Cultura

Un supervillano de la utopía neoliberal

  • Volpi da voz en 'Memorial del engaño' a un Madoff apócrifo, uno de esos amos del mundo que reventaron en 2008 la economía mundial

Casi todo era mentira, y la mentira era -lo sigue siendo- un negocio inmejorable. Entre otros motivos, dice Jorge Volpi, porque siempre ha habido estafadores, no es que eso sea nuevo ni reciente, "pero ahora, al no haber supervisión ni apenas regulación, todo lo propiciaba mucho más". El ahora del que habla el escritor mexicano (Ciudad de México, 1968), autor de las novelas En busca de Klingsor o No será la tierra y del ensayo El insomnio de Bolívar, entre muchas otras obras que lo han convertido en una de las figuras más respetadas de las letras hispanoamericanas de nuestros días, es un ahora elástico, que dura varios años ya, desde que el derrumbe de Lehman Brothers significase la obertura, grandiosa y aciaga, de una de las mayores catástrofes económicas de todos los tiempos.

En este panorama desolador, "los medios de comunicación, particularmente la televisión, no han hecho más que transmitir los mensajes del propio sistema económico. Y sin traducir, provocando comportamientos extrañísimos, como cuando entre 2011 y 2012 todo el mundo hablaba de la prima de riesgo, y nadie sabía exactamente qué era eso, y los que sí lo sabían no entendían tampoco por qué era tan grave". De su intento de comprender por sí mismo semejante debacle, de introducirse y no perderse en ese bosque de conceptos a ratos semiabstractos, nació Memorial del engaño (Alfaguara), una farsa que juega con esa misma idea de engaño desde sus mismos resortes, incluida la autoría, atribuida en la cubierta y en la pequeña nota biográfica a un tal J. Volpi, nacido en Nueva York en 1953 y hoy en paradero desconocido tras haber estafado 15.000 millones de dólares en varios fondos de inversión. Ese personaje apócrifo, una suerte de Bernard Madoff algo más modesto en sus logros criminales, pone la voz cínica y soberbia que narra esta novela con estructura de ópera (bufa). "Me interesaba retratar a una de esas personas que sacaron provecho de la crisis y ahora son invisibles. Quise que fuera un villano, uno como Humber Humbert [protagonista y narrador de Lolita, de Nabokov], que en realidad es un violador de niñas pero su voz es tan atractiva que por momentos es capaz de engañarnos", explicaba ayer Volpi horas antes de presentar el libro en la Biblioteca Infanta Elena dentro del ciclo Letras Capitales del Centro Andaluz de las Letras.

Además de su necesidad de comprender -desde que él vive México ha sufrido cinco crisis, "dos de ellas al menos tan fuertes como ésta para España"-, Volpi encontró otro motor fundamental -y fascinante- para el libro durante la investigación que realizó para su anterior novela, La tejedora de sombras. En una de sus lecturas descubrió al economista estadounidense Harry Dexter White, "un personaje prácticamente desconocido" a pesar de que fue el creador del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, dos de las instituciones centrales que encauzaron en 1944 el nuevo orden internacional tras la Segunda Guerra Mundial. Bien, pues ese tipo, arquitecto esencial del capitalismo, fue acusado de ser un espía al servicio de la Unión Sovética, y al escritor semejante paradoja le pareció "digna de una novela". Por eso el padre de J. Volpi en Memorial del engaño es uno de los ayudantes de White, ya que "en realidad", matiza el autor (real), "se trata de una novela sobre padres e hijos en el marco de la historia del capitalismo reciente, es decir, que la crisis es el contexto, pero el verdadero centro de la historia son los engaños familiares".

Volpi, que no cree que el capitalismo sea "malo por naturaleza", sí condena la "versión particular del capitalismo que triunfó a partir de los años 90". "Se ha revelado como engañosa y perniciosa por ser tan ideológica. La ideas de que el Estado es el enemigo y hay que reducirlo al mínimo, de que hay que desmantelar el Estado de Bienestar, desregular los mercados porque a la larga eso sólo va a traer crecimiento, iniciativa individual y riqueza generalizada... Todos estos planteamientos fracasaron por completo en 2008", dice el escritor, que ve precisamente en "el final de las ideologías", tantas veces proclamado -mientras duraba la ebriedad de la fiesta-, "uno de los mayores triunfos de la ideología neoliberal", lo mismo que ocurre, añade, cuando se pretende presentar "las medidas económicas como meramente técnicas, cuando es evidente que son ideológicas".

Nada, hasta ahora, hace indicar sin embargo que el mundo esté viviendo el fin -el comienzo- de algo. "Sí y no: sí porque se ha demostrado el fracaso de la utopía neoliberal; y no porque ésta no ha sido sustituida por ninguna otra cosa, en realidad los mismos dirigentes políticos y económicos siguen pensando más o menos igual que antes, tal vez sean un poco más precavidos, pero ya... No ha habido cambio alguno de paradigma ni de sistema". Una conclusión, como la de la misma novela, en la que al crimen no le corresponde ningún castigo, que lleva a un profundo desaliento. Volpi se encoge de hombros: así son las cosas. "Creo que no ha escarmentado nadie, lamentablemente. Salvo la sociedad misma, claro. Los grandes responsables, esencialmente y en primera instancia, son los políticos: tenían la responsabilidad de cuidar a la sociedad, y por ceguera ideológica o por intereses creados no lo hicieron; el propio sector económico, los ejecutivos de los grandes bancos y empresas que presionaron para que se desregularan los mercados a su gusto; los reguladores que no regularon, las agencias de calificación que calificaron mal... Todos estos son los grandes responsables, y ninguno ha sido enjuiciado o llevado a la cárcel".

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