Crítica de Música

Retórica de la compasión

El Proyecto Atalaya de recuperación de patrimonio andaluz volvió después de unos años a la Catedral de Málaga, donde el navarro Juan Francés de Iribarren pasó más de 30 años como maestro de capilla (1733-1767), dejando una obra amplísima (próxima al millar de piezas) y de una extraordinaria calidad media.

La OBS puso esta vez el foco en una práctica habitual en la historia, la de la parodia: esto es, la reutilización de música ya escrita para obras nuevas, a veces con textos también nuevos. En este caso, se ofrecieron tres motetes y una cantata en los que Iribarren parodió números del Stabat Mater de Pergolesi, obra que se ofreció en la segunda parte en la versión conservada en la catedral malacitana.

Enrico Onofri puso todos los recursos instrumentales al servicio del texto

La OBS se presentó con una formación instrumental a voz por parte dirigida por un Enrico Onofri que puso todos sus recursos al servicio de la retórica del texto, enfatizando el carácter dramátco de la música con articulación de gran agilidad, acentuación muy marcada y un cuidadísimo tratamiento de dinámicas.

Las voces las pusieron dos de los más importantes cantantes de la actual música española. María Espada empezó irregular con un Ave Maria completamente original de Iribarren de tesitura incómoda, pero tras el primer dúo impuso la belleza luminosa de su timbre, la claridad y la fluidez de una voz expresiva y limpísima que se fundió a la perfección con la de un Carlos Mena que presentó un registro homogéneo, sin fisuras, con graves soberbios y siempre gráciles y elegantes figuraciones.

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