Antipatía

Sánchez ha elevado la mentira a tal virtuosismo que los manuales de psiquiatría deberían incluir “el síndrome de Sancheztein”.

Por QUÉ tiene tanto éxito el antisanchismo? ¿Por qué hay tanta gente convencida de que hay que echar a Sánchez como si se tratara de una afrenta personal? Es una pregunta interesante porque a primera vista el gobierno de Sánchez ha hecho muchas cosas positivas: el escudo social, el aumento del SMI, la subida de las pensiones y la marcha aceptable de la economía. En estas condiciones, un gobierno debería tener muchas posibilidades de revalidarse en las urnas. Pero todo apunta a que Sánchez lo tiene muy difícil. ¿Por qué?

Se me ocurren algunas hipótesis. Ante todo, Pedro Sánchez tiene un aire insufrible de “guapo de pueblo” que entra en la discoteca local (“Sabiniano´s”, por ejemplo) totalmente convencido de que hay como mínimo dos docenas de chicas derritiéndose por él. Y eso, se mire como se mire, no le gusta a casi nadie. Preferimos gente más modesta y más consciente de sus defectos. Pero Sánchez está tan convencido de sus propios méritos –se cree tan guapo, tan inteligente, tan atractivo– que se comporta con un desprecio indisimulable hacia todos los que no lo consideran ni tan guapo ni tan inteligente ni tan atractivo. Y esta actitud es inédita en nuestro país. Hemos tenido políticos que se hacían los simpáticos, hemos tenido políticos arrogantes, hemos tenido políticos más secos que la mojama (Aznar, por supuesto) y hemos tenido políticos que parecían un híbrido del gato de Cheshire y del Sombrerero Loco de Alicia en el país de las maravillas: nuestro gran Zapatero). Pero Sánchez ha rebasado todo lo conocido. Y su forma de actuar demuestra tal grado de desdén hacia todos los que no piensan como él que ha ido creando un odio –sí, odio– que yo no había visto nunca en estos años de política democrática. Y para terminar de entender la ecuación que ha creado el “antisanchismo”, hay que tener en cuenta la capacidad incomparable de Sánchez para mentir y engañar a todas horas. Es cierto que todos los políticos mienten, pero Sánchez ha elevado la mentira a un grado de virtuosismo que debería figurar en los manuales de psiquiatría con un copyright propio: “el síndrome de Sancheztein”, por ejemplo.

En fin, es esta antipatía la que ha creado el antisanchismo. Pero cuidado, que ahora está llegando Vox para demostrarnos que la antipatía no se crea ni se destruye, sino que sólo se transforma. Aviados estamos.

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