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Nahel

“Francia es ya un estado fallido”, leí después de las violentas protestas por la muerte de un chaval de origen magrebí

Francia es ya un estado fallido”, leí el otro día, no sé dónde, después de las violentas protestas por la muerte de un chaval de origen magrebí –Nahel, se llamaba– que cometió la imprudencia de saltarse un control policial y fue abatido por la policía. En Francia, desde 2017, la policía puede disparar contra cualquier coche que se salte un control. En España, por fortuna, esto no sería posible, pero Francia lleva sufriendo una larga oleada de atentados yihadistas y la policía francesa tiene prerrogativas que ponen los pelos de punta. El último atentado, por cierto, es el del supuesto refugiado sirio que acuchilló en un parque infantil de Annecy a cuatro niños y a dos adultos, a los que dejó en estado crítico. No está claro si ese ataque fue realmente un atentado o la acción delirante de un loco –igual que en el asesinato del sacristán de Algeciras–, pero lo que nadie puede negar es que muchos perturbados están adoptando el modus operandi de los atentados yihadistas. Y todo eso tiene sus consecuencias, se quiera o no.

Y por si fuera poco, tampoco se puede olvidar lo que ocurre en las banlieues de las grandes ciudades francesas, donde viven los inmigrantes de tercera o cuarta generación –por lo general magrebíes o africanos– en medio de la miseria y la marginalización permanente. También es verdad que muchos de estos jóvenes tienen muy pocas ganas de estudiar o de buscarse la vida y prefieren vivir de la pequeña delincuencia o del noble arte de no hacer nada. Nahel no era un pequeño delincuente, pero era lo que se denomina “un joven problemático”. Por supuesto que esto no justifica que un policía le pegara un tiro, claro que no, pero su muerte, por muy repugnante que sea, tampoco justifica que miles de energúmenos, siguiendo tácticas de guerrilla urbana, hayan destruido y saqueado todo lo que se han encontrado a su paso. “Nos hace falta un Bukele”, decía un testigo horrorizado cuando estaba ardiendo su calle. Bukele es el político de El Salvador que ha solventado el problema de las maras convirtiendo a todo el país en un gigantesco presidio. Ahora mismo tiene la aprobación del 90% de la población.

¿Es esto lo que nos espera? ¿Un estado fallido? ¿O un dictador que llegue al poder por vías democráticas y convierta a todo el país en un inmenso presidio? Quizá haga demasiado calor como para responder a estas preguntas.

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