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Crítica de Música

Nostalgias 'reantiguas'

Como cualquier otro mundo artístico, el de las músicas históricas ha evolucionado durante las últimas décadas, tanto por razones estéticas como por mera competencia darwiniana; ha habido un evidente progreso en el plano técnico, aunque no faltan los nostálgicos que echan de menos a los artistas humanistas y las voces de fuerte personalidad de generaciones pasadas.

Contentos quedarían esos espectadores con el concierto de anoche, una especie de viaje en el tiempo a las virtudes y defectos de las voces de los años noventa. La de Marta Almajano, ya bien activa en esa década, es la de siempre, si acaso ligeramente más vibrada: bella de timbre, algo escasa en proyección (en particular en el registro grave), inconfundiblemente reconocible desde su característico color gutural, y expresiva siempre gracias a sus jeribeques ornamentales y sus pequeñas y constantes inflexiones dinámicas, a costa muchas veces de la claridad del texto -musical y lingüístico-.

El concierto fue un viaje en el tiempo a las virtudes y defectos de las voces de los noventa

Mucho más joven que la Almajano, sin embargo Hugo Bolívar también trajo al recuerdo las voces de contratenor pasadas, lejanas del poderío exhibido por Franco Fagioli hace muy pocos días y aún expuestas a las dificultades de esa cuerda: poco homogénea, con un paso de la voz entre registros demasiado evidente y una zona grave del falsete débil, sí tiene la valentía de ofrecer un sonido plano, apenas vibrado, que pese a ello cumple aceptablemente en afinación. Su buen gusto musical y su entrega lo convierten en un cantante solvente, aunque aún falto de enjundia para defender una música casi operística que cantó -como su mentora- un tanto pegado al papel.

El programa -como casi todo lo hecho este año en Sevilla- tomaba por los pelos a Murillo, en este caso su no-viaje a Italia, para engarzar solos y dúos transalpinos basados en acompañamientos repetitivos con algunos tonos hispanos de ese tiempo, incluido un par de grandeshits de Juan Hidalgo. También en ostinati se basaban varias de las piezas instrumentales interpretadas, estas sí a cargo de músicos ya puestos al día: solidísimos Zapico y Espasa tanto en técnica instrumental como en realización del acompañamiento, el asturiano mostró un sonido pleno y seguro en la tiorba; el catalán demostró por qué es profesor de improvisación en la ESMUC con un continuo florido y variado, incluso dotando de ese carácter espontáneo a una excelente tocata de Girolamo Frescobaldi -algo tan necesario en piezas de ese tipo como raro de escuchar-: el ferrarés resultó entretenido, incluso divertido, y no el compositor árido que suele. Como acompañantes llenaron el concierto de impulso rítmico y en general siguieron a los cantantes con flexibilidad y sensibilidad -no del todo, ay, en el Ferrari-.

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