso él para el Quality Street en el que se basa esta gira, son piezas fantásticas llenas de swing: Xmas at the airport, North Pole Express, y todo ello entremezclado con las que le han hecho eterno: Cruel to be kind, Ragin' eyes, You inspire me; un perfil de toda su carrera, dejando el rato de lucimiento para el sonido rumble y surf instrumental de Los Straitjackets. Gloria bendita, que para eso estamos en vísperas navideñas, la época de la Paz, amor y comprensión, que se hizo de rogar hasta los bises, cuando tras la tópica visión del batería enmascarado sobre el flamenco volvió a salir Lowe a poner las cosas en su sitio con el único recuerdo a su etapa en Rockpile,When I write the book, prólogo a su obra maestra.

Al irse la banda, Lowe se quedó un poco más con nosotros. Tenía que hacernos salir del teatro con los ojos brillantes y nos sobrecogió la emoción hasta el punto de casi no poder corear con él ese Alison que nos cantó al oído.