Crítica de Cine

'Narrational Geographic'

El joven Manuel Camacho, en una escena de 'Hermanos del viento'.

El joven Manuel Camacho, en una escena de 'Hermanos del viento'. / d. s.

Parece lógico que en estos tiempos de animalismo mal entendido proliferen los relatos y fábulas con un mensaje infantilizado de cordialidad y diálogo (sic) entre especies destinado a fomentar ese falso e idealizado discurso ecológico que apacigüe la eterna dialéctica entre el hombre y la naturaleza.

Hermanos del viento se suma a la tendencia, bastante vieja por otro lado, del cuentecito con mensaje entre el niño y la bestia (aquí un águila polluelo emancipada de su nido), para adoptar la escala paisajista, hiperrealista (hasta lo inverosímil) y épica propia del National Geographic con leves (y pobres) apuntes dramatizados protagonizados por un niño solitario, su hosco padre y la figura destinada a hacer las veces de guía y verdadero padre, el guardabosques que interpreta Jean Reno y cuya voz narra, para que no quede ninguna duda, cada una de las pequeñas y grandes peripecias de la historia.

El especialista Olivares (14 kilómetros, Entrelobos) y su colega Penker embellecen el prístino paisaje alpino con cámaras lentas, puntos de vista subjetivos, drones y mucho sinfonismo orquestal para que no quede resquicio alguno para la mera contemplación del misterio de la naturaleza y sus ciclos elementales de cambio estacional, aprendizaje, supervivencia y muerte. Así las cosas, Hermanos del viento tal vez encandile a esos niños y adultos que, como su protagonista, prefieren entender el mundo que les rodea desde la simplificación y lo bonito.

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