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artes plásticas

Paseos por las vanguardias históricas

  • Manuel Ortiz y Carla Carmona repiensan el arte y la literatura en su exposición en el Cicus

'Correspondencia XVI'. 'Correspondencia XVI'.

'Correspondencia XVI'.

Revisar el arte moderno, repensar la literatura y el pensamiento, meditar, en suma, sobre nuestra tradición cultural es un buen ejercicio y este es uno de los efectos, pretendido o no, de esta muestra. No han faltado autores que han llevado a cabo ese tipo de reflexión. Baste recordar los dibujos y obras que Marcel Duchamp hizo sobre Ingres y Courbet o epistolarios como el sostenido entre Benjamin y Scholem. Eran sin duda trabajos hechos para ellos mismos o para amigos muy cercanos, aunque el azar o la investigación los sacara al fin a la luz y se incorporaran al conjunto de sus obras.

En Correspondencias, las ideas compartidas por Carla Carmona (Sevilla, 1982) y Manuel Ortiz (Sevilla, 1962), nacidas de muchas conversaciones, toman cuerpo en una propuesta que protagoniza en parte la pintura y en parte objetos que crecen en territorio incierto, fronterizo entre el objeto hallado y el poema visual. Entre ambos, a modo de mediación, unas esculturas, con prestancia necesaria para abrir espacio a su alrededor y con una estructura surgida del análisis de formas y que a la vez lo potencia.

'Autorretrato'. 'Autorretrato'.

'Autorretrato'.

Las obras pictóricas tienen como primera virtud la frescura: esa aparente espontaneidad que suele ser resultado de un largo y riguroso trabajo con la imagen. La confluencia de diversas técnicas (generalmente acrílico que incorpora según los casos acuarela, sanguina, grafito o lápiz) es índice, más que de virtuosismo, de ese entrañamiento con los materiales que brota de una praxis continuada. Un segundo valor de estas piezas es su solvencia para definir espacios. De la muestra de Manuel Ortiz, allá por el año 2003, recuerdo el vigor emblemático de ciertos iconos. En este caso (la comparación no es exacta al no ser igual la autoría), resalta la capacidad de definición de las pinturas. En ocasiones lo consiguen sólo con una diagonal, otras veces uniendo formas geométricas y orgánicas (como en los cuadros llamados Geometrías invadidas) y otras, mediante el análisis y posterior síntesis de formas. Alguna pieza, como Correspondencia larga I, enlaza elementos heterogéneos valiéndose del ritmo, al estilo de ciertos autores del pop neoyorquino. Pero los ecos que despiertan la mayoría de las pinturas son anteriores: remiten más bien a las vanguardias históricas. Trazan un paseo por la tradición (es el tercer valor de estas obras) que avivan la memoria de Magritte, Léger, Gris (en su época constructivista) y aun Mondrian y Moholy Nagy. No se trata evidentemente de réplicas sino de modos de emplear los diversos lenguajes: fragmentos de su léxico o rasgos de su sintaxis, resultado de una larga familiaridad con sus obras.

'Historia de la literatura'. 'Historia de la literatura'.

'Historia de la literatura'.

También los objetos despiertan la memoria de las vanguardias. En el collage titulado Carta I hay resonancias del Dalí dadaísta, los Cactus (botellas de agua mineral erizadas de elementos punzantes) remiten a los que Breton llamó objetos propiamente surrealistas y las cajas hacen pensar en las de Cornell. Pero en este caso hay diferencias notables respecto a los objetos de las vanguardias históricas. El cuidado de la forma, la referencia literaria y/o filosófica, las conexiones autobiográficas y una cierta fusión entre lirismo e ironía hacen que estos objetos sean sobre todo poemas visuales. También se apartan de los trabajos conceptuales que son más austeros, carecen de referencias personales y marcan una distancia crítica con cuanto suele llamarse arte: evitan, por así decir, el arco de la vivencia. Dentro de estas limitaciones, hay sin embargo dos objetos que poseen, a mi juicio, un alcance peculiar. Así, Pecera de artistas: una vitrina en cuyo interior aparecen fragmentos de cuadros (Gris, Dubuffet, De Chirico, Pollock, Mondrian) recortados en forma de pez y acompañados (si no me engaño) de una foto (tomada de la red) del tan comentado tiburón de Damien Hirst. La forma (pantalla de vidrio y formas flotantes) señala al acuario pero también al monitor de televisión y a la mezcla de alabanza retórica y banalidad teórica con que ese medio suele tratar el arte. Aún cabe llegar más lejos y ver en la obra una invitación a pensar qué es eso de la industria cultural.

El otro trabajo es Historia de la literatura: cincuenta y cuatro frascos de licor, vacíos, de vidrio opaco, cerrados, y etiquetados generalmente con una sola palabra que basta para identificar una obra. Como materialización de la memoria remite a cuanto guardamos de los libros leídos que hayan dejado en nosotros alguna idea viva. Como estilización de la biblioteca hace pensar en el libro como semillero de formas que cada lector hará o no germinar. Tal vez las dos dimensiones tengan sus raíces en La biblioteca de Babel y en la frase que encontró aquel buscador, "¡Oh, tiempo tus pirámides!". En todo libro suele haber un hallazgo. Casi siempre inesperado pero capaz de hacer una marca en el tiempo.

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