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Cultura

Zemos98 no se permite la tristeza

  • El festival, en curso desde el pasado lunes, propone hasta el sábado, con talleres, conferencias, proyecciones y conciertos, otra gestión de los recursos públicos 'invisibles' y de la vida en comunidad

"Imaginad a una multitud que arde en el combate de la vida", reza el lema de Zemos98, el festival que en esta edición, que se celebra hasta el sábado, y en la que alcanza los 15 años de reflexión sobre las mutantes y poliédricas manifestaciones de la cultura digital, ha decidido proclamar que a pesar de todo, precisamente en estos momentos, "políticamente no nos podemos permitir más tristezas". Por eso, en una continuación de la investigación colectiva y de espíritu lúdico iniciada el año pasado, la reflexión propuesta pivota de nuevo en torno al concepto de procomún, que podría definirse como el conjunto de esos recursos comunitarios que no son dominio público, que no son por lo tanto gestionados por el Estado, sino por una determinada comunidad: por la ciudadanía.

Una reflexión, en suma, sobre una política de los afectos, sobre "la vida que merece la pena ser vivida", y lo que es más importante: sobre cómo construirla a partir de la red de vínculos de cada entorno social, que busca "poner la vida en el centro" de todo, y que se articula fundamentalmente, pero no sólo, en la llamada Residencia Copylove, un formato puesto en marcha en la edición anterior y que en sus primeras sesiones durante esta semana ha pivotado sobre la empatía. "La dinámica es muy sencilla. Hay grupos pequeños, de unos 30 participantes, que por la mañana asisten a la presentación de la persona invitada y después, tras un pequeño descanso, participan en dinámicas de grupo. Se trata de pensar cómo gestionar o, sobre todo, cómo formalizar los problemas que surgen en cualquier comunidad. Está siendo interesante comprobar cómo estas nociones han arraigado entre el público, porque el objetivo es ése, generar una investigación colectiva sobre cómo se gestionan las comunidades", explica Pedro Jiménez, uno de los responsables de Zemos98.

Tras el paso de Alcira Padín y Lliure Hilla (miembros del Ateneu Candela, un centro social de la localidad catalana de Tarrasa) por el Centro de las Artes de Sevilla (CAS), donde se celebran estas sesiones durante las mañanas y con plazas ya cerradas (se precisaba una inscripción previa), hoy participará en la Residencia Copylove Carolina del Olmo, licenciada en Filosofía, cofundadora del colectivo Ladinamo y de la revista LDNM, integrante de Observatorio Metropolitando de Madrid y actual directora de Cultura del Círculo de Bellas Artes de la capital. El viernes, en el cierre, le llegará el turno a la filósofa Marina Garcés, profesora de la Universidad de Zaragoza y miembro del colectivo barcelonés Espai en Blanc, dedicado al "combate del pensamiento" y empeñado en "llevar la filosofía a la calle", como dice Jiménez. Ambas ofrecerán argumentos para redefinir conceptos como el de riqueza, dentro de una propuesta de reformulación del discurso político dominante, que parece asumir, lamentan los responsables del festival, que dinero es lo más importante que se necesita para la vida, dejando fuera de las prioridades el conocimiento, la cultura, el ocio, la vida misma.

Que no es que no importe en absoluto el dinero, claro. Zemos98 tiene este año un presupuesto de alrededor de 60.000 euros, explica Jiménez, lo que supone un 40% menos que el año pasado y una rebaja de "más del 50%" respecto a los manejados sólo tres o cuatro años atrás. Con esos recursos -económicos, aportados principalmente por el Instituto Andaluz de la Juventud y el Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla, aunque hay también fondos europeos y de la UNIA o aportaciones muy específicas de instituciones como el Centro Nacional de Arte Reina Sofía, entre otros- y con todos los demás -el entusiasmo, la "reivindicación de la alegría" que quiere ser esta decimoquinta edición, la perseverancia en su apuesta por la cultura y la innovación, "a pesar de que en Sevilla, aunque a veces se diga lo contrario, se apuesta bastante poco por todo lo que no se base en una visión tradicional de las formas de hacer, y la creación contemporánea o con ese sesgo es más bien volátil"-, Zemos98 se completa con otras actividades, menos teóricas pero que dialogan abiertamente con la dimensión conceptual del festival.

Así ocurre, por ejemplo, con las proyecciones (entrada libre hasta completar aforo) y las jornadas enmarcadas dentro del programa Código Fuente Audiovisual (previa recogida de entradas, dos por persona como máximo, a partir de las 18:00 en el propio espacio), que seguirán desarrollándose durante las tardes de hoy y mañana en el CAS. En el último caso, una serie de "conferencias más o menos audiovisuales" que combinan elementos escénicos con una cierta vocación ensayística, destaca, aparte de la nueva intervención de Marina Garcés (mañana), la que hoy brindará el colectivo madrileño Ecos del Gueto. Su propuesta es un análisis de la explosión del reguetón, el volcánico funk de las favelas brasileñas, la champeta, el kuduro o la cumbia electrónica, esos nuevos tropicalismos, genéricamente, que constituyeron un discurso del Tercer Mundo al margen del mismo mainstream que inmediatamente trató -y consiguió: ahí está Diplo, "el gran ejemplo", como recuerda Jiménez- de asimilarlos para sus mercados.

A esos sonidos dedica Zemos98 el fin de semana. Primero con una sesión "muy bailable", mañana en el Teatro Alameda (entradas a 5 euros) del siempre estimulante Dj Rupture, alias del estadounidense Jace Clayton, curtido turntablist, astuto re-creador de sonidos de orígenes étnicos por la vía de la bass music y firma esporádica en publicaciones como The Washington Post, The Fader o Wire. El sábado, en la despedida por todo lo alto de este decimoquinto aniversario, doce horas de baile ininterrumpido, desde el mediodía, en La Carpa (final de la Carretera de Carmona, junto al Polígono Store, entrada libre hasta completar aforo) al ritmo de los discjockeys Ion Din Anina, Caballito, Orxata, Soniye, Cardopusher y Mata Hari.

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